Ciudad de Guatemala. El socialdemócrata Bernardo Arévalo asumió la presidencia de Guatemala en la madrugada de este lunes, tras siete meses de un boicot judicial que mantuvo en vilo al país. Sin embargo, reconoció que su camino está lejos de terminar: “Nos aguardan desafíos inmensos”, advirtió.
Desde el balcón del Palacio Nacional, ubicado en el centro de la capital, Arévalo instó a los guatemaltecos a acompañarlo en su gestión para rescatar las instituciones del país de la “corrupción” y lograr el desarrollo social en este empobrecido país centroamericano.
“Empiezan hoy cuatro años de un mandato que seguramente estará marcado por una serie de obstáculos, muchos de los cuales no podemos prever en este momento”, admitió. “Sabemos que el cambio puede ser difícil”, agregó.
El presidente, sociólogo, exdiplomático y filósofo de 65 años, vaticinó que su gobierno se encontrará “en la necesidad de tomar decisiones difíciles” y enfrentará “momentos de duda y temor”.
“En los próximos años, la tentación de confrontar y aumentar nuestras diferencias será recurrente. Este periodo conllevará la posibilidad de cometer errores” y recibir críticas, dijo.
No obstante, reiteró su compromiso de “transformar” no solo las instituciones del Estado sino también la “realidad cotidiana” de los guatemaltecos. “No más corrupción, no más exclusión”, afirmó el presidente, con la banda presidencial cruzada en el pecho, frente a una multitud de seguidores que celebraron y bailaron al ritmo de grupos musicales.
La fiscala
Desde que pasó sorpresivamente a la segunda vuelta electoral en junio, prometiendo combatir la corrupción, la Fiscalía emprendió una ofensiva para retirarle su inmunidad, desarticular su partido y anular los comicios, argumentando anomalías electorales.
Arévalo, que calificó las acusaciones de espurias, afirmó que una de las primeras tareas como presidente será pedirle la renuncia a la fiscala general Consuelo Porras, a la cabeza de esa arremetida y sancionada por Washington por “corrupción” y por “socavar la democracia”.
“El primer obstáculo es la Fiscalía. Es muy importante que salga la fiscala general, que ha sido la operadora principal del pacto de corruptos”, declaró a esta agencia Manfredo Marroquín, cofundador de Acción Ciudad, versión local de Transparencia Internacional.
Porras fue nombrada por el expresidente Jimmy Morales y ratificada en el cargo, hasta el 2026, por el gobernante saliente, Alejandro Giammattei, ambos vinculados con sectores corruptos. El mandatario no tiene la facultad de destituirla.
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La corrupción
Arévalo aseguró que enfrentará “desafíos monumentales para erradicar las prácticas de corrupción que han permeado” al país, y están enquistados en la Fiscalía, tribunales, parlamento, gobierno, alcaldías y otras instituciones públicas.
“Debemos superar obstáculos significativos para liberar al Estado de aquellos que lo han capturado durante años, utilizándolo como botín propio”, señaló.
El nuevo presidente parece contar con el apoyo de la comunidad internacional. Este lunes, el presidente Joe Biden felicitó a Arévalo y destacó su investidura como “testimonio” del “compromiso compartido con la democracia y la voluntad del pueblo”.
Pero Jordán Rodas, exprocurador de derechos humanos, exiliado en Washington, aseguró que Arévalo tendrá una tarea difícil. “Va a estar nadando en un pantano, dentro de una fauna salvaje, herida también”, afirmó a esta agencia.
“No hay que pestañear, porque los políticos criminales no cejan en sus intentonas ilegales y antidemocráticas”, advirtió Carmen Aída Ibarra, del movimiento ciudadano ProJusticia.
Marroquín recordó que la población votó por Arévalo por su promesa anticorrupción. “Debe dar resultados rápidos en la depuración de las redes de corrupción, plazas fantasmas que se crearon para saquear el Estado”.
Las expectativas
Arévalo tiene a su favor una población hastiada de la corrupción, comunidades indígenas que piden el fin de la exclusión y una juventud que necesita oportunidades para no migrar.
“Hay una expectativa muy grande y hay que entender las limitaciones que el gobierno enfrenta”, afirmó Jorge Santos, coordinador de la Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en Guatemala.
Arévalo recibe a una Guatemala con el 60% de sus 17,8 millones de habitantes en la pobreza, uno de los índices más altos de América Latina que lleva a miles a emigrar, principalmente a Estados Unidos.
“Va a ser muy complicado gobernar, responder a las expectativas de la gente, que pide enfrentar a los corruptos y atención de su situación socioeconómica”, aseveró Luis Linares, de la Asociación de Investigaciones y Estudios Sociales.
Pese a las dificultades que se avecinan, Arévalo promete una “nueva primavera”, evocando a los gobiernos de los expresidentes Juan José Arévalo, su padre, y Jacobo Árbenz, una década (1944-1954).
Esa década fue conocida como la “primavera democrática”, de importantes reformas sociales y que llegó a su fin por un golpe de Estado auspiciado por Washington.