México. Los tres principales contendientes por la Presidencia de México en julio lanzaron este domingo sus candidaturas antes de una campaña que se anticipa encarnizada y marcada por el hartazgo con los políticos tradicionales.
El favorito de los sondeos, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, conocido también como AMLO, se proclamó candidato en un céntrico hotel de Ciudad de México, colmado de militantes que minutos antes lo designaron en votación a mano alzada, entre cánticos y gritos propios de una barra de fútbol.
“No vamos a traicionar al pueblo de México, estoy consciente de mi responsabilidad histórica, quiero ser recordado como un buen presidente”, dijo AMLO ante los asistentes, que le respondieron cantando “es un honor estar con Obrador”.
Exalcalde de Ciudad de México y de 64 años, se postula por tercera ocasión y ha moderado su estilo combativo y en ocasiones intolerante en busca de más votos.
Sin embargo, la impopularidad del actual Enrique Peña Nieto y de su Partido Revolucionario Institucional (PRI), hoy rebasado por acusaciones de corrupción, y un repunte de la violencia criminal, han hecho más atractivos los cambios planteados por AMLO.
“Soy terco, es de dominio público... Con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada, (por eso)voy a acabar con la corrupción”, agregó el candidato.
LEA MÁS: El PRI gana unas elecciones legislativas marcadas por la violencia en México
Para Duncan Wood, director del Mexico Institute del Wilson Center en Washington, las elecciones de julio estarán centradas en aquellas personas “desesperadas por un cambio en México”.
“Y están dispuestas a probar cualquier cosa que sea distinta”, agrega, aunque advierte que muchos otros mexicanos están “genuinamente preocupados” por lo que puede acarrear dicho cambio.
En segundo lugar está Ricardo Anaya, un exlegislador de 38 años, militante del conservador Partido Acción Nacional (PAN), cuya juventud y promesas de acabar con los males del PRI son repelidas por sus detractores con acusaciones de corrupción y maquiavelismo.
Anaya competirá por la presidencia en una alianza inédita con el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
“Yo no quiero ser presidente de México para seguir con lo mismo (...) ya quiero ser presidente para hacer realidad el cambio profundo que hoy necesita nuestro país”, dijo Anaya al ser proclamado.
México “va cambiar, el PRI ya se va, la pregunta clave en este tipo de elección es qué tipo de cambio queremos, un cambio viendo al futuro o uno atrapado en el pasado”.
En tercera posición se ubica José Meade, un respetado exministro de 48 años, sin militancia partidaria, con el que el PRI busca librarse de sus propios pasivos presentándolo como un candidato “ciudadano e independiente”.
“Lo hago por México y los invito a todos a que lo hagan por México”, dijo Meade al asumir la candidatura ante unos 19.000 militantes del PRI, reunidos en un estadio de la capital mexicana, según datos del partido.
La mayoría de las encuestas ubican a AMLO holgadamente arriba del 30% de las preferencias, mientras que Anaya y Meade se mueven en el entorno del 20%, con el panista en el extremo superior de ese porcentaje y el del PRI en la parte baja, según datos del sitio Oraculus.mx.
En México, cuya legislación electoral no contempla el balotaje, los últimos mandatarios fueron elegidos con menos de 40% de los votos.
La campaña electoral empieza oficialmente el 30 de marzo.
Lucha electoral
Hasta ahora, Anaya y Meade se han enfrascado en un duelo donde cada uno asegura ser el único retador de López Obrador, en busca de encausar a su favor el elevado anti-voto de AMLO, amado y odiado con igual intensidad.
Sus detractores lo ven como un caudillo mesiánico, mientras que sus seguidores lo consideran el único capaz de acabar con “la mafia del poder”, frase con la que AMLO etiqueta a los políticos tradicionales y a muchos de sus críticos.
Pero a diferencia de elecciones como la del 2006, cuando su agresividad verbal y una dura campaña lo llevaron a perder por menos de 250.000 votos, López Obrador hoy se muestra risueño y pragmático.
Cuando el hashtag “AMLOvich” comenzó a aparecer en Twitter –una referencia a sus supuestos lazos con Rusia– astutamente convirtió el insulto en ironía, poniéndose un sombrero ruso con la leyenda “Andrés Manuelovich”.
En meses recientes, se ha acercado a la clase empresarial, y ha acogido a exmilitantes del PAN y el PRI.
“Vamos a ver si López Obrador logra mantener ese liderazgo, si esas alianzas que ha creado le van a redituar o le van a restar votos”, apunta el analista Fernando Dworak sobre el candidato que se ganó feroces críticas al proponer amnistía para líderes de cárteles, aunque luego matizó esa idea.