La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca marca una nueva era para Estados Unidos y el mundo. Tras la salida de Donald Trump, el demócrata asumió como presidente el 20 de enero en plena crispación y afronta crisis en múltiples frentes.
En su discurso de investidura, Biden dijo que prevaleció la democracia luego del asalto al Capitolio alentado por Trump y efectuado por sus seguidores hace tres semanas. También prometió “derrotar el extremismo político, el supremacismo blanco y el terrorismo doméstico”, los cuales, reconoció, han surgido en la sociedad.
Para Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, uno de los principales think tanks (tanques de pensamiento) de Washington sobre América Latina, los grupos extremistas forman parte de los problemas estructurales de Estados Unidos y considera que aunque los radicales no desaparecerán con la salida del magnate, sí perdieron un respaldo importante.
En esta entrevista, Shifter advierte que un fracaso de Biden podría llevar a la elección de otro mandatario populista en cuatro años. Además, se refiere al programa migratorio del nuevo gobierno y reconoce que hay un alivio en gran parte de la población con el demócrata en el poder, aunque no omitió mencionar que Trump reunió un apoyo significativo en las últimas elecciones presidenciales.
– ¿Cuál es la fotografía del país que deja Donald Trump y el que asumió Joe Biden el 20 de enero?
– Es una herencia muy difícil, sin precedentes. No recuerdo ninguna administración estadounidense que enfrentara una crisis tan profunda. Desde el punto de vista histórico, nunca ha habido una herencia tan complicada para una administración.
“Abraham Lincoln enfrentó la esclavitud y la guerra civil, y Franklin Roosevelt, la depresión. En el caso de Biden tiene todo: crisis económica, divisiones sociales y raciales y la pandemia, que es un tema urgente.
“La llegada de Biden ha generado cierta esperanza para calmar la situación y tener un gobierno un poco más tranquilo y competente del que se ha visto durante los años de Trump.
“Hay un sector importante del país que siente un alivio de que Trump esté fuera de la Casa Blanca y que no tenga la plataforma que tuvo por cuatro años. Sin embargo, también sabemos que la mayoría del Partido Republicano todavía apoya a Trump y que no ve a Biden como un presidente legítimo, pues están convencidos de que la elección fue robaba y hubo fraude masivo.
“El día de la toma de posesión fue, a mi juicio, un día de la restauración de alguna normalidad en el país, de volver a la dignidad y decencia. Biden tiene una trayectoria que demuestra un gran sentido de empatía, decencia y dignidad en su carrera y creo que gran parte del país ha estado buscando eso, pero también hay un gran porcentaje que tiene otras ideas, entonces no será una tarea fácil de cumplir”.
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– ¿Cree que Trump alentó a los extremistas y brindó una plataforma importante a estos grupos radicales durante los cuatro años que estuvo en el poder?
– Esa corriente extremista, radical y racista no es nueva. Lo nuevo es que esas diferentes corrientes encontraron un líder en Trump, que es un showman, que logró conectarse con muchas personas, entonces él ha tenido esa atracción y sin duda alentó desde el inicio de su campaña a estos grupos.
“Fue clarísimo. Hubo un patrón muy consistente y lo vimos en la campaña en el 2016, en su presidencia y obviamente llegó a su punto más bajo y trágico el 6 de enero cuando incitó la insurrección al Capitolio. El hecho de que Biden hiciera énfasis en su discurso en el tema de la importancia de la verdad, demuestra lo mal que está el país para tener que decir algo tan obvio.
“Su discurso me pareció muy bueno y hubo muchos términos conocidos. Lo interesante es que esas palabras conocidas adquieren una fuerza mucho mayor en estas circunstancias, porque la democracia se había deteriorado mucho y la retórica fue muy agresiva desde la Casa Blanca”.
– Estas agrupaciones no van a desaparecer, pero con la salida de Trump pierden ventanas importantes... ¿qué podría pasar ahora con estos grupos?
