Ciudad del Vaticano. El papa Francisco manifestó este miércoles su “profunda tristeza” por la muerte de siete cooperantes humanitarios en un bombardeo israelí en Gaza, y renovó su llamamiento a un alto el fuego y a la liberación de los rehenes en manos de Hamás.
“Rezo por ellos y sus familias”, dijo el pontífice argentino al final de su audiencia general semanal en el Vaticano.
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“Renuevo mi llamamiento para que la población civil, agotada y sufriente, pueda acceder a la ayuda humanitaria y que los rehenes sean liberados de inmediato”, añadió Francisco, quien reiteró su pedido de un “alto el fuego inmediato” en la guerra que desde octubre opone a Israel y al movimiento islamista palestino Hamás.
El ejército israelí reconoció el martes un “grave error” en el bombardeo que la víspera mató a siete cooperantes de la organización World Central Kitchen (WCK), del chef español José Andrés.
Varios países y organizaciones, entre ellas la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que habló de “desprecio del derecho humanitario internacional”, condenaron el ataque, el peor contra personal humanitario desde el inicio de la contienda.
Aumenta la indignación por la muerte de cooperantes en Gaza
Los restos de los seis cooperantes extranjeros fallecidos en un bombardeo israelí en la Franja de Gaza deben ser repatriados este miércoles a través de Egipto, en medio de una avalancha de críticas al gobierno de Israel.
Un bombardeo israelí mató el lunes a siete trabajadores, seis de ellos extranjeros, de la oenegé estadounidense World Central Kitchen (WCK) en Deir al Balah, en el centro de Gaza.
Los restos de los seis cooperantes internacionales, que murieron junto a otro palestino, llegaron el miércoles en ambulancias al puesto fronterizo de Rafah, en el extremo sur del enclave, junto a la frontera con Egipto, constató un periodista de AFP.
Seis ambulancias evacuaron a la víctimas en dirección a Egipto, donde se encuentran representantes oficiales de sus países, según Marwan al Hams, director del hospital Al Najar de Rafah.
La víctima palestina, el chofer e intérprete del grupo, fue inhumada en Rafah.
Israel reconoció que el ataque fue “un grave error”, en palabras del jefe del Estado Mayor del ejército, el general Herzi Halevi, que alegó que se produjo “tras una identificación errónea durante la noche, durante una guerra, en condiciones muy complejas”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaró que fue un “trágico incidente” y que será investigado “hasta el final”.
El incidente incrementa la presión contra Israel, cuya guerra desde el ataque del movimiento islamista palestino Hamás el 7 de octubre ha arrasado la Franja de Gaza y ha dejado a su población de 2,4 millones de personas al borde de la hambruna, según la ONU.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó el ataque como un “resultado inevitable de la forma en que se lleva a cabo actualmente esta guerra”.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que Israel “no hizo lo suficiente para proteger a quienes intentan repartir la ayuda que los civiles necesitan desesperadamente” y exigió una investigación “rápida”.
“Ira y preocupación”
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, llamó a Netanyahu y le expresó su “ira y preocupación” por el ataque, en el que murió una cooperante australiana, y para su homólogo polaco, Donald Tusk, el incidente sometía la solidaridad con Israel “a una dura prueba”.
La oenegé WCK, fundada por el conocido chef español José Andrés, con nacionalidad también estadounidense, dijo estar de luto por la pérdida de estos siete “héroes”, en un “ataque dirigido” lanzado a pesar de que el grupo había coordinado sus movimientos con las fuerzas israelíes.
WCK reveló la identidad de los siete trabajadores.
Se trata del palestino Saifeddine Issam Ayad Abutaha, de 25 años; la australiana Lalzawmi (Zomi) Frankcom, 43; el polaco Damian Sobol, 35; el estadounidense-canadiense Jacob Flickinger, 33; y los británicos John Chapman, 57, James (Jim) Henderson, 33, y James Kirby, 47.
La organización suspendió sus operaciones de entrega de comida y un barco procedente de Chipre que ya estaba cerca de las costas gazatíes con unas 240 toneladas de víveres dio media vuelta sin descargar.
Trozos de la tienda de campaña
La guerra en Gaza estalló el 7 de octubre tras un ataque de los milicianos de Hamás en Israel que dejó 1.160 muertos, la mayoría civiles, según un recuento con base a datos israelíes.
Los comandos islamistas también tomaron unos 250 rehenes, de los cuales unos 130 continúan en Gaza, incluidos 34 que habrían fallecido, según Israel.
En represalia, Israel prometió “aniquilar” a Hamás, y su ofensiva en Gaza ha provocado hasta ahora 32.975 muertos, según el último balance del Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás desde 2007.
En los bombardeos israelíes de las últimas 24 horas, murieron al menos 60 personas, según el ministerio.
El ejército siguió las operaciones en el sector del hospital Al Amal, en Jan Yunis, en el sur del enclave, y aseguró que sus fuerzas “mataron y capturaron a cierto número de terroristas” y encontraron “muchas armas”.
Un representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), Dominic Allen, advierte de una escasez atroz de medicinas y de las dificultades para repartir la ayuda en el territorio.
“La gente con la que nos hemos cruzado está demacrada, nos dicen que buscan qué pueden comer. Estamos muy preocupados por las mujeres embarazadas y que dan el pecho”, explica en una entrevista a la vuelta de una misión de una semana en la Franja.
Según Allen, los pacientes que necesitan ser intervenidos “tienen que llevar su bidón de carburante” para que funcione el bloque operatorio, y las mujeres con periodo se ven obligadas a hacer toallas sanitarias con trozos de la tienda de campaña donde viven.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU examinará el viernes un proyecto de resolución para imponer un embargo de armas a Israel, mencionando “el riesgo plausible de un genocidio en Gaza”.
El texto condena “el recurso de Israel a armas explosivas con un amplio radio de acción” en zonas pobladas de la Franja, y le pide “respetar su responsabilidad legal de prevenir un genocidio”.