Jartum. Una multitud de sudaneses seguía este miércoles, por quinta jornada consecutiva, desafiando al régimen del presidente Omar Al Bashir ante el cuartel general del Ejército, cuya posición sigue siendo incierta en este enfrentamiento entre poder y manifestantes.
Prueba de que el presidente Bashir, de 75 años, no está dispuesto a ceder a la presión de la calle, el Partido del Congreso Nacional (NCP), en el poder, llamó a una movilización de apoyo al mandatario el jueves en Jartum.
“Pido a todos los miembros del NCP en el Estado de Jartum que participen” indicó este miércoles en un comunicado Ahmed Harun, jefe de la agrupación.
Desde hace cinco días, una gran multitud se congregó ante el cuartel general de las Fuerzas Armadas, en la capital sudanesa, para pedir que Bashir, en el poder desde hace tres décadas, abandone la jefatura del Estado.
El martes, 11 personas, de las cuales seis miembros de las fuerzas de seguridad, murieron en las manifestaciones en Jartum, indicó el miércoles el portavoz del gobierno, Hasán Ismail, sin precisar las circunstancias, según la agencia oficial Suna.
Las manifestaciones empezaron en diciembre por la decisión del gobierno de triplicar el precio del pan en un país sumido en la crisis económica. Rápidamente, se convirtieron en un movimiento contra Bashir.
"¡El pueblo quiere que caiga el régimen!" corearon toda la noche pasada los manifestantes, que hicieron la "V" de la victoria y encendieron sus teléfonos como si fueran velas.
Agitando banderas nacionales, también volvieron a pedir al Ejército que se sumara a su movimiento de protesta, que se ha reforzado desde el pasado sábado.
“Creemos que el apoyo de los soldados y el de la Policía va a crecer, estamos seguros”, afirmó uno de los manifestantes.
“Los soldados en el cuartel general están encolerizados por los ataques con gases lacrimógenos”, que sufrieron los manifestantes esta semana, y “están determinados a impedirlos” agregó otro manifestante.
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Sin intervenciones
El martes, la Policía anunció que había ordenado a sus fuerzas que no intervendría contra los manifestantes.
"Pedimos a Dios que conserve la seguridad y la calma en nuestro país" y "una a los sudaneses (...) para alcanzar un acuerdo de apoyo a una transición pacífica", dijo un portavoz policial en un comunicado.
Pero las intenciones de los militares siguen siendo de momento un misterio. En un comunicado divulgado el lunes, el general Kamal Abdelmarouf, jefe del Estado mayor del Ejército, precisó que este seguía “cumpliendo con su responsabilidad de proteger a los ciudadanos”.
El miércoles por la mañana, los manifestantes intentaban reunir fondos para garantizar agua y alimentos a la muchedumbre que permanecía ante el cuartel general del Ejército, cuando la temperatura supera los 40 grados a la sombra.
El nuevo balance comunicado el miércoles por el portavoz gubernamental establece en 43 la cantidad de muertos desde que comenzaron las protestas en diciembre, según las autoridades. Las ONG estiman que fueron más, y mencionaron 51 fallecidos antes de que se reactivara la protesta el sábado.
Según Sadek al Mahdi, al frente del principal partido de oposición, hombres armados con los rostros cubiertos mataron a 20 personas desde el comienzo de las manifestaciones el sábado.
Una manifestante cuyas imágenes sobre un coche arengando a la multitud se volvieron virales en las redes sociales, las sudanesas tienen un papel esencial en la movilización.
“Las mujeres sudanesas siempre participaron en las revoluciones de este país”, dijo a Alaa Salah. “Estoy orgullosa de participar en esta revolución y espero que alcanzaremos nuestro objetivo”, aseguró.
Desde el inicio de las protestas, Bashir, ante el mayor reto desde que llegó al poder según los expertos, se niega a dimitir. Tras intentar reprimir con fuerza las manifestaciones, el 22 de febrero declaró el estado de emergencia durante un año en todo el país.
La movilización había perdido fuelle en las últimas semanas pero tomó un nuevo impulso el sábado 6 de abril, una fecha que recuerda la revuelta del 6 de abril de 1985, que permitió derrocar el régimen del presidente Jaafar al Nimeiri.