Londres. Por temor a que se suicide, la Justicia británica rechazó este lunes extraditar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a Estados Unidos, que lo reclama para juzgarlo por espionaje y se declaró “extremadamente decepcionado” por el fallo, mientras el australiano recibió una oferta de asilo político en México.
“Considero que el estado mental del señor Assange es tal que sería opresivo extraditarlo a Estados Unidos”, afirmó la jueza Vanessa Baraitser en Londres. Y aceptó que “la salud mental del señor Assange se deterioraría motivándolo a cometer suicidio llevado por la ‘determinación obsesiva’ de su trastorno de espectro autista”.
Estados Unidos puede recurrir esta decisión y anunció que así lo hará. “Estamos extremadamente decepcionados” y “continuaremos buscando la extradición del señor Assange”, afirmó el Departamento de Justicia en Washington.
La defensa de Assange pedirá su libertad bajo fianza en una vista el miércoles.
Hasta entonces, el australiano, de 49 años, quien lleva 20 meses recluido en la cárcel londinense de Belmarsh desde su espectacular detención en abril del 2019 en la Embajada de Ecuador en el Reino Unido -donde vivió refugiado siete años-, permanecerá preso.
Después, podría tal vez instalarse en México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, anunció que le ofrecerá asilo político.
“Hoy marca una victoria para Julian. La victoria de hoy es un primer paso para obtener justicia en este caso”, afirmó tras la vista la abogada sudafricana Stella Morris, compañera sentimental de Assange con quien tiene dos hijos.
Un grito de júbilo estalló entre la treintena de manifestantes que se habían congregado a las puertas del tribunal para expresar su apoyo en un caso que denuncian como clave para la libertad de prensa.
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“¡Ganamos!”, gritaron abrazándose y dejando a un costado sus pancartas donde podía leerse “No extraditen a Assange, el periodismo no es un crimen” o “Liberen la verdad, excarcelen a Assange”.
“Estoy aquí esta mañana porque apoyo a un hombre que, en mi opinión, ha sido injustamente encarcelado por decir básicamente la verdad”, dijo una manifestante, Myra Sands, de 78 años.
También desde Rusia, donde vive exiliado, el excontratista de inteligencia estadounidense Edward Snowden -reclamado él mismo por filtraciones- afirmó esperar “que este sea el final (dichoso)” para Assange.
‘Ataque a la libertad de expresión’
Assange y WikiLeaks se hicieron famosos en el 2010 a raíz de la publicación de unos 700.000 documentos militares y diplomáticos confidenciales que pusieron a Estados Unidos en más de un aprieto.
Entre ellos figuraba un video en que se veía cómo helicópteros de combate estadounidenses disparaban contra civiles en Irak en el 2007, matando a una docena de personas en Bagdad, incluidos dos periodistas de la agencia de noticias Reuters.
Antes de pronunciarse, la jueza Baraitser examinó detenidamente en setiembre, tras meses de retraso debido a la pandemia de coronavirus, la solicitud estadounidense.
Afirmando temer que Assange, cuya salud física y mental parecía muy debilitada, se quitase la vida, Morris había entregado al gobierno británico una petición con 800.000 firmas contra su extradición.
Este ha sido uno de los principales argumentos de la defensa, junto con la denuncia que de que el australiano, que podría ser condenado a 175 años de cárcel si la Justicia estadounidense lo declarase culpable de espionaje, no tendría un juicio justo en Estados Unidos.
Washington lo acusa de haber puesto en peligro la vida de sus informantes con la publicación de los documentos secretos sobre las acciones militares estadounidenses en Irak y Afganistán, que revelaron actos de tortura, muertes de civiles y otros abusos.
Sin embargo, para su comité de apoyo, son “cargos con motivación política”.
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El redactor jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, llamó este lunes a no bajar la guardia.
“Es un día de victoria para Julian Assange, pero debemos ser cautelosos, no es necesariamente una victoria para el periodismo”, afirmó. “Me preocupa que inmediatamente los abogados del gobierno estadounidense afirmasen que van a apelar esta decisión”, agregó, subrayando que “la lucha no ha terminado”.
La defensa del australiano, coordinada a nivel internacional por el ex juez español Baltasar Garzón, denunció en el pasado que el presidente estadounidense Donald Trump quería practicar con él un castigo “ejemplar” en su “guerra contra los periodistas de investigación”.
Está ahora por ver cuál será la actitud del presidente electo estadounidense, el demócrata Joe Biden.