– Estos grupos representan una especie de cáncer y hay que eliminar ese cáncer. Considero que Biden tiene que tomar recursos y fortalecer la capacidad de la Inteligencia sobre el terrorismo doméstico, la cual, en mi criterio, ha sido inadecuada. No se puede dejar que estos grupos sigan funcionando, porque son una amenaza para la democracia.
“También hay que producir resultados. La primera prueba para Biden será repartir la vacuna y tomar control de la situación de la covid-19, porque si no produce resultados y demuestra que es capaz en su gestión podría provocar que otro populista llegue al poder. Si Biden fracasa, aumenta la posibilidad de que otra figura política demagoga, un populista como Trump, vuelva al poder”.
– ¿Qué consecuencias puede tener para Biden la toma del Capitolio en la escena internacional?
– Ese incidente fue un regalo para los gobiernos más autoritarios, ellos estaban felices y hacían bromas, ya que en Estados Unidos hay mucho orgullo de la calidad de la democracia. La insurrección creo que será algo con lo que la Administración de Biden tendrá que lidiar en el mundo, pues vendrán acusaciones de hipocresía y doble cara.
“La única forma de tratar eso es mostrando resultados en el área doméstica, fortaleciendo la democracia de Estados Unidos y mostrar que el país puede ser resiliente y reinventarse como en otros momentos de la historia. Aunque eso fue un golpe, representó un retroceso vergonzoso para Estados Unidos y no va a ser tan fácil usar en el lenguaje la palabra ‘democracia’ cuando el mismo país pasó por un momento tan trágico”.
– ¿A qué atribuye ese giro del gobierno de Biden a favor de flexibilizar la política migratoria como ningún otro gobierno estadounidense lo ha planteado?
– Es un cambio dramático. Cuando Biden fue vicepresidente dedicó mucho tiempo a América Latina y sobre todo a los países de Centroamérica, que son el origen de muchas migraciones a Estados Unidos. Creo que le ha dolido mucho el trato, la mano dura y las restricciones contra los migrantes. Él parece decidido a revertir esto en la medida posible y mediante decisiones ejecutivas que ya está tomando.
“También está presentando una reforma comprensiva de inmigración que es algo que se había intentado sin éxito desde Ronald Reagan. Ahora plantea esta propuesta ambiciosa, audaz y clara, y ha generado mucha expectativa, pero habrá que ver cómo será recibida la iniciativa en el Senado, porque ya sabemos por experiencia que pasar una reforma migratoria comprensiva no es fácil políticamente.
“El hecho de que él planteara este proyecto es muy simbólico para tratar de reformar un sistema que está roto y que no funciona desde hace tiempo, pero muchas administraciones anteriores no han podido lograr mucho progreso en este tema. Considero que tendría un efecto muy positivo en la relación con América Latina, ayudaría mucho a la imagen de Estados Unidos y encajaría muy bien con los valores y principios de Biden”.
– ¿Hay otro asunto que considere urgente en las relaciones América Latina y Estados Unidos?
La pandemia es urgente también. América Latina está pasando por un momento muy difícil y el coronavirus agudiza la inequidad y eso es una bomba de tiempo en la región. Es vergonzoso que no se haya dado ninguna señal de compresión de Trump hacia América Latina en este tema.
Es cierto y entendible que la prioridad tienen que ser los que están sufriendo en Estados Unidos, pero entre los países se podrían compartir mejores prácticas, información o recursos. Hay distintas maneras de cooperar y no ha habido nada. Aunque los recursos son limitados se puede hacer mucho más y la Administración debería tomar decisiones importantes en ese sentido.
Venezuela es otro tema que está ahí. Es una tragedia, es como hueco en Suramérica y ha tenido consecuencias dramáticas en casi todos los países. Me parece que de parte de Biden vamos a ver firmeza contra Nicolás Maduro, pero también Biden reconoce que la única salida es tener un acuerdo político y para que eso tenga éxito habría que hacer un esfuerzo multilateral.