Río de Janeiro. Sin reconocer la reelección de su aliado Nicolás Maduro, pero sin apoyar las denuncias de fraude de la oposición, el presidente izquierdista de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, intenta equilibrar su postura frente a la crisis en Venezuela.
Maduro, heredero político de Hugo Chávez y en el poder desde 2013, fue proclamado vencedor de la elección presidencial del domingo para un tercer mandato consecutivo. El Consejo Nacional Electoral (CNE), de línea oficialista, no publicó el detalle del escrutinio, como reclama la oposición y la comunidad internacional, Brasil incluido.
“Es normal que haya una disputa. ¿Cómo se resuelve? Presenten las actas. Si el acta genera dudas (...) la oposición entra con un recurso y espera al proceso en la Justicia”, dijo Lula el martes en una entrevista televisiva.
Mientras las protestas en Venezuela ya dejaron una docena de muertos, Lula minimizó la gravedad de la crisis: “Habrá una decisión, que tenemos que acatar. Estoy convencido de que es un proceso normal, tranquilo”.
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Sus palabras “pueden ser un intento de mostrar un equilibrio, pero en la práctica termina siendo más pro Maduro que otra cosa”, dijo a esta agencia Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas, quien ve la postura de Brasil como “ambigua, pasiva”.
“Brasil está en una situación difícil”, porque “es el mayor actor de Sudamérica, pero su capacidad de moldear lo que pasa en Venezuela es muy limitada”, añadió Stuenkel.
Brasilia envió a Caracas al asesor presidencial para asuntos internacionales, el excanciller Celso Amorim, que se reunió con Maduro y con el candidato opositor, Edmundo González Urrutia.
Maduro aislado, Brasil cauteloso
Roberto Goulart Menezes, coordinador del Núcleo de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Brasilia, subraya por su parte la cautela que adoptó el gobierno.
“No creo que haya un reconocimiento directo del gobierno de Maduro en los próximos días. Si eso ocurre, Brasil puede aislarse diplomáticamente”, dijo a esta agencia. Esto podría comprometer el apoyo internacional que se granjeó Brasil rumbo a la cumbre de líderes del G20 en Rio de Janeiro en noviembre.
“¿Cómo Lula va a hablar de democracia ante el G20 (...) si apoya en las condiciones actuales la elección de Maduro?”, apuntó Goulart Menezes. “Lo que está diciendo es que hay que agotar todos los recursos, algo que lleva tiempo. Entonces que también va a llevar tiempo para que Brasil adopte una posición”, agregó.
El martes, Lula habló por teléfono con su par estadounidense, Joe Biden, y ambos pidieron “que las autoridades electorales venezolanas divulguen de forma inmediata información electoral completa, transparente y detallada de cada centro de votación”, según informó la Casa Blanca.
Pero el miércoles, Brasil fue uno de los países que impidió que el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) adoptase una resolución para exigir transparencia al gobierno de Venezuela, al abstenerse junto a otros 10 miembros.
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‘Injerencia externa’
Brasil recompuso las relaciones con Venezuela después de que Lula, gran aliado de Chávez, volvió al poder en 2023, tras años de ruptura bajo el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022). El año pasado, Brasilia participó activamente de los esfuerzos internacionales para permitir la organización de los comicios. Esta cercanía no impidió que en los últimos meses Lula endureciera el tono.
Antes de las elecciones, Lula dijo haberse asustado con las palabras de Maduro sobre un “baño de sangre” en las calles si no ganaba. Venezuela también suele ser un asunto candente en la política interna brasileña. Mientras la derecha arremete contra el “dictador” Maduro y la proximidad que Brasilia mantiene con Caracas, los sectores cercanos a Lula se mostraron divididos.
La ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, una voz respetada dentro del gobierno, cuestionó el miércoles el carácter democrático del gobierno venezolano. “En mi opinión, y no estoy hablando en nombre del gobierno, no se configura como una democracia”, dijo Silva al sitio de noticias Metrópoles. Una democracia “presupone que las elecciones son libres, que los sistemas son transparentes, que no haya ninguna forma de persecución política”, añadió la ministra.
El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, por su parte, no dudó en reconocer a Maduro como el presidente “reelecto”. Al tiempo que llamó al gobierno a continuar “el diálogo con la oposición”, insistió en que los países latinoamericanos deben tratar sus problemas “sin ningún tipo de violencia e injerencia externa”.