Minsk. El presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, afirmó este jueves durante un congreso de dirigentes gubernamentales que su régimen triunfó frente a los “ataques” y la “guerra relámpago” lanzada contra su gobierno, en alusión al movimiento de protesta de 2020, obra, según él, de un complot occidental.
En un discurso ofrecido ante la llamada Asamblea Popular Panbielorrusa, integrada por 2.700 directivos del régimen, consideró que Bielorrusia "sufrió un ataque de los más crueles desde el exterior".
“Pero la ‘guerra relámpago’ fracasó, y hemos conservado (el control) del país”, sostuvo ante la Asamblea, a la que no asistió ningún opositor, y que durante dos días debatirá sobre el futuro político, económico y social de la exrepública soviética en los próximos cinco años.
En el momento álgido de las manifestaciones del 2020, la mayor oleada de protestas desde que Lukashenko llegó al poder, en 1994, el presidente prometió que durante esta Asamblea presentaría reformas institucionales y constitucionales.
Pero el jueves se limitó a pedirles a los delegados que “reflexionen” sobre ello.
“Debemos estudiar atentamente las cuestiones de desarrollo de la sociedad, el papel de los ciudadanos en la vida política del país y reflexionar sobre la posibilidad de corregir la Ley Fundamental”, declaró.
Desde agosto solo ha mencionado una reducción de sus prerrogativas y la posible convocatoria de elecciones presidenciales anticipadas.
"Un día, ustedes elegirán a otro Lukashenko, o a otro", comentó el mandatario.
Las diatribas del presidente se vieron entrecortadas por los aplausos de los delegados, sentados en fila, la mayoría sin mascarilla, vestidos con trajes oscuros y uniformes.
La oposición, por su parte, tachó la Asamblea de farsa.
La principal opositora y rival en las elecciones presidenciales, Svetlana Tijanóvskaya, quien se vio obligada a exiliarse en Lituania, declaró que no esperaba nada de esta Asamblea.
“No son delegados del pueblo. Esto no significa nada para los bielorrusos”, afirmó esta profesora de Inglés de 38 años respaldada durante meses por el movimiento de protesta a gran escala en esta exrepública soviética.
Según la página web del gobierno, el tema del congreso no es la reforma institucional, sino recomendaciones para el "programa de desarrollo socioeconómico de Bielorrusia para 2021-2025".
Lukashenko no ha mencionado últimamente la reforma de la Constitución prometida y ha insistido en un sondeo sobre el bienestar de la población, cuyos resultados se revelarán durante la Asamblea.
Fuerza contra oposición
Después de semanas de manifestaciones que hicieron temblar al régimen, el sistema Lukashenko logró sofocar las protestas con detenciones masivas, violencia policial y los arrestos y exilios forzosos de todas las figuras destacadas del movimiento.
El ministro de Relaciones Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, tildó la Asamblea de “intento de imitar un diálogo con la sociedad civil”.
“La persecución de los opositores políticos (...) muestra claramente que esto es solo un diálogo entre Alexaánder Lukashenko y sus partidarios”, declaró.
Alemania, por su parte, está dispuesta a recibir “lo antes posible” a 50 opositores bielorrusos, informó el gobierno.
Los países occidentales condenaron la represión y sancionaron a Minsk, pero el líder bielorruso contó con el respaldo de Moscú.
“Todo dependerá de nuestra unidad con Rusia. Solo si estamos unidos podremos garantizar la estabilidad de nuestros países”, recalcó el jueves Lukashenko, quien aseguró que los intentos de Occidente de provocar un cambio en Bielorrusia eran “un trampolín” para “atacar” a Moscú.
La Policía advirtió de que “eliminaría cualquier acción ilegal” jueves y viernes, mientras que el canal opositor de Telegram NEXTA convocó una manifestación.
Varias calles del centro de Minsk permanecerán cerradas, oficialmente por la nieve, según la prensa local.