Madrid. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comenzó este miércoles una negociación con los independentistas catalanes para tratar de reconducir una crisis que dura años y de la que depende su estabilidad en el poder en España.
Nadie se había hecho ilusiones sobre este primer encuentro, que terminó en un comunicado conjunto donde apostaron por buscar “una solución política” a este conflicto que en octubre del 2017 llevó a una tentativa de secesión en esta región nororiental.
Los independentistas organizaron entonces un referendo de autodeterminación ilegal y proclamaron una fallida república que sacudió España, y llevó a los líderes catalanes a la cárcel o el exilio.
“Todavía nos encontramos en las antípodas”, reconoció la portavoz del Gobierno español, María Jesús Montero.
“Se trata de una negociación compleja y, por tanto, no esperamos frutos en el corto plazo”, insistió mientras llamaba a buscar soluciones “creativas e imaginativas”.
Iniciar este diálogo es la condición de uno de los dos grandes partidos separatistas, la Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), para sostener al gobierno en minoría de Sánchez y eventualmente apoyar sus presupuestos para el 2020.
La luz verde a estas cuentas, que deberían permitir un aumento del gasto social, daría aire al jefe de Gobierno socialista en la legislatura, con la posibilidad de prorrogarlas en los ejercicios posteriores.
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— La Moncloa (@desdelamoncloa) February 26, 2020
El presidente del Gobierno, @sanchezcastejon, recibe a la delegación designada por el Govern de Catalunya para iniciar la #MesaDeDiálogo. https://t.co/DaVeqBN0fp
En cambio, un fiasco lo acercaría a la convocatoria de elecciones anticipadas, como ya hizo en el 2019 cuando los independentistas catalanes le retiraron su apoyo.
La primera prueba será el jueves, cuando ERC debe decidir si apoya en el Congreso de los Diputados el límite de gasto estatal para el 2020, un trámite indispensable para los presupuestos.
Ambiente relajado
Lejos de la tensión existente en el 2017, o incluso en octubre del 2019 cuando la sentencia condenatoria a nueve dirigentes separatistas despertó fuertes protestas en Cataluña, ambos gobiernos escenificaron cordialidad.
Los integrantes de ambas delegaciones pasearon ante las cámaras por los jardines del palacio de la Moncloa y Sánchez y Torra se estrecharon las manos frente a la sede del gobierno, decorada con banderas españolas y catalanas.
Al terminar, acordaron reunirse mensualmente de forma alternativa en Madrid y Barcelona y se comprometieron a buscar "una solución política" al conflicto "en el marco de la seguridad jurídica".
El presidente catalán lamentó no haber obtenido respuesta a sus dos grandes reivindicaciones: un referendo de autodeterminación y una amnistía para los condenados y los exiliados por el intento de secesión del 2017.
"El debate abierto y con libertad de planteamientos ha servido también para poner de manifiesto la discrepancia y la distancia entre las dos partes", lamentó en su comparecencia.
El Gobierno español, formado por socialistas y la izquierda radical de Podemos, promete buscar el reencuentro con esta región donde, en apenas diez años, el independentismo pasó de ser residual a conseguir apoyos de casi la mitad de la población.
Así, preparan una modificación del cógido penal para rebajar la condena del delito de secesión que podría beneficiar a los dirigentes separatistas condenados a cárcel, entre ellos el líder de ERC Oriol Junqueras.
Desde la oposición de derecha, contraria a esta negociación, lo denuncian como un “indulto encubierto”.
Independentistas divididos
La política regional complica la situación para ERC, partido fundado en 1931 para defender la independencia de Cataluña, en plena competencia por el liderazgo nacionalista con sus aliados de gobierno de Juntos por Cataluña, enmarcados en el centroderecha separatista.
Dirigida desde Bruselas por el expresidente Carles Puigdemont, que eligió como sucesor a Torra, esta formación recela de la estrategia de ERC de sostener al Gobierno español y de esta mesa de negociación a la que se sumó tardíamente.
Estas tensiones dentro del gobierno regional culminaron con el anuncio de Torra de elecciones anticipadas para este año, aunque sin precisar la fecha.
En este clima preelectoral, un apoyo de ERC a los socialistas o una falta de avance en esta negociación con Madrid pueden ser utilizados por sus rivales para intentar arrebatarles el voto separatista más radical.