Washington. El aspirante demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, prometió anunciar próximamente quién lo acompañará como vicepresidente para enfrentar a Donald Trump. Al menos una cosa se sabe: será una mujer.
La compañera de fórmula de Biden, delantero en las encuestas para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, será la tercera candidata a la vicepresidencia en la historia de Estados Unidos, luego de Geraldine Ferraro en 1984 y de Sarah Palin en 2008, cuatro años después de que Hillary Clinton se convirtiera en la primera nominada a la presidencia.
Entre las posibles postulantes una suena muy fuerte: la senadora de California Kamala Harris, quien en diciembre sorprendió al renunciar a la carrera presidencial y en marzo declaró su apoyo a Biden.
Su nombre ha cobrado fuerza desde que fotógrafos lo captaron en una libreta de notas que llevaba Biden la semana pasada. Debajo de “Kamala Harris” podía leerse: “no guarda rencor”, “mucha ayuda en la campaña”, “gran respeto por ella”. Entonces no se vieron, o no se dejaron ver, otras anotaciones sobre otras posibles candidatas.
Coincidencia o no, el influyente sitio informativo Politico dio por ganadora a Harris en una nota fechada el 1 de agosto de la que luego se retractó, señalando que estaba preparada de antemano y que divulgarla había sido un error.
Lo cierto es que el currículo y la trayectoria de Harris, una abogada de 55 años, hija de una india tamil y un jamaicano, refuerzan sus posibilidades.
Presión afroamericana
La presión para que la vicepresidenta demócrata sea afroamericana crece después de una primaria con gran diversidad de postulantes y una campaña electoral marcada por la pandemia del coronavirus, que ha golpeado especialmente a los afroestadounidenses, no solo entre los muertos sino entre los afectados por la profunda recesión económica. A esto se suma la reciente oleada histórica de protestas contra la violencia policial y el racismo.
En este contexto, ¿podrá Harris contribuir a que un demócrata llegue a la Oficina Oval? Muchos creen que sí, aunque para otros su pasado como dura fiscal californiana puede jugarle en contra.
Por eso, se barajan otras prominentes políticas.
Una es la legisladora de California Karen Bass, que a sus 66 años encabeza el grupo de congresistas negros que redactó un proyecto de ley de reforma policial que lleva el nombre del afroestadounidense George Floyd, cuya muerte a fines de mayo, asfixiado por un policía blanco, desató las multitudinarias manifestaciones que sacudieron al país.
También aparece Susan Rice, de 55 años y exasesora de seguridad nacional de Obama, a quien Biden conoce bien de sus años en la Casa Blanca. Y está la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms, de 50 años, destacada en medio de la crisis sanitaria y quien declaró tempranamente su apoyo a Biden hace más de un año.
Biden podría sin embargo apuntar a otro electorado crucial para los demócratas: el hispano. Allí tiene chances Michelle Lujan Grisham, de 60 años y primera gobernadora demócrata de Nuevo México.
En liza hay también dos senadoras destacadas: la veterana de guerra de 52 años, herida en combate, Tammy Duckworth, de Illiniois, y otra precandidata presidencial que tiró la toalla, Elizabeth Warren, de Massachusetts. Con 71 años, esta última genera interrogantes no sólo por sus posiciones de izquierda, como Bass, sino por su edad.
Clave para 2024
La elección del vicepresidente suele tener en vilo a Washington. Pero ahora es particularmente importante dado que Biden cumplirá 78 años el 20 de noviembre. Así, si vence a Trump será el presidente más viejo en asumir el cargo, superando al republicano Ronald Reagan, que tenía casi 74 cuando inició su segundo mandato en 1985.
“La elección del vicepresidente este año es mucho más importante de lo que normalmente es porque la gente espera que Biden solo cumpla un mandato”, dijo David Barker, profesor de gobierno de la American University en Washington.
“Y entonces, quien elija como su vicepresidente probablemente sea la próxima candidata demócrata a la presidencia dentro de cuatro años”, apuntó.
Barker dijo que consideraba improbable que Biden vaya a tomar una decisión de “alto riesgo” cuando supera a Trump en los sondeos por un margen cómodo, de hasta 10 puntos en algunas encuestas, incluso en estados que tradicionalmente no se han decantado con claridad hacia un partido.