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Berlín. Ángela Merkel y su partido conservador están en el centro de varias batallas después de que algunos de sus dirigenets regionales decidieron pactar con la ultraderecha, lo que debilitó a la dirección y provocó tiranteces dentro de la formación.
“El error fatal de Merkel”, tituló este viernes en su portada el diario Die Welt, que culpó a la dirigente de no haber sabido imponerse en su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), sobre la cuestión de las relaciones con la extrema derecha.
Pues, lo que en principio solo atañía a unas elecciones locales en Turingia, una pequeña región del centro de Alemania, se acabó transformando esta semana en un auténtico sismo político nacional que sacó a relucir cuánto le está costando a los conservadores conservar su fuerza frente al auge de Alternativa por Alemania (AfD).
Y es que, desde hace siete años, la ultraderecha le está robando electores al partido demócrata cristiano, antaño hegemónico en la derecha alemana, con un discurso antimigrantes y antiélites que ha ido calando entre la población. Y más aún desde la legada de más de un millón de solicitantes de asilo en el 2015 y el 2016.
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En las elecciones regionales de Turingia del pasado otoño, la CDU registró uno de sus peores resultados y quedó en tercera posición, por detrás de la izquierda radical y de la AfD.
El miércoles, los diputados locales del partido de la canciller, haciendo caso omiso de las advertencias de la dirección nacional, unieron sus votos a los de la extrema derecha apara elegir al nuevo dirigente de Turingia.
Desaire a Merkel
Un desaire para la canciller, que hizo del rechazo a cualquier compromiso con la extrema derecha su credo político.
También supuso un desplante para la presidenta del partido, Annegret Kramp-Karrenbauer, apodada AKK, que pretende suceder a Ángela Merkel en el poder a finales del 2021, como muy tarde, pero cuya autoridad quedó en parte en entredicho.
COHERENCIA...
— Vagabundo ilustrado (@vagoilustrado) February 7, 2020
Hace poco, Merkel hizo un potente discurso contra la ultraderecha.
En Turingia, Alemania, un liberal logró la presidencia con votos del partido de Merkel (CDU), y la AfD (ultraderecha).
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Merkel: ES IMPERDONABLE.
El recién electo presidente tuvo que renunciar: pic.twitter.com/HgctLfaA5h
En Turingia, Kramp-Karrenbauer no logró imponer orden totalmente en las filas de su federación local, díscola, pese a pasar cinco horas negociando con los representantes locales, cuyo comportamiento Merkel calificó de “imperdonable”.
Los diputados locales rechazaron la idea de celebrar nuevas elecciones regionales y quieren hallar otra solución para elegir a un nuevo presidente regional. Temen perder escaños si se llevan a cabo nuevos comicios.
Según un sondeo publicado el viernes, la CDU se hundiría en esas hipotéticas elecciones, con el 12% en intención de voto.
El viernes, Kramp-Karrenbauer criticó a su sección local por no seguir "las recomendaciones claras del partido".
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El asunto debilitó la posición de Kramp-Karrenbauer dentro del partido, mientras que su gran rival, Friedrich Merz, partidario de que la formación vire hacia la derecha, prepara su vuelta a la política.
¿Qué hacer frente a la AfD?
Merz acaba de dejar su puesto en el gestor de activos estadounidense Blackrock para “ayudar a su partido a renovarse” y se plantea presentarse a las votaciones legislativas del 2021.
Su perfil, más conservador, podría resultar atractivo al electorado de su partido, cada vez más tentado por votar al AfD.
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En cualquier caso, la CDU tendrá que aclarar de una vez por todas su posición respecto al partido de extrema derecha. ¿Cómo es posible que los diputados regionales se saltaran las directrices de la formación?
“Para la cuestión del posicionamiento moral de la CDU y de su relación con el AfD todavía no se halló ninguna respuesta”, escribió el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
“Cualquier acercamiento con el AfD es como un veneno que tendremos que dejar entrar”, advirtió el ministro de Interior, Horst Seehofer, en la revista Der Spiegel.
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Pero esto no impidió que el ala más conservadora del partido de Ángela Merkel se haya visto cada vez más tentada en cooperar con la ultraderecha, sobre todo en el este del país, donde el AfD tiene sus plazas fuertes.
Una de sus figuras más destacadas, Hans-Georg Maassen, exjefe de Inteligencia interior, se congratuló por la votación de Turingia y afirmó que "lo que cuenta es que los socialistas desaparezcan".
“La canciller siempre ha dejado de lado el tema del AfD y ahora paga el precio en Turingia”, consideró Die Welt, que apuntó que Merkel perdió su “instinto político”.