París. Con la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, espera proteger empleos en su país, pero su política no solo enfurece a sus socios comerciales sino que podría costarles caro a los obreros estadounidenses, estiman expertos.
Trump dijo el jueves que la próxima semana anunciará la imposición de aranceles de 25% sobre el acero y de 10% sobre el aluminio importados por Estados Unidos.
Este anunció levantó una ola de indignación entre los principales socios comerciales de Estados Unidos, como Canadá, la Unión Europea, China y México, muchos de ellos productores de estos dos materiales, lo que hace temer una guerra comercial.
El acero y el aluminio --aunque en menos proporción-- centran desde hace años las tensiones comerciales a nivel mundial.
"Esto se debe a una sobreproducción de acero a nivel mundial y a que los empleos están concentrados en las regiones que han sufrido procesos de desindustrialización", explica a la AFP Nigel Driffield, profesor de comercio internacional en la Warwick Business School.
La importancia del acero y del aluminio en el comercio mundial se explica también por su uso en varios sectores cruciales, entre ellos la construcción y las infraestructuras, los equipos mecánicos y la industria automotriz. Se utiliza incluso para las latas de Coca-Coca.
"Hay también tensiones en Occidente entre los productores de acero y los que compran acero más barato proveniente de Asia", señala Nigel Driffield.
El año pasado, Estados Unidos importó 35,6 millones de toneladas de acero, es decir 36% de su consumo o el equivalente a $33.600 millones, según cifras de la consultora Wood Mackenzie.
Apenas 2,9% de las importaciones estadounidenses vinieron de China.
"Los aranceles no tendrán mucho impacto en las exportaciones de acero chino y China no tiene tanto que perder como los socios comerciales tradicionales de Estados Unidos", subraya Ming He, de Wood Mackenzie.
"Las medidas proteccionistas contempladas tendrán más efectos negativos sobre las importaciones de acero proveniente de Canadá, México y Brasil", estima el analista, quien agregó que Corea del Sur se verá "bastante afectada".
La política de Donald Trump indigna a sus socios internacionales, pero además podría no tener las consecuencias deseadas en el plano doméstico.
Esta política se dirige al electorado de la “Rust Belt”, una región del noreste de Estados Unidos en donde estaban implantadas las industrias pesadas del país, ahora en declive.
"Los electores de Trump van a acoger positivamente” los anuncios del presidente “ya que tienen la impresión de haberse visto afectados injustamente por la competencia proveniente de Asia, más competitiva”, explica Nigel Driffield.
Pero “de forma general, las medidas de proteccionismo general como esta solo funcionan a corto plazo”, agrega.
En efecto, algunos economistas temen que este anuncio tenga consecuencias nefastas en la confianza de los actores económicos y por ende en la actividad económica en Estados Unidos y otros países del mundo.
"Cualesquiera que sean las razones, la imposición de estos aranceles son una mala decisión económica y el momento no es bueno”, estiman los economistas de Berenberg. Esto potencialmente mitigará los efectos positivos de la reforma tributaria de Donald Trump, advierten.
Al final, los trabajadores estadounidenses que Trump busca seducir podrían ser las principales víctimas de su política económica.
"Los aranceles sobre el acero no van a resolver el problema subyacente --los altos costos de la industria siderúrgica estadounidense-- que ha obligado a los usuarios a buscar importaciones más baratas", estima Ming He.
"La intención de Donald Trump es proteger a los empleados en los sectores de aluminio y acero, pero esto se verá neutralizado por más pérdidas de empleos en las industrias que consumen muchos metales, como los automóviles", advierte.