Washington. Paul Manafort, exjefe de la campaña del presidente Donald Trump, irá a la cárcel.
La medida ordenada el viernes por una jueza federal hizo que Manafort sea el primer funcionario de campaña de Trump en ser encarcelado luego de la labor del fiscal especial Robert Mueller, quien investiga la intromisión rusa en las elecciones del 2016.
Ya bajo una presión intensa para cooperar con los fiscales con la esperanza de obtener clemencia, Manafort pierde ahora la relativa libertad de la que disfrutaba mientras se preparaba para dos juicios penales en los que enfrenta la posibilidad de pasar el resto de su vida en prisión.
La jueza federal Amy Berman Jackson puso fin al arresto domiciliario de Manafort y ordenó que sea enviado a prisión, citando cargos recién presentados por obstrucción de la Justicia.
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Al emitir su fallo, Jackson dijo que tuvo problemas para tomar la decisión, pero que no podía “hacerse de la vista gorda” ante su conducta. “Ha abusado de la confianza depositada en usted hace seis meses , afirmó.
La semana pasada, un jurado federal de investigación acusó a Manafort y a un asociado de mucho tiempo atrás, Konstantin Kilimnik, de obstrucción a la Justicia y de asociación ilícita para obstaculizar la Justicia, lo que se suma a los múltiples cargos por delitos graves que ya enfrentaba.
Los cargos no están relacionados con su trabajo en la campaña de Trump ni implican señalamientos de interferencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses del 2016.
Presión a testigos
Manafort, de 69 años, y Kilimnik están acusados de intentar manipular a los testigos del caso, buscando que mintieran sobre la naturaleza de su trabajo político en Ucrania.
Los fiscales sostienen que Manafort y Kilimnik trataron que dos testigos dijeran que el trabajo de cabildeo realizado por expolíticos pagados clandestinamente solo ocurrió en Europa y no en Estados Unidos, un argumento que los dos testigos dijeron que sabían que era falso.
La distinción es importante porque las leyes estadounidenses establecen como delito el cabildeo en Estados Unidos a favor de extranjeros sin dar aviso a las autoridades, mientras que el realizado únicamente en Europa estaría fuera de la jurisdicción del fiscal especial.
Los abogados de Manafort han argumentado que su cliente no hizo nada malo y acusaron a los fiscales de crear un “complot siniestro” a partir de contactos “inocuos” con testigos.
Manafort permanecerá en la cárcel mientras espera dos juicios en los próximos meses, uno en Washington y otro en Virginia. Enfrenta varios cargos por delitos graves relacionados con trabajos políticos que hizo en Ucrania, dinero que canalizó a través de cuentas en el extranjero y préstamos que obtuvo sobre propiedades en Estados Unidos.