Washington. Con cuatro días para intentar mantener el control del Partido Republicano en el Congreso, y su propio dominio sobre la política de Estados Unidos, Donald Trump desató sus dos armas principales de campaña este viernes: se jactó de la economía en auge y alarmó a sus seguidores sobre inmigración.
Se estima que los demócratas obtendrán la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones de medio mandato que se celebrarán el martes, amenazando a Trump con el espectro de una oposición que finalmente pueda bloquear sus políticas y escrudiñar en sus finanzas personales, altamente cuestionadas.
Pero el presidente, que ha traído a la Casa Blanca una marca sin precedentes de populismo y política de confrontación, claramente disfruta de estas disputas.
El viernes se trasladó West Virginia e Indiana para organizar mitines de campaña, a menos de 24 horas de regresar de otro acto en Misuri. El día anterior estuvo en Florida.
El ritmo frenético de los viajes del presidente por todo el país continuará hasta el lunes.
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Y las cifras de empleo positivas que se dieron a conocer el viernes le dan a Trump una oportunidad de oro para argumentar lo que llama a diario la "economía más caliente" del mundo.
“¡Wow! Estados Unidos agregó 250.000 empleos en octubre, y esto fue a pesar de los huracanes”, anunció Trump en un enérgico tuit. “Desempleo en 3,7%. ¡Los salarios suben!, ¡Estos son números increíbles!, ¡Sigue adelante, vota al republicano!”.
Otra buena noticia para Trump y su intento de difundir ese elusivo factor del sentimiento de los votantes fue que los salarios parecen estar fortaleciéndose, una señal de que la gente puede estar disfrutando de los frutos del crecimiento económico.
Infundir temor como objetivo
Sin embargo si, por un lado, el presidente promociona a Estados Unidos como una tierra de abundancia, con empleos para todos, por otro lado, está haciendo todo lo posible para despertar el miedo y el odio.
Incluso cuando la inmigración ilegal se reduce a una cuarta parte de lo que era en 2000, Trump afirma que el país enfrenta literalmente "una invasión" de los centroamericanos.
Ha ordenado el envío de tropas del ejército a la frontera entre Estados Unidos y México, anunció "ciudades de tiendas de campaña" para la detención de personas que demanden asilo político y reclamó el poder para anular el derecho a la ciudadanía de cualquier persona nacida en territorio estadounidense de inmigrantes ilegales, un derecho hasta ahora considerado como protegido por la Constitución.
Al referirse a un grupo de unos miles de centroamericanos empobrecidos que actualmente intentan arribar en caminata a Estados Unidos a través de México, Trump dice que la nación podría ser "abrumada" por esa situación.
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El jueves, dijo en la Casa Blanca que los soldados dispararían contra los migrantes si éstos los agreden con piedras.
Unas horas más tarde, en el mitin de Misuri, describió un extraño e hipotético escenario de un dictador "a quien odiamos y que está en contra de nosotros", que viene a Estados Unidos con su esposa para "tener un bebé en suelo estadounidense".
Tal vez superando sus otros esfuerzos, Trump esta semana tuiteó un anuncio de campaña protagonizado por un clip de un inmigrante mexicano ilegal de la vida real llamado Luis Bracamontes, quien mató a dos policías en California en 2014, y luego se burló de los asesinatos en la corte.
El anuncio, que busca subrayar el argumento repetido de Trump de que los demócratas alientan a los criminales que están dentro del país, afirma que fueron los demócratas quienes dejaron entrar a Bracamontes y "lo dejaron quedarse".
El periódico Sacramento Bee en California informó, sin embargo, que los registros muestran que el asesino de policías fue deportado antes de volver a esconderse en el país, durante la presidencia del republicano George W. Bush.