Minsk. Decenas de miles de bielorrusos se manifestaron este domingo en Minsk contra la reelección del presidente Alexandre Lukashenko, confrontado desde hace dos semanas a un movimiento de protesta histórico que mantiene la presión sobre su régimen, según periodistas de la AFP.
En el poder desde hace 26 años, Lukashenko, de 65 años, prometió que iba a “resolver el problema” de las manifestaciones que, según él, están instigadas desde el exterior, y puso en estado de alerta al ejército, acusando a la OTAN de maniobrar ante sus fronteras.
Medios de prensa y cuentas en Telegram vinculados a la oposición calculaban más de 100.000 manifestantes en la capital bielorrusa.
Miles de personas se congregaron en el centro de la capital, Minsk, con banderas blancas y rojas, los colores de la oposición, según constataron periodistas de la AFP.
“Si realmente ganó las elecciones (con el 80% de los votos), entonces, ¿por qué tanta gente está saliendo a las calles a manifestarse contra él?”, pregunta Ievgeni, un joven de 18 años.
Lukashenko “quiere que todos se dispersen y vivan como antes (de la votación). Pero nada nunca volverá a ser igual”, insiste por su parte Nikita, de 28 años.
Otros miles de detractores del eterno presidente gritaban "Libertad" y "Lukashenko al furgón policial".
En los alrededores, se desplegaron numerosas fuerzas antidisturbios, con cañones de agua, de acuerdo a periodistas de la AFP.
Antes del inicio de la marcha, el ministerio del Interior advirtió contra concentraciones "ilegítimas" y pidió a las ciudadanos "sensatez".
El ministerio de Defensa advirtió que, en caso de incidentes cerca de los memoriales de la Segunda Guerra Mundial, donde han tenido lugar las protestas en estas últimas dos semanas, los responsables tendrán que vérselas "no con la policía, sino con el ejército".
La oposición parece superar lo ocurrido el 16 de agosto, cuando organizó en las calles de Minsk la mayor manifestación de la historia del país, con 100.000 participantes.
‘Continuar’
La UE "no tiene la intención de convertir a Bielorrusia en una segunda Ucrania" donde, tras una revuelta pro-occidental, Moscú anexó Crimea y alimentó una guerra separatista en el este del país, dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
Antes de las elecciones, el presidente bielorruso había acusado a Rusia y Vladimir Putin de intentar derrocarlo y anexar el país. Pero, ante la ola de protestas, dio un giro de 180 grados, presumiendo del apoyo del Kremlin en su lucha contra los intentos de desestabilización de los occidentales.
Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió este domingo contra todo intento de "instigar disturbios desde el exterior" y contra un nuevo "escenario ucraniano". Ambas, referencias apenas veladas a los rivales occidentales de Moscú.
La líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tijanóvskaya, quien asegura haber ganado la consulta, señaló: "me siento muy orgullosa porque después de 26 años de miedo [los bielorrusos] están dispuestos a defender sus derechos".
"Les pido que continúen, que no paren, porque es realmente importante seguir unidos en la lucha por nuestros derechos", agregó Tijanóvskaya, una exprofesora de inglés de 37 años, refugiada en Lituania.
Hasta ahora, el presidente bielorruso se ha mantenido firme en su posición. Aunque cuenta con el apoyo del ejército, la policía y los servicios secretos, algunos de sus aliados en los medios de comunicación estatales y en empresas publicas, lo han abandonado.
Las autoridades bielorrusas han abierto una investigación contra el "consejo de coordinación" formado por la oposición por "atentar contra la seguridad nacional". Este órgano fue creado esta semana con el fin de impulsar una transición política tras las elecciones.
Asimismo, el ejército bielorruso realizó maniobras en sus fronteras con Polonia y Lituania, donde Lukashenko visitó a sus tropas el sábado. A pesar de haber sido señalada, la OTAN afirma no realizar ejercicios en la región y la oposición local menciona “una maniobra de distracción”.