Frente a una semana histórica, el equipo del presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden, sigue planeando cómo sacar al país de la crisis económica, social y sanitaria derivada de la pandemia de coronavirus, mientras se encamina un nuevo juicio político contra el mandatario saliente Donald Trump.
Militares en las calles con vallados y alambres de púas en Washington preparan la investidura de Biden, a realizarse este miércoles en una capital norteamericana irreconocible, convertida en un campo atrincherado tras el violento asalto al Capitolio del 6 de enero.
Los protestas pro-Trump previstas frente a capitolios estatales en todo el país fueron menos ruidosas de lo esperado, pero se reportaron pequeños grupos de manifestantes armados en los estados de Ohio, Texas, Oregon y Michigan.
LEA MÁS: Policía arresta a hombre fuertemente armado cerca del Capitolio en los Estados Unidos
El demócrata centrará su ceremonia de investidura en el tema de “Estados Unidos unido” y prevé rodearse de sus predecesores Barack Obama (2009-2017), George W. Bush (2001-2009) y Bill Clinton (1993-2001) para tender la mano a la potencia golpeada y dividida.
“Los eventos de las últimas semanas han demostrado cuán dañada ha estado el alma de Estados Unidos y qué importante es restaurarla. Esa labor empieza el miércoles” dijo Ron Klain, jefe de gabinete de Binen, a la cadena televisiva CNN.
“Estamos heredando un gran desastre pero tenemos un plan para arreglarlo”, sentenció.
Mientras Joe Biden se prepara para asumir el poder en una ciudad donde hace apenas dos semanas los seguidores del mandatario saliente atacaron el Congreso, en un intento de revertir la elección, el país enfrenta una tormenta de crisis que se superponen.
Biden quiere que el Congreso apruebe rápido un plan masivo de estímulo económico de $1,9 billones y tiene planes para acelerar la distribución de la vacuna contra la covid-19, en momentos en que el país se acerca a las 400.000 muertes por el virus.
Su meta de suministrar 100 millones de dosis en 100 días es “totalmente” factible, según dijo el inmunólogo Anthony Fauci, a la cadena NBC.
Fauci aconsejó a la Casa Blanca durante la crisis, bajo al mando de Trump, pero también Biden lo nombró como asesor.
La sombra
Pero el segundo juicio político contra Donald Trump ensombrece el camino de Biden hacia esos dos objetivos trazados.
Los demócratas y líderes del Congreso, Nancy Pelosi y Chuck Schumer, aún no anuncian cuándo comenzaría el proceso contra Trump.
“No creo que haya ninguna fecha establecida de cuándo Pelosi va a presentar los artículos del juicio político”, dijo a CNN el senador demócrata Dick Durbin.
“Entendemos que baja la Constitución tenemos la responsabilidad de actuar lo antes posible”, afirmó.
Biden ha declarado que espera que el Congreso pueda lidiar con esa gran distracción mientras avanza a la vez en su agenda a corto plazo.
Para sumar a la incertidumbre, el Partido Republicano se presenta dividido ante los reclamos de Trump de que le robaron las elecciones, sobre la invasión al Capitolio y también sobre la futura dirección del partido.
Un confidente de Trump, el senador Lindsey Graham, advirtió el domingo en la cadena Fox News, que Biden puede estar intentando llegar demasiado lejos demasiado pronto.
“Pienso que vamos a tener en los primeros cien días del gobierno Biden la más agresiva política socializada en la historia del país”.
Y agregó que “nada bueno resultará de enjuiciar al presidente Trump cuando ya esté fuera del cargo”.
Pero Klain ha reiterado la afirmación de Biden de que el Senado puede manejar el juicio y la nueva agenda presidencial al mismo tiempo.
Más allá de eso, agregó, el nuevo presidente emitirá una ola de decretos, que no requieren aprobación del Congreso, desde el miércoles por la tarde.
Estos incluirán el regreso del país al Acuerdo de París sobre cambio climático y poner fin a la prohibición de entrada a viajeros desde algunos países musulmanes.
El empuje inicial proseguirá por unos 10 días, afirmó Klain, mientras el nuevo presidente tome distancia de las políticas más controvertidas de Trump.
Una inauguración diferente
Los planes para una ceremonia de traspaso de mando —que en tiempos normales suele ser festiva— ya habían sido rebajados por la pandemia. Los temores de violencia, tras los sucesos del 6 de enero, empalidecerá aún más la jornada.
Pequeños grupos de manifestantes armados hicieron presencia en los parlamentos estatales en Texas, Michigan y Kentucky, entre otros, bajo la mirada de un gran despliegue de fuerzas de seguridad.
Miles de efectivos de la Guardia Nacional patrullan la capital y varias calles fueron cortadas con camiones y barreras de concreto.
“Será una inauguración como ninguna otra, en buena parte debido al covid”, dijo la vicepresidenta electa, Kamala Harris, a CBS el domingo.
“Pero vamos a ser juramentados y vamos a hacer el trabajo para el que fuimos elegidos”, aseguró.