Londres. Dos circunscripciones de Inglaterra votaban este jueves para reemplazar a diputados conservadores que dimitieron y, si el partido de Boris Johnson recibe un nuevo revés, el controvertido primer ministro, debilitado por los escándalos, puede volver a verse en dificultades.
Estas legislativas parciales se celebran 17 días después de que Johnson sobreviviera a una moción de confianza lanzada por diputados de su formación en un intento de hacerlo caer. El primer ministro salvó el puesto pero los 148 votos (de 359) en su contra hicieron patente el creciente descontento entre sus filas.
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Los sondeos pronostican sendas derrotas conservadoras en Wakefield, un tradicional feudo de la izquierda en el denominado “muro rojo” del norte desindustrializado de Inglaterra que la derecha conquistó en el 2019, y en Tiverton-Honiton, circunscripción históricamente conservadora del suroeste del país.
Sin embargo, Johnson descartó dimitir en caso de nuevo revés electoral. “¿Están locos?”, afirmó a los periodistas en Ruanda, donde asiste a una cumbre de la Commonwealth. “Normalmente los partidos gobernantes no ganan las elecciones parciales, sobre todo a mitad de su mandato”, defendió.
El escaño de Wakefield quedó vacante cuando el diputado conservador Imran Khan fue condenado a 18 meses de cárcel por agresión sexual a un adolescente de 15 años. En Tiverton-Honiton, su colega Neil Parish, de 65 años, dimitió tras ser descubierto mirando contenidos pornográficos en su teléfono móvil en el Parlamento.
Si estos dos escaños se pierden, se achacará a la caída de popularidad de Johnson, considerado un “mentiroso” por una mayoría de británicos y enfrentado al descontento social por una histórica inflación, del 9,1% en mayo. La crisis por el coste de la vida ya provocó masivas huelgas en los ferrocarriles esta semana y amenaza con propagarse a la educación, la sanidad, los correos e incluso los abogados penalistas.
Vencedor de las legislativas del 2019 gracias a la promesa de realizar el Brexit, Johnson ya no es considerado una apisonadora electoral por sus seguidores, tras perder dos legislativas parciales el año pasado y sufrir un revés electoral en los comicios locales de mayo.
Acosado por el ‘partygate’
“Por lo que veo”, la idea de esta votación es “asestar un golpe a Boris Johnson”, afirmaba en Wakefield la maestra jubilada Judy Froggat, denunciando que “la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor”. “Fui profesora durante 36 años y siempre les dije a los niños que dijeran la verdad”, agregaba, “el hombre que gobierna el país es un mentiroso descarado” y “es un mensaje realmente malo”.
Entre numerosos escándalos, el primer ministro se ve perseguido desde diciembre por el “partygate”, nombre dado a las múltiples fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos del 2020 y 2021. Johnson solo recibió una multa por participar en una celebración por su 56 cumpleaños, el 19 de junio del 2020 en la sala del consejo de ministros.
Se convirtió, sin embargo, en el primer jefe de gobierno en ejercicio sancionado por infringir la ley. Pidió perdón asegurando que no se le había “ocurrido” que el encuentro “pudiera constituir una infracción de las normas” que él mismo había impuesto, pero rehusó dimitir.
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Algunos de sus colaboradores dimitieron en protesta, como John Penrose, su “zar anticorrupción” que renunció el 6 de junio considerando “bastante claro que (Johnson) infringió” el código de conducta y que también él debería irse. Diez días después lo hizo Christopher Geidt, consejero del primer ministro en materia de ética y cumplimiento del código deontológico ministerial.
Geidt, que fue durante diez años secretario privado de la reina Isabel II, consideró que era una “afrenta” que el primer ministro “pudiera de alguna manera incumplir deliberadamente su propio código”. Tras el voto de confianza del 6 de junio, el Partido Conservador no puede intentar otra acción de este tipo contra su líder.
Sin embargo, el primer ministro será próximamente objeto de una investigación parlamentaria para determinar si mintió a sabiendas a los diputados cuando aseguró que no hubo en Downing Street unas fiestas que posteriormente fueron sancionadas por la policías con 126 multas.
Engañar al Parlamento es normalmente motivo de dimisión y si Johnson se resiste una creciente rebelión entre sus filas podría presionarlo a hacerlo.