Ohio. Apenas unas horas antes de la apertura de las mesas electorales, Ohio anunció el aplazamiento de las primarias ante una “emergencia sanitaria” debido al coronavirus, aunque otros tres estados votan este martes en la carrera demócrata para obtener la candidatura presidencial, que domina Joe Biden frente a Bernie Sanders.
Mitines en línea, debate sin público y elecciones pospuestas: la pandemia, que ha matado a más de 80 personas en Estados Unidos, afecta profundamente la campaña por la nominación demócrata para desafiar al republicano Donald Trump en las elecciones de noviembre.
“Si bien las urnas se cerrarán mañana, el Secretario de Estado, Frank LaRose, buscará un remedio a través de los tribunales para extender las opciones de votación para que cada votante que quiera votar tenga esa oportunidad” en una fecha posterior, dijo el gobernador de Ohio, Mike DeWine, el lunes por la noche en Twitter.
Las votaciones previstas en otros tres estados -Arizona, Florida e Illinois- se mantuvieron con fuertes medidas de precaución.
El lunes, Donald Trump consideró “inútil” aplazar las primarias, aunque dejó la decisión a los estados.
Luisiana, Georgia y Kentucky, que debían votar más tarde, pospusieron sus primarias para mayo y junio. Otros podrían seguir el ejemplo, puesto que las medidas de prevención para evitar el contagio del nuevo coronavirus se están reforzando muy rápidamente en todo Estados Unidos.
Biden ya ha ganado más delegados, quienes son los que designan al candidato en la convención partidaria, y está a unos veinte puntos por delante de su rival progresista Bernie Sanders en la mayoría de las encuestas nacionales.
El exvicepresidente acaba de sumar una victoria en el estado de Washington, que celebró primarias la semana pasada, por una estrecho margen de 37,9% contra 36,4% para Sanders.
La votación de este martes, por lo tanto, podría otorgarle al quien fuera la mano derecha de Barack Obama una ventaja decisiva.
Pero el impacto del coronavirus en la campaña, que ya ha registrado giros y vueltas espectaculares, sigue siendo impredecible.
Biden puede contar con el apoyo del campo moderado, incluidos varios excandidatos demócratas e influyentes funcionarios. El gobernador de Illinois, JB Pritzker, dijo el lunes que el exvicepresidente es "el candidato adecuado para vencer a Donald Trump", el objetivo principal de los votantes demócratas.
Famoso por sus metidas de patas, Biden, de 77 años, tuvo sin embargo un buen desempeño en el debate demócrata el domingo, impidiendo que Sanders, de 78, pudiera recuperar ventaja.
Durante el duelo verbal, anunció que elegiría a una mujer como candidata a la vicepresidenta, lo que debería reunir suficiente apoyo entre los demócratas que quedaron decepcionados porque un grupo récord y muy diverso de precandidatos que terminó decantándose en dos hombres blancos septuagenarios.
Resultados, no revolución
Después de una serie de fracasos, Sanders, quien se autoproclama socialista democrático, reconoció la semana pasada que había perdido, por el momento, el tema crucial de estas primarias: convencer a los votantes que él es capaz de impedir que Donald Trump logre un segundo mandato.
Todavía muy popular entre los jóvenes, el senador se aferra a la contienda y aprovechó el debate para desafiar a Biden en ciertas posiciones potencialmente embarazosas de su larga carrera política, con más de 35 años en el Senado y ocho años en la vicepresidencia.
Como para dar garantías al ala más progresista del partido, Biden anunció en el debate que adoptaría dos propuestas: una de Sanders sobre el alivio de la deuda de los estudiantes y otra de su exrival, la senadora Elizabeth Warren, sobre la protección a los estadounidenses de los acreedores que “abusan” del sistema.
Eso no va lo suficientemente lejos, respondió Sanders. Pero el senador, quien puede presumir de haber instigado un movimiento hacia la izquierda en el partido, lo dijo nuevamente: si pierde las primarias, apoyará al candidato nominado para desafiar a Trump.
Biden insistió en destacar que es un candidato más pragmático: "La gente quiere resultados, no una revolución".
En Florida, en particular, los demócratas de origen cubano tienen dificultades para digerir ciertos comentarios de Bernie Sanders considerados demasiado benevolentes hacia el régimen de los Castro.