París. El reelegido presidente francés, Emmanuel Macron, enfrenta desde este lunes un doble reto: unir a un país dividido tras la elección presidencial y preparar la batalla de las legislativas, que la ultraderecha y la izquierda plantean como una “tercera vuelta”.
Nada más conocerse la victoria de Macron el domingo, cuando se convirtió en el primer presidente en lograr la reelección desde el conservador Jacques Chirac en el 2002, sus rivales derrotados salieron en tromba para advertir que buscarán la revancha en junio.
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“Lanzamos esta noche la gran batalla electoral de las legislativas”, aseguró Le Pen, tras perder el balotaje con un 41,5% de votos frente al centrista (58,5%). “La tercera vuelta comienza esta noche”, dijo Jean-Luc Mélenchon, tercero en la primera vuelta con casi un 22% de votos.
Los comicios parlamentarios del 12 y el 19 de junio son claves para que el mandatario pueda llevar a cabo su programa para una “Francia más independiente”, su proyecto “social y ecológico”, “basado en el trabajo”, como prometió el domingo por la noche.
Su equipo pasó a la ofensiva el lunes por la mañana. El jefe de los diputados de su partido La República en Marcha (LREM), Christophe Castaner, aseguró que los franceses le darán “la ambición y los medios” para poder aplicar el programa con el que fue elegido.
Entre sus promesas para transformar Francia figura el “renacimiento” de la energía nuclear y alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050, pero también la impopular medida de atrasar la edad de jubilación de los 62 a los 65 años.
El ‘rey desnudo’
Una mayoría de franceses, según dos sondeos publicados justo después de su reelección, no quiere que el mandatario centrista disponga de una mayoría parlamentaria, como la que goza desde el 2017 en la cámara baja, lo que abriría la puerta a la “cohabitación”.
Sin mayoría, “no puede hacer nada. El rey está desnudo”, explicó Dominique Rousseau, profesor de derecho constitucional en la universidad Panthéon-Sorbonne. Una vez escogido por el presidente, el primer ministro fija el rumbo del gobierno.
Francia ya conoció este modelo en el pasado. En 1997, Chirac nombró como primer ministro al socialista Lionel Jospin. El presidente conservador había sido previamente el primer ministro entre 1986 y 1988 de su predecesor socialista, François Mitterrand.
En un sistema de elección uninominal a dos vueltas, el partido de Mélenchon, ecologistas y comunistas negocian ya hacer un frente común para obtener la mayoría de circunscripciones. En una extrema derecha dividida, también se alzaron voces para presentar un bloque unido.
La nueva ofensiva llega en un contexto de descontento y de abstención, que fue la más alta, en torno al 28%, para un balotaje presidencial desde 1969. “Un 35% del cuerpo electoral no votó, o votó blanco y nulo”, resumió en la cadena LCI el politólogo Jérôme Jaffré.
Las razones son múltiples. Los jóvenes, que ya bloquearon liceos en las dos últimas semanas y ocuparon la simbólica universidad de la Sorbona, reprochan al presidente saliente su balance ecológico y social. Los votantes de izquierda cargan contra la reforma de las pensiones.
‘Apaciguar’
Su primer mandato estuvo marcado por las crisis: protestas sociales contra su política hacia las clases populares, como los “chalecos amarillos”, una pandemia mundial que confinó Francia y una guerra en Ucrania que alimentó la preocupación de los franceses sobre su poder adquisitivo.
La pandemia y su intento de mediar entre Moscú y Kiev reforzaron su imagen de líder competente en tiempos de crisis. La Unión Europea (UE) acogió con alivio su elección e incluso el presidente ruso, Vladímir Putin, le deseó “éxito” en su nuevo mandato pese a las tensiones sobre Ucrania.
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Pero, sus polémicas frases forjaron su reputación de “presidente de ricos” y “arrogante” que todavía le persigue. “Macron es consciente de que tiene que apaciguar”, manifestó a la radio RTL la ministra de Trabajo, Elisabeth Borne, cuyo nombre circula para sustituir al actual primer ministro, Jean Castex.
El resultado de la elección fue una Francia más dividida. Consciente de la situación, en su breve discurso de la victoria, Macron, de 44 años, prometió que sería el presidente “de todas y todos los franceses” y prometió un “método renovado” para dirigir el país. “Ha dicho que iba a cambiar, que iba a haber una renovación en su política y es lo que esperamos”, aseguró el lunes por la mañana Salim Boutalen, un educador social de 33 años de Burdeos.