Brasilia. La condena del expresidente Jair Bolsonaro por difundir acusaciones falsas, emitida por la máxima corte electoral, es considerada un hito en la lucha contra la desinformación en Brasil y tiene un potencial efecto pedagógico en la sociedad, según expertos.
La decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirma el rechazo del poder judicial brasileño al populismo degradante que promueve la desinformación, señaló el presidente de la corte, el juez Alexandre de Moraes.
Bolsonaro, acusado durante su mandato de cuatro años de mentir sobre la pandemia del covid-19 y otros temas, fue inhabilitado para postularse a elecciones durante ocho años por atacar sin pruebas la fiabilidad del voto electrónico en Brasil. Esto ocurrió durante una reunión con embajadores en julio del año pasado, tres meses antes de las elecciones en las que buscaba la reelección.
El expresidente, condenado por “abuso de poder” y “uso indebido de los medios”, puede apelar la decisión ante la corte suprema.
Sin embargo, la condena del TSE ya tiene un efecto pedagógico en la sociedad y la clase política brasileña, según Ivan Paganotti, profesor de la Universidad Metodista de Sao Paulo.
El experto recuerda que esta no es la primera decisión de este tipo en Brasil. En 2021, el TSE ya había declarado inelegible y suspendido el mandato del diputado estatal de Paraná, Fernando Francischini, por propagar desinformación sobre el sistema de votación electrónico de Brasil en 2018.
No hay “intocables”
Procesos judiciales como el caso del Mensalao (soborno a legisladores a cambio de apoyo político) y la operación Lava Jato (red de corrupción en torno a la estatal Petrobras) durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores (2003-2016) crearon la percepción de que los políticos importantes también pueden ser responsabilizados por crímenes de corrupción, afirma Paganotti.
De manera similar, la condena del expresidente Bolsonaro desmiente la idea de que existen “intocables” cuando se trata de desinformación.
Ahora se percibe que las acusaciones sobre fraude electoral o intentos de amenaza a la democracia, incluso por parte de políticos de alto perfil, también pueden tener consecuencias, señala el investigador.
Esto es especialmente significativo en un país como Brasil, donde la producción y difusión de desinformación depende en gran medida de los políticos.
Según Paganotti, la información falsa surge inicialmente de grupos sociales específicos, pero en cierto momento, los políticos la distribuyen, dándole mayor visibilidad.
“Victoria de la democracia”
Para Eduardo Barbabela, investigador de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, la inelegibilidad de Bolsonaro es una victoria para la democracia brasileña.
“La condena es un paso importante en la lucha contra la desinformación, ya que afecta a alguien que utilizó la desinformación como estrategia narrativa durante todo su gobierno”, dijo.
Previamente, durante la pandemia de covid-19, Bolsonaro ya había hecho afirmaciones falsas sobre la enfermedad y promovido tratamientos ineficaces.
En la ONU, Bolsonaro también mintió sobre temas ambientales en 2020 y sobre datos de feminicidios en 2022.
Estas y otras declaraciones le valieron el apodo de “Trump tropical” en referencia al expresidente estadounidense Donald Trump.
Trump también enfrentó problemas judiciales después de dejar la Casa Blanca, pero no perdió sus derechos políticos.
Por lo tanto, la condena de Bolsonaro es sin precedentes, según Barbarela.
“No recuerdo ningún otro país que haya enfrentado un problema de desinformación masiva y haya tomado una medida similar, condenando a un político de alto nivel por propagar desinformación”, señaló.
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Sin embargo, el analista político considera que Bolsonaro no debería ser el único político juzgado en Brasil por difundir falsedades.
“Mientras él sea el único político relevante condenado, su discurso de mártir y víctima del sistema seguirá siendo reforzado”.