Washington y Wilmington, EE. UU.
A tan solo tres días del momento de la verdad, los candidatos presidenciales Hillary Clinton (demócrata) y Donald Trump (republicano) reforzaron este sábado sus reuniones en los estados decisivos para sus aspiraciones de llegar a la Casa Blanca, conscientes de que la gran batalla la libran en una decena de territorios que pueden inclinar la balanza.
Ambos comenzaron el día en Florida, un territorio fundamental para ganar la elección y donde los sondeos de intención de voto muestran a la exsecretaria de Estado con una ventaja inferior al promedio de los márgenes de error.
En la localidad de Pembroke Pines, Clinton tuvo que interrumpir su discurso apenas siete minutos después de empezar, ante una lluvia torrencial que provocó una dispersión generalizada de los asistentes.
"Quiero ser la presidenta de todos, de aquellos que están de acuerdo conmigo y de los que no lo están, de los que han votado por mí y de los que no han votado por mí", dijo Clinton bajo la lluvia.
La campaña de la exsecretaria de Estado aprovechó la jornada para burlarse de la intención de Trump de visitar 10 estados entre el viernes y este domingo.
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"Parece que quiere ir a todas partes de una sola vez", manifestó a periodistas el director de campaña de Clinton, Robby Mook.
Sin embargo, la misma Clinton sorprendió al anunciar a última hora una visita a Michigan y a Carolina del Norte el lunes, a pocas horas de las elecciones.
Por su lado, además de estar en Florida, el candidato republicano organizó en Wilmington, Carolina del Norte, un acto público literalmente a los pies de su avión, para continuar su campaña inmediatamente después.
En este acto, Trump fue presentado por su esposa, Melania. "Esta es la última oportunidad que tienen. Ahora, por favor, digamos hola a mi esposo y futuro presidente de Estados Unidos", xpresó la exmodelo eslovena.
"En tres días vamos a ganar en el gran estado de Florida e iremos a la Casa Blanca", predijo el magnate, quien en la noche del sábado se dirigía a Nevada.
El sábado, el postulante republicano tenía en su agenda visitas a los estados de Iowa, Minnesota, Michigan, Pensilvania y Virginia.
Codo a codo. Después de más de un año de discursos, escándalos, marchas y contramarchas, la campaña llega con Clinton aparentemente con una leve ventaja y con Trump empeñado en mantener la tendencia de reducir las diferencias.
De acuerdo con el sitio web especializado RealClearPolitics este sábado, Clinton tendría el 46,6% de las intenciones de voto contra 44,9% para Trump.
En su campaña, Trump atravesó ásperas polémicas y sobrevivió a varios y espectaculares escándalos, pero despedazó a todos sus adversarios en la lucha interna del Partido Republicano y muestra algo más de aliento en este esprint final.
No obstante, la exsecretaria de Estado, quien también tuvo que administrar su dosis personal de polémica en la campaña, aparece en la mayoría de los sondeos como la favorita de la disputa.
Plazas decisivas. Pero la elección se ganará o perderá en el Colegio Electoral.
Con 29 delegados a este, Florida es una porción importante de la torta política, aunque la necesidad de vencer allí es mayor para Trump.
El polémico millonario candidato tiene aparentemente asegurada la victoria en los estados tradicionalmente republicanos, pero para mantener viva la esperanza de un triunfo requiere imponerse también en regiones donde los demócratas son fuertes o donde la disputa es muy ajustada.
El fortalecimiento tardío de Trump en la campaña se tornó evidente con el anuncio de que el polémico millonario fue escogido como responsable, este fin de semana, del mensaje semanal de radio reservado al Partido Republicano, como respuesta al mensaje radial que cada semana emite el presidente Barack Obama.
Desde el inicio de la campaña Trump mantuvo una relación problemática y difícil con los líderes republicanos, al punto que varios de ellos adelantaron que no podían comprometerse con votar por él.
Por ello, que haya sido elegido para responder a Obama mostró hasta qué punto el partido debió alinearse detrás de su candidatura. Verdaderos pesos pesados que le habían negado apoyo -como el ex candidato Ted Cruz- ya revieron su posición y pasaron a pedir votos para Trump.
Estados Unidos posee un sistema de elección indirecta en el que cada estado tiene asignado un número de representantes al Colegio Electoral (los llamados "votos electorales"), que dependen del tamaño de su población.
Con las notables excepciones de Maine y Nebraska, el candidato presidencial que gana un estado se lleva todos los votos electorales, ya que no rige un sistema proporcional.
Para llegar a la Casa Blanca, un candidato precisa por lo menos 270 de los 538 votos electorales el día de la elección.
Por ello, el sistema hace que los candidatos se concentren en los estados en que la disputa es más apretada, en detrimento de aquellos en los que el resultado no debe arrojar sorpresas.
Esto explica que California -predominantemente demócrata- ni Oklahoma -dodne imperan los republicanos- reciban tanta atención de parte de los candidatos.
En esta elección en particular, Florida, Pensilvania, Ohio, Carolina del Norte y Virginia son considerados los terrenos de batalla más importantes.
Florida distribuye nada menos que 29 votos electorales, al tiempo que Pensilvania atribuye 20, Ohio 18, Carolina del Norte 15 y Virginia 13.
Para llegar al número mágico de 270, hasta el pequeño estado de Iowa, que distribuye seis votos electorales, puede inclinar la balanza.