Berlín. Los miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) votaron este domingo a favor de una coalición de gobierno con los conservadores de Ángela Merkel, que podrá formar gobierno más de cinco meses después de unas elecciones legislativas de las que salió debilitada.
“Me alegra la continuación de nuestra colaboración por el bien de nuestro país”, declaró Merkel después de la difusión del resultado oficial de la consulta de los afiliados socialdemócratas.
Sin embargo, este cuarto mandato de la canciller, de 63 años, y probablemente el último según los observadores, se anuncia mucho más difícil que los precedentes.
Los conservadores de Merkel y el SPD -que ya gobernaban en alianza- solo tienen una corta mayoría del 53,5% en el Bundestag (Cámara Baja del Parlamento) tras las elecciones generales del 24 de setiembre pasado, marcadas por un histórico avance de la extrema derecha (AfD) y la caída de los partidos tradicionales, entre ellos la CDU/CSU de la canciller y el propio SPD.
Tras varias semanas de debate interno, el sí a la alianza con Merkel obtuvo una mayoría de 66,02% de los votantes del SPD. Un 78,4% de los 463.000 afiliados del SPD participaron en la votación, según los resultados difundidos por el partido.
“Las cosas han quedado claras: el SPD participará en el próximo gobierno” declaró su jefe interino, Olaf Scholz, ante la prensa. Hubo dudas, pero al final se impuso un “acto de razón”, dijo.
La dirección del SPD había negociado en febrero un acuerdo con Merkel que debía ser aprobado por las bases del partido. Sin el apoyo del SPD la formación de un gobierno dirigido por Ángela Merkel era imposible.
Ahora es probable que Merkel -quien lleva en el poder desde el 2005- sea formalmente reelegida canciller el 14 de marzo.
Merkel, maltrecha
Durante las negociaciones, la jefa de Gobierno ha afrontado unas críticas sin precedentes en su propio partido, sobre todo desde que aceptó ceder al SPD el Ministerio de Finanzas, una cartera que los conservadores siempre habían guardado con celo.
Además, prueba de la desconfianza reinante entre SPD y CDU/CSU es que los primeros negociaron una cláusula de salida de la alianza al cabo de dos años.
Varios dirigentes del partido democristiano de la canciller han criticado la línea centrista de Merkel y su generosa política migratoria -acogió a casi un millón de refugiados en el 2015-, culpándola del ascenso de la extrema derecha.
La aprobación del acuerdo pone fin a cinco meses de una crisis política poselectoral inédita en Alemania y de incertidumbre en la Unión Europa (UE).
En su “contrato de gobierno” los dos socios colocaron la reforma de la UE en el centro de sus prioridades.
Esta decisión del SPD era crucial para la primera economía europea, enzarzada en un embrollo poselectoral inédito en un momento en el que Europa, afectada por la crisis del brexit y el ascenso de los nacionalismos, necesitaba más que nunca un Gobierno sólido en Alemania.
Sin embargo, algunos miembros del SPD habrían preferido que su partido regresara a la oposición tras obtener solamente el 20,5% en los comicios de setiembre, un resultado históricamente bajo. Pero el fracaso de las iniciales negociaciones gubernamentales entre los conservadores de Merkel, los ecologistas y los liberales cambiaron sus planes.
Aunque algunos afiliados siguen rechazando una GroKo (Gran coalición SPD con CDU/CSU), sobre todo entre las juventudes del partido, los recientes sondeos que sitúan a los socialdemócratas casi empatados con la extrema derecha convierten la alianza con los conservadores en un mal menor.
El hecho de que el SPD continúe cayendo en las intenciones de voto ha “asustado a numerosos militantes”, indicó el semanario Der Spiegel.
Por su lado, frente a las disensiones internas, Merkel impuso recientemente a una de sus fieles, Annegret Kramp-Karrenbauer, como secretaria general de la CDU con el objetivo de poner orden en el partido.
Y en el gobierno de coalición, anunció que confiaría el Ministerio de Salud a su principal detractor interno, el joven y ambicioso Jens Spahn, quien ha expresado su afinidad ideológica y generacional con el canciller austríaco, Sebastian Kurz, que gobierna con la extrema derecha en su país.