Tel Aviv. El ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, inculpado por corrupción, aspira a regresar al poder tras las elecciones legislativas del martes 1.° de noviembre, las quintas en menos de cuatro años, marcadas por la subida de la extrema derecha y la división del voto árabe.
A diferencia de las últimas contiendas electorales, Netanyahu no sube al ring bajo la etiqueta de “Rosh HaMeshela” (primer ministro), sino como líder de la oposición contra el gobierno saliente dirigido por Yair Lapid. A los 73 años, esta es la primera vez desde 2009 que Netanyahu no compite como primer ministro saliente.
Los últimos sondeos sitúan al partido Likud, de Netanyahu, al frente, con algo más de treinta escaños de los 120 de la Knéset, el Parlamento israelí, por delante de la formación Yesh Atid (“Hay un futuro”) de Lapid, que obtendría entre 24 y 27 diputados.
Detrás aparecen una decena de partidos cuyos resultados serán decisivos para la formación de un posible gobierno, especialmente para Netanyahu, quien para alcanzar los 61 votos de la mayoría espera obtener el respaldo de partidos ultraortodoxos y de extrema derecha.
La alianza de extrema derecha "Sionismo religioso" podría pasar de seis escaños en 2021 a 14 en estos comicios, según unos sondeos que la sitúan como tercera fuerza del tablero político.
Si obtuviera su apoyo, Netanyahu estaría al filo de la mayoría pero sin alcanzarla, según los barómetros de opinión publicados por los medios israelíes.
La batalla de Lapid
Experiodista estrella, Lapid confeccionó el año pasado una dispar coalición de partidos hostiles a Netanyahu y expulsó del poder al primer ministro más longevo en la historia de Israel (1996-1999 y 2009-2021). Actualmente, esta heteróclita coalición se sitúa a cinco o seis escaños de la mayoría y debería ensanchar sus miembros si quiere seguir en el poder.
“Lapid sabe que no puede llegar directamente a 61 diputados, así que su objetivo es que Netanyahu no llegue de su lado con sus aliados”, confió a la AFP uno de sus cercanos.
"Lapid dice ser el único que puede reunir el voto anti-Netanyahu. Su objetivo es incrementar el respaldo a su partido, pero también debe asegurarse que sus eventuales socios alcancen el mínimo de representatividad", dice Gayil Talshir, profesor de ciencias políticas en la Universidad Hebraica de Jerusalén.
En el sistema electoral israelí, los partidos deben obtener un mínimo del 3,25% de los votos para entrar en el Parlamento con al menos cuatro diputados.
Hay varios partidos que se mueven en este margen y su capacidad de alcanzarlo o no dependerá de la tasa de participación.
A pesar del "cansancio absoluto" del electorado, la analista política Dahlia Scheindlin espera una participación elevada en estos comicios que pueden sellar el futuro político de Netanyahu y su proyecto de gobierno con la extrema derecha.
Los partidos árabes, más hostiles hacia Netanyahu, se presentan dispersos en tres bloques, con el riesgo que eso conlleva de no alcanzar el mínimo de eligibilidad.
“Está claro que los partidos árabes atraviesan una crisis interna”, explicó Mansur Abas, jefe de la formación Raam que se convirtió en esta última legislatura en la primera formación árabe de la historia de Israel en respaldar un gobierno.
Si consigue reunir una mayoría de 61 escaños, Netanyahu, quien publicó sus memorias dos semanas antes de las elecciones, podría intentar que el Parlamento vote a favor de darle inmunidad.
Pero si no, “podría negociar una condena con la justicia”, dice el politólogo Talshir. “Y con la publicación de sus memorias, es como si preparara el terreno para su salida”.