Aquisgrán, Alemania. La canciller Angela Merkel pidió con entusiasmo este sábado, en su último mitín como canciller, que los alemanes voten por Armin Laschet, muy igualado en intenciones de voto con el socialdemócrata Olaf Scholz, lo cual torna impredecible el resultado de las legislativas del domingo.
Pese a haberse mantenido al margen de la campaña, en los últimos días, Merkel ha dejado de lado el pudor y quiere que la unión conservadora logre la victoria. Una derrota ensombrecería en parte el legado de esta mujer quien, con 16 años al frente de la cancillería, va a igualar el récord de Helmut Kohl.
Todavía muy popular entre el electorado, tras cuatro mandatos en los que se ha erigido como figura clave en la política internacional, Merkel es la primera canciller saliente desde 1949 que no se presenta a la reelección.
"Se trata de su futuro, el futuro de sus hijos y el futuro de sus padres y solo cada cuatro años tienen la oportunidad de decidir a nivel federal quién debe dar forma a ese futuro para ustedes en Berlín", manifestó la canciller en un discurso en Aquisgrán, junto al candidato democristiano.
Laschet, de 60 años, es bastante impopular y conocido por sus pasos en falso. “Aprendió política desde cero y dirige este estado de Renania del Norte-Westfalia próspero”, elogió Merkel, quien describió al candidato como alguien capaz de “tender puentes entre la gente” y aceptar sus “diferencias”.
Prácticamente igualados
El candidato conservador también pasó al ataque y mencionó los peligros de un giro a la izquierda con Olaf Scholz, de 63 años, el moderado líder del socialdemócrata SPD y ministro de Finanzas de Merkel desde 2018.
Pese a que el centro-derecha siempre ha tenido más del 30% de los votos en las elecciones alemanas y cinco de los ocho cancilleres desde la Segunda Guerra Mundial han pertenecido a esta tendencia política, en estas elecciones legislativas podría tener el peor resultado electoral de su historia.
Laschet consiguió tener una pequeña ventaja sobre el SPD al inicio del verano boreal, pero su imagen, riendo detrás del presidente Frank-Walter Steinmeier cuando visitó a las víctimas de las cruentas inundaciones de julio, asestó un duró revés a su imagen.
Según los sondeos más recientes, los socialdemócratas tendrían en este momento un 25% de intenciones de voto, frente al 21-23% de la alianza entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU).
Y usar a Merkel como baza para ganar puntos, podría tener un efecto indeseado para los conservadores, dijo el analista político Oskar Niedermayer, de la Free University de Berlín.
"Merkel aún es la política más querida, pero las apariciones conjuntas pueden resultar ser un problema para Laschet porque la gente los va a comparar", indicó.
El viernes, Merkel apeló al electorado de mayor edad, predominante en Alemania, al que pidió mantener a sus conservadores en el poder en aras de la estabilidad.
"Para que Alemania siga estable, Armin Laschet debe convertirse en el canciller federal y la CDU y CSU deben ser la fuerza principal", pidió.
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En el otro extremo del país, Scholz se reunirá este sábado con votantes para mantener "diálogos sobre el futuro" en su feudo de Potsdam, cerca de Berlín.
Scholz, con reputación de político serio y calificado pero más bien aburrido, ha evitado cometer errores en su campaña y logró obtener apoyo popular al presentarse como el "candidato de la continuidad" de Merkel, en lugar de Laschet.
Pero el viernes, Scholz urgió un "nuevo inicio para Alemania" y un "cambio de gobierno" después de 16 años bajo Merkel.
Los verdes, terceros
Frente a Laschet y Scholz, Los Verdes alemanes, que en un principio fueron considerados una baza importante, sobre todo después de las inundaciones de julio, no han logrado imponerse en la campaña.
Los sondeos dan a su líder, Annalena Baerbock, un 15% de los votos, en tercera posición, por delante del partido liberal FDP, con 11%. Sin embargo, el partido ecologista podría tener un papel clave en la futura coalición, cuya formación se anuncia compleja, dependiendo del partido decida apoyar.
En las últimas elecciones del 2017, los partidos alemanes necesitaron cinco meses para pactar una coalición y poner a andar el nuevo gobierno.