Bogotá. Gustavo Petro asumió este domingo como el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, ante cientos de miles de personas que apoyaron su plan para transformar un país inequitativo y acosado por la crisis económica y la violencia del narcotráfico.
El exsenador y exguerrillero de 62 años fue investido por el jefe del Congreso, Roy Barreras, durante una ceremonia en la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, a la que asistieron nueve mandatarios y varias delegaciones internacionales.
"Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia", dijo el nuevo gobernante.
Posteriormente, durante su discurso de investidura, el mandatario planteó acabar con la “fracasada guerra antidrogas” y pasar a una “política de prevención fuerte del consumo” en los países desarrollados.
“Es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado”, dijo el nuevo presidente del país con la mayor producción mundial de cocaína.
Sin mencionar a Estados Unidos, el principal consumidor de la droga que se procesa en Colombia, Petro cuestionó las “cuatro décadas” de persecución antidrogas que ha alentado Washington.
“La guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los Estados”, apuntó, añadiendo que en ese tiempo un “millón de latinoamericanos” han sido asesinados y 70.000 norteamericanos mueren “por sobredosis cada año”.
“¿Vamos a esperar que otro millón de latinoamericanos caigan asesinados y que se eleven a 200.000 los muertos por sobredosis en Estados Unidos cada año?”, añadió en su primer discurso como jefe de Estado.
En ese sentido, propuso cambiar el “fracaso por un éxito” y terminar la guerra antinarcóticos “por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas”.
Petro también propuso a los grupos armados “beneficios” penales a cambio de que firmen la paz.
“Convocamos (...) a todos los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado. A aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz, a cambio de la no repetición definitiva de la violencia”, dijo el gobernante.
De traje azul y corbata negra, Petro recibió la banda presidencial y tomó juramento a la ambientalista Francia Márquez como la primera vicepresidenta afro de Colombia. Petro, que sucedió en el poder al impopular Iván Duque, gobernará por cuatro años un país de 50 millones de habitantes que por primera vez ingresó a la órbita de la izquierda en la región.
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El que fuera el líder de la oposición en las últimas dos décadas inició su Gobierno con una batería de reformas en mente y las expectativas de la mitad del país, que votó por él en el balotaje del 19 de junio.
Colombia se adentra así en un período de cambios, con un izquierdista al mando, un Congreso a su favor y una oposición debilitada tras el declive del exmandatario Álvaro Uribe (2002-2010), el jefe de la derecha.
Petro parte de una “posición envidiable, con una mayoría amplia en el Congreso y, en términos de la calle, cuenta con un apoyo que no tuvo antes ningún gobierno en los últimos años”, señaló a la AFP el analista Jorge Restrepo, del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).
Primeros cambios
Petro armó un gabinete de diversas tendencias, con las mujeres al frente de varias carteras y la misión de sacar adelante reformas que comenzarán su curso legislativo el lunes. Entre ellas está el proyecto que elevará los impuestos a los más ricos, afinará el recaudo y grabará las bebidas azucaradas, en busca de recursos para planes sociales.
"El nivel de endeudamiento y de déficit fiscal que encontramos para el próximo cuatrienio es crítico", aseguró Daniel Rojas, uno de los coordinadores de la comisión de empalme con el gobierno de Duque.
Aun así, Petro se ha propuesto recortar la brecha entre ricos y pobres, una de las más amplias del continente junto a la de Brasil, con mayor acceso al crédito, subsidios y la educación pública.
Después de los estragos de la pandemia, la economía recupera su crecimiento, aunque la inflación, que alcanzó en julio el 10,2% en la variación interanual, el desempleo (11,7%) y la pobreza que castiga al 39% de la población nublan el panorama.
"La gente espera que se den de manera temprana algunos de los cambios que se prometieron en campaña, lo que sumado a la situación económica (...) genera un ambiente de tensión", apuntó Patricia Muñoz, politóloga de la Universidad Javeriana.
En el frente internacional, Petro reactivará las relaciones diplomáticas y comerciales con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, rotas desde 2019, y buscará apoyo y sede para retomar conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla reconocida en el país.
Diálogos de vuelta
Si bien el acuerdo de paz con las FARC, la otrora organización armada de ultraizquierda, mermó la violencia, Colombia todavía no logra extinguir el último conflicto armado interno del continente.
Además del ELN, poderosas bandas del narco como el Clan del Golfo, que encabezaba el capo “Otoniel”, extraditado este año a Estados Unidos, imponen su ley en varias zonas del país. Las disidencias que se marginaron del pacto de paz también desafían al Estado gracias a los recursos de la minería ilegal y principalmente del narcotráfico.
Petro recibe además un país con la mayor producción mundial de cocaína, ante lo cual ha propuesto replantear la fallida política de prohibición de las drogas en conjunto con Estados Unidos, el principal consumidor del derivado de la hoja de coca.
Junto con la invitación al diálogo al ELN, Petro propondrá a los grupos armados someterse a cambio de beneficios penales, al tiempo que reformará o disolverá la fuerza policial antidisturbios, implicada en violaciones de derechos humanos durante la represión de las masivas protestas de los últimos años.
“Vamos a ver un cambio lento en las fuerzas militares, (...) pero creo que podemos descartar algún tipo de malestar público, insurrección, huelga de brazos caídos o baja de la actividad operacional”, dijo Jorge Restrepo.