Kiev. Cuando Rudy Giuliani presionaba a las autoridades ucranianas para que investigasen posibles irregularidades del principal rival político de Donald Trump, un grupo de individuos vinculados con el mandatario estadounidense y su abogado personal hacían gestiones de otro tipo en la antigua república soviética.
No se trataba de iniciativas políticas. El objetivo era lucrarse. Un grupo de empresarios y donantes republicanos promocionaban sus conexiones con Giuliani y Trump en un esfuerzo por colocar una nueva directiva en la gigantesca empresa estatal ucraniana productora de gas. La idea era conseguir lucrativos contratos para aliados de Trump, según dos personas al tanto de esos planes.
La estrategia no prosperó porque el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, no fue reelegido. Perdió las elecciones ante Volodimir Zelenski, cuya conversación con Trump sobre el exvicepresidente estadounidense Joe Biden motivó el inicio de una investigación legislativa con miras a un posible juicio político a Trump.
Después del revés de Poroshenko, los esfuerzos por colocar una directiva amiga en la empresa de gas, Naftogaz, fueron reanudados por el secretario de Energía estadounidense Rick Perry, quien empezó a presionar al nuevo mandatario ucraniano para que nombrase una serie de ejecutivos, incluido uno de Texas que en el pasado donó dinero a las campañas de Perry.
No está claro si las gestiones de Perry para colocar gente en la conducción de Naftogaz estuvieron coordinadas con las de los allegados a Giuliani, y nadie ha dicho que estas iniciativas fuesen ilegales. Tampoco está claro qué papel puede haber tenido Giuliani en los esfuerzos por conseguir contratos para sus amigos.
Negocios en Ucrania
Pero estas presiones revelan que personas allegadas a Trump y a su gobierno estaban promoviendo negocios en Ucrania que van mucho más allá de los intereses políticos personales del mandatario. También plantean interrogantes sobre si los allegados a Trump mezclaban los negocios con la política en momentos en que los republicanos pedían que se investigase a Biden y a su hijo Hunter, quien sirvió cinco años en la junta de otra empresa energética ucraniana, Burisma.
El viernes pasado, según el portal noticioso Axios, Trump le dijo a un grupo de legisladores republicanos que fue Perry quien propuso que hiciese la llamada en la que le pidió a Zelenski un “favor” (que investigase a Biden). Axios afirmó que un informante había dicho que Trump indicó que Perry le había pedido que hiciese la llamada para hablar de “algo sobre una planta de GNL (gas natural licuado)”.
Si bien no se sabe si la declaración de Trump del viernes aludía específicamente a gestiones secretas relacionadas con la empresa gasífera, la Associated Press entrevistó a cuatro personas con conocimiento directo de los esfuerzos por influir en Naftogaz, y sus relatos reflejan el importante papel de Perry en estas gestiones. Tres de los cuatro informantes hablaron a condición de no ser identificados por temor a represalias. El cuarto es un empresario estadounidense con estrechos contactos con el sector energético ucraniano.
Una portavoz del Departamento de Energía dijo que Perry, un exgobernador de Texas que se postuló infructuosamente a la Presidencia, no promovía los intereses personales de nadie. Sostuvo que sus conversaciones con funcionarios ucranianos y con Naftogaz eran parte de sus esfuerzos por reformar el sector energético de Ucrania y crear un ambiente en el que las firmas estadounidenses pudieran hacer negocios.
Los allegados a Trump y Giuliani que trataban de cambiar la cúpula de Naftogaz, sin embargo, parecían estar al tanto de los planes del gobierno estadounidense en Ucrania. Por ejemplo, dijeron que Trump reemplazaría a la embajadora estadounidense, Marie Yovanovitch, tres meses antes de que ella fuese convocada a Washington, de acuerdo con tres de los individuos entrevistados por la AP. Uno de ellos afirmó que estaba tan preocupado por el asunto que contactó a la embajada estadounidense en Ucrania hace algunos meses para comentar lo que estaba sucediendo.