Teherán. Miles de personas volvieron a manifestarse este jueves a favor del régimen en Irán, un día después de que las autoridades proclamaron “el fin de la sedición”, el movimiento de protesta que ha dejado 21 muertos desde la semana pasada.
Tras varios días de disturbios en el país, la capital, Teherán, y la mayoría de las ciudades de provincia pasaron una segunda noche en calma. Ahora el poder quiere centrar la atención en las reivindicaciones económicas de los manifestantes.
Los medios y redes sociales no informaron de ninguna manifestación nocturna, aunque se publicaron videos de congregaciones esporádicas de protesta en pequeñas localidades, que no han podido ser verificados.
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El jueves, la televisión iraní sí divulgó en cambio imágenes de nuevas e importantes manifestaciones de apoyo al poder en las ciudades de Isfahán (centro), Mashhad (nordeste), Orumieh (noroeste), Babol o Ardebil (norte).
“Estamos todos juntos, tras el Guía” supremo, el ayatolá Ali Jamenei, gritaban los manifestantes, según las imágenes de la televisión de Estado.
Los manifestantes también reiteraron los eslóganes ”¡Muerte a Estados Unidos!”, ”¡Muerte a Israel!” o ”¡Muerte a los monafegh!”, (“hipócritas” en persa), un término que las autoridades usan para referirse a los Muyahidines del Pueblo, el principal grupo de oposición en exilio, prohibido en Irán.
El miércoles decenas de miles de personas ya se habían manifestado en varias ciudades para apoyar al régimen y denunciar la violencia de los últimos días.
Las autoridades acusan a los “grupos contrarrevolucionarios” y a los Muyahidines del Pueblo de crear disturbios aprovechándose de las manifestaciones “legítimas” de la población contra las dificultades económicas.
Mohammad Ali Jafari, el jefe de los Guardianes de la Revolución, el Ejército de élite del poder, afirmó el miércoles que el número de “agitadores” no superó los 15.000 en todo el país. Y anunció “el fin de la sedición” en unas declaraciones publicadas en la web de los Guardianes.
Las manifestaciones, que empezaron el pasado jueves, han dejado 21 muertos, en su mayoría manifestantes, y centenares de personas han sido arrestadas, 450 de ellas en Teherán. Numerosos coches y edificios oficiales fueron atacados o incendiados
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Irán acusa a los Muyahidines de estar vinculados a Arabia Saudita, rival regional de Teherán, a la que acusa, junto a Estados Unidos, de atizar los disturbios al apoyar las manifestaciones.
El embajador iraní ante la ONU, Gholamali Khoshroo, se quejó ante el Consejo de Seguridad de las “injerencias” de Estados Unidos en sus asuntos internos.
Desde el inicio de las protestas, Trump ha apoyado a los manifestantes y condenado al gobierno iraní. La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, pidió “reuniones de urgencia” del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York y del Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra, sobre Irán.
Washington contempla, además, nuevas sanciones contra representantes del régimen iraní, informó un alto responsable estadounidense.
Los políticos iraníes, tanto reformistas como conservadores, critican los disturbios que empezaron el 28 de diciembre en Mashhad, la segunda ciudad de Irán, pero abogan por encontrar una solución política a los problemas económicos, en especial el desempleo, que afecta a cerca del 30% de los jóvenes.
Pese a que las protestas empezaron con reivindicaciones económicas, también incluyen demandas de tipo político.
“La principal demanda de la gente al gobierno es que se resuelvan los problemas económicos”, afirmó el miércoles Ali Akbar Velayati, el consejero del Guía Supremo para asuntos internacionales, citado por la agencia Isna.
El presidente iraní, el reformador Hasan Rohani, reelegido en el cargo en mayo, había prometido a su llegada al poder, en 2013, trabajar para mejorar la situación económica y social, una esperanza ahora más sólida tras el acuerdo sobre el programa nuclear iraní de 2015 y el levantamiento de algunas sanciones internacionales contra Teherán.