Las democracias en América Latina experimentaron transformaciones negativas durante los últimos años, según evidencia el último informe del Estado de la Democracia en el Mundo y las Américas en 2023.
En dicho estudio, elaborado por IDEA Internacional, países como Haití, Nicaragua y Venezuela muestran el peor retroceso; pero El Salvador y Guatemala también evidencian problemas en cuanto al respeto a la división de poderes.
Mientras tanto, la democracia en Costa Rica sufrió un fuerte retroceso en términos de representatividad, al caer del puesto 2 al número 13 a nivel mundial, entre el 2021 y el 2022.
Dicha caída fue producto de dos hechos relevantes que se enmarcan en el pasado proceso electoral: los ataques a la prensa y los cuestionamientos al financiamiento electoral de la campaña que llevó a Rodrigo Chaves al poder.
Kevin Casas Zamora, secretario general del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) y exvicepresidente de la República de Costa Rica, sostiene que la democracia en la región enfrenta “problemas muy serios”.
Casas Zamora considera, por ejemplo, que el debilitamiento de instituciones democráticas ha favorecido la aparición de “iluminados”, “mesías de vocación” e “improvisados” que ofrecen soluciones sencillas a problemas complejos.
No obstante, advierte de que el temor que los líderes populistas muestran con respecto a los mecanismos de control del ejercicio del poder debilita todavía más a la democracia.
El costarricense fue reelegido por cinco años al frente de IDEA Internacional, con sede en Suecia. Expresa que su objetivo será consolidar el proceso de expansión que ha seguido el Instituto en los últimos cinco años para contar ya son 35 países miembros.
“Lo más importante es tratar de ser cada vez más relevantes y eficaces en el mandato del Instituto, que es apoyar y proteger la democracia, así como profundizarla a escala global”, aseveró.
La Nación sostuvo una conversación con el secretario general de dicha organización para conocer su opinión sobre las situación actual de la región. A continuación, un extracto de la entrevista:
- ¿Cuál es el estado de la democracia en América Latina?
La región arrastra problemas antiguos y suma algunos nuevos, lo que evidencia una regresión democrática en varios países. La proliferación de experiencias que debilitan los procesos democráticos y los controles sobre el ejercicio del poder es notoria. Un caso visible, cercano a Costa Rica, es El Salvador, aunque no es el único.
”Es necesario plantear preguntas incómodas sobre cómo las instituciones democráticas están siendo vaciadas de significado con apoyo popular. En un país como El Salvador, esto solo puede querer decir que las instituciones democráticas fueron incapaces de resolver problemas para la gente.
”Las demandas y expectativas sociales están creciendo a una velocidad enorme, mientras las instituciones democráticas no cambian para atender esa demanda. Básicamente, tenemos la misma estructura de gobierno que teníamos hace un siglo, y en esa brecha creciente se están albergando monstruos, es donde echa raíces el populismo, la tentación autoritaria derivada de la percepción de que las soluciones autoritarias resuelven el problema”.
- ¿Cuáles debilidades presentan las democracias?
Observamos una deuda pendiente en la región en materia de Estado de derecho y un debilitamiento de los frenos y contrapesos en América Latina. La debilidad de los poderes judiciales, por ejemplo, es una manifestación de la fragilidad del Estado de derecho, al igual que el problema endémico de criminalidad e impunidad.
”El problema endémico de corrupción e impunidad está debilitando brutalmente a la democracia. En un momento en que las instituciones representativas tradicionales, como los partidos políticos y los congresos, están terriblemente debilitadas, me preocupa enormemente el tema del raquitismo, el estado comatoso en el que se encuentran los partidos políticos en toda la región.
”Esto significa que nos estamos quedando sin mecanismos para agregar intereses y preferencias. Lo que está ocurriendo es que las sociedades se están atomizando sin mecanismos de agregación, y aparecen los iluminados, los mesías de vocación, los medicastros que nos ofrecen soluciones sencillas y los improvisados, que es lo que estamos viendo en América Latina”.
- ¿Qué opina del resurgimiento de nuevos líderes como Javier Milei o Nayib Bukele que no tenían trayectoria política cuando el destino los colocó en la Presidencia?
El discurso populista tiene varios componentes centrales. El populismo es un estilo de discurso político, no es una postura ideológica, porque hay populismos de muy diferente signo ideológico.
“Es un estilo de hacer política, en el cual hay una gran desconfianza en las instituciones establecidas, en particular a los mecanismos de control del poder, porque el líder populista se ve a sí mismo como el intérprete de las necesidades del pueblo y cualquier cosa que limite su poder es vista como un atentado contra esa capacidad de darle al pueblo lo que el pueblo en la mente del líder está pidiendo.
”Es un discurso que ofrece soluciones simples a problemas muy complicados y un discurso en el que esa noción de pueblo es una noción muy limitada, pueblo es únicamente quien es partidario del líder. Digo, porque es un discurso que tiende a polarizar y a dividir la sociedad en partidarios del líder y enemigos.
“Yo creo, en particular, que la desconfianza que sienten los líderes populistas frente a los controles del ejercicio del poder les hace un daño enorme a la democracia”.
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- ¿A qué hace referencia el populismo que se apodera de América Latina?
Ahora, los populismos están ligados a la denuncia de la corrupción. Son populismos anticorrupción. En la medida en que los líderes populistas sienten una profunda desconfianza y atacan deliberadamente la independencia judicial, la prensa independiente y la capacidad de la sociedad civil para manifestarse y organizarse, así como a las autoridades electorales, siendo que las elecciones son el control más importante que existe sobre el ejercicio del poder, están atacando todos los mecanismos de limitación del poder. Y en la medida en que debilitan estos mecanismos de control del poder, hacen mucho más probable que prolifere la corrupción.
- ¿Considera que hay retrocesos en las democracias de la región?
En el área de la construcción democrática, donde la región avanzó mucho en estos 40 años, fue en la construcción de instituciones electorales robustas, capaces de celebrar elecciones de manera convincente y transparente. Y lo estamos viendo en muchos países de la región.
”Debo decir que empieza a sonar esto en Costa Rica; estamos viendo el ataque contra instituciones electorales robustas y creíbles desde el poder. Esto era algo que no teníamos en América Latina y que debilita uno de los grandes logros de la transición democrática.
”La otra área en la que la región avanzó mucho era en devolver a los militares a los cuarteles. Otra vez estamos volviendo a utilizar a los militares en tareas de naturaleza civil, lo estamos viendo en México, en El Salvador y en otros países. No solo no estamos avanzando en aquellas cosas que teníamos pendientes, sino que estamos retrocediendo en las cosas en las que genuinamente la región había avanzado mucho en materia de construcción democrática. Así que no, no andamos bien”.
- ¿Qué sector de la democracia se encuentra aún estable?
La única parte que muestra signos de vitalidad y mejoramiento es el elemento participativo. Nosotros lo veníamos detectando desde la pandemia, pese a las enormes restricciones justificadas por la emergencia de salud pública en todo el mundo respecto de la posibilidad de salir a las calles a manifestarse y de juntarse para actividades políticas.
”Pese a esas limitaciones, la gente siguió saliendo a las calles a manifestarse, siguió haciendo valer sus derechos a través de la protesta cívica. Una gran vitalidad del componente de activismo cívico de la democracia es donde está, en este momento, de alguna manera, el futuro de la democracia.
“No depende tanto de lo que hagan los políticos y los partidos políticos y las instituciones tradicionales, sino de la vitalidad del involucramiento cívico de la gente, haciendo valer sus derechos. Esa es la parte de la democracia que está más viva”.