Madrid. Emblema de la lucha contra lacovid-19 en España, lo que catapultó su imagen pero también lo volvió blanco de críticas por su gestión, el ministro de Sanidad de España deja el cargo en plena escalada de contagios para competir en las elecciones de Cataluña.
Siempre de traje oscuro y con rostro serio adornado con anteojos de pasta negra, Salvador Illa abandonará el martes su puesto al frente del Ministerio de Sanidad, que ocupó durante un año dedicado a dirigir la estrategia frente a la pandemia del nuevo coronavirus.
Una gestión que le ha dado una gran visibilidad, con sus frecuentes alocuciones televisivas para informar de la situación sanitaria, pero que también le ha valido duras recriminaciones, en tanto que España es uno de los países europeos con las cifras más escalofriantes: cerca de 56.000 fallecidos y 2,5 millones de contagios.
“Ha tenido detractores y defensores, como cualquier ministro al que le toque gestionar una situación tan compleja, más aún en un estado descentralizado como el español” donde las regiones son competentes en materia de salud y el Ministerio de Sanidad carece de mayores atribuciones, manifestó la politóloga de la Universidad de Zaragoza, Cristina Monge.
La principal baza del político catalán es su “talante tranquilo, dialogante y sereno”, según Monge. Algo que quedó en evidencia en junio cuando causó sorpresa durante una rendición de cuentas en el Congreso de los Diputados agradeciendo una por una las intervenciones de la oposición.
Pero desde un punto estrictamente sanitario, "España es uno de los países que lo ha hecho peor" frente al coronavirus, indicó Salvador Macip, investigador en las Universidades de Leicester y Abierta de Cataluña, aunque matizando que "es muy difícil atribuir la culpa" solo a Illa en un país tan descentralizado como España.
Macip, para quien fue un “error máximo” haber relajado las restricciones durante las fiestas navideñas, censura a Illa por dejar el cargo en medio de la tercera ola. “Si realmente estás haciendo un trabajo bueno, tienes la responsabilidad de quedarte ahí hasta que se acabe”, opinó.
Illa posee un “liderazgo público basado en la humildad, la capacidad de trabajo y la determinación”, sostuvo este lunes el presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, quien lo incluyó en su ejecutivo en enero del 2019 para tender puentes con los independentistas catalanes y dejar atrás la crispación que tuvo su punto álgido en el fallido intento de secesión de la región española en el 2017.
Pero el asunto catalán quedó aparcado rápidamente al estallar la pandemia, que impulsó a este licenciado en Filosofía, de 54 años, al frente de una estrategia en la que el gobierno asumió las competencias en salud y decretó un estricto confinamiento domiciliario entre marzo y junio, que doblegó la primera ola.
A partir del verano, el gobierno disolvió el mando central y "transfirió la responsabilidad de la gestión" a las regiones, para hacerlas "corresponsables" y "sacudirse un poco el desgaste potencial de las malas cifras", indicó Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid.
Cuestionamientos
Pero el gobierno sigue teniendo la última palabra en medidas que cercenen derechos fundamentales, como un nuevo confinamiento o adelantar la hora del toque de queda nocturno, algo a lo que Illa se niega de plano.
El ministro alega que las regiones cuentan ya con las herramientas necesarias, como decidir el cierre de la hostelería o la cantidad de personas que pueden reunirse.
Una posición que le ha valido ser criticado tanto por la oposición como por epidemiólogos de ponerse de perfil, sobre todo desde principios de año, cuando se volvieron a disparar los contagios.
“Illa es el peor ministro de Sanidad de Europa”, fustigó el jefe del Partido Popular (derecha), Pablo Casado, en una entrevista publicada este lunes por el diario La Vanguardia.
Pese a todo, Illa es uno de los ministros “mejor valorados del gobierno”, señaló el analista Pablo Simón.
Lo que explica que los socialistas lo hayan elegido como candidato a presidente de Cataluña en las elecciones regionales del 14 de febrero, cuando el partido de Pedro Sánchez podría llegar en primera posición, según encuestas de intención de voto.