Un izquierdista sofisticado y cada vez menos radical y un millonario franco que no roba ni traiciona: Gustavo Petro y Rodolfo Hernández apelan a las emociones del electorado en el duelo final de sus estrategias para alcanzar la presidencia de Colombia.
Petro y Hernández, el primero un senador y exguerrillero de 62 años, y el otro, un outsider sin partido ni ideología de 77, llegan empatados en la intención del voto al balotaje del próximo domingo.
Ambos son figuras contrarias a la clase dominante y representan una alternativa de ruptura y cambio ante el hastío expresado en las urnas hacia los partidos tradicionales, marginados por primera vez de la disputa por el poder.
En la recta final hacia la segunda vuelta, cada uno morigeró su imagen para persuadir a abstencionistas, que conforman el 45% del electorado, en su mayoría jóvenes, y a indecisos.
Atrás quedaron los discursos en plaza pública, los debates y el juego limpio. El último asalto entre Petro y Hernández se disputa en el campo de las emociones y el descrédito del rival.
Antes de la primera vuelta, Petro explotó sus dotes de orador en las cien plazas públicas que visitó. Su propuesta incluye ambiciosas y complejas reformas para, por ejemplo, robustecer el Estado, cesar la exploración petrolera en favor de fuentes renovables de energía y cambiar el sistema de pensiones.
"Cuando se subía en una tarima y hablaba hora y media con la gente lo que hacía era profundizar a fondo su modelo económico, el tratamiento del campo (...) y eso se vuelve un poco sofisticado", reconoce Alfonso Prada, jefe de debate del izquierdista.
Ante el ascenso de Hernández, que sorpresivamente recibió el 28% de los apoyos, su estrategia de comunicación dio un golpe de timón para contrarrestar el lenguaje sencillo y efectista de su contrincante.
"Nuestro defecto era (el de) no ser capaces de transmitir con más sencillez en el lenguaje a la población colombiana", agrega Prada en diálogo con la AFP.
El aspirante por el Pacto Histórico, una coalición de movimientos de centro y de izquierda, dejó la tarima y las grandes movilizaciones para multiplicar sus entrevistas con medios y grabar piezas de propaganda con un pescador, mineros o artesanos.
Un Petro durmiendo en casa de pobladores pobres, metido en la cocina o en cultivos de caña y hasta jugando fútbol suavizó la imagen del político rígido e intelectual de la primera parte de la contienda.
"Tenemos un Gustavo Petro y una Francia Márquez (candidata a la vicepresidencia) que comunican más sencillo, que hablan mucho más directo", según el estratega.
Sin embargo, el candidato que alentaba la política del amor quedó al desnudo con la filtración de videos editados de su cuartel de campaña donde junto a sus asesores concierta estrategias para desacreditar rivales.
Conocido como el rey o el viejito del TikTok, donde cuenta con casi 600.000 seguidores, Hernández engloba toda su propuesta en la lucha anticorrupción con una paradoja: está llamado a juicio por un contrato irregular suscrito en su época de alcalde de Bucaramanga (2016-2019).
Después de pasar a segunda vuelta, renunció a debatir con Petro, limitó sus entrevistas y canceló las apariciones públicas en la última semana, denunciando un supuesto y truculento complot para asesinarlo a cuchillo.
"Rodolfo no tiene maquillaje. Una de las fuerzas de su estrategia es mostrarlo tal cual es (...), con las metidas de pata que hace a veces por lo franco; por lo desabrochado que es para plantear las cosas", señaló Ángel Becassino, su principal asesor de campaña, al programa A Fondo en Spotify.
En el último tramo de la contienda, reforzó su figura de capitalista pragmático que se hizo a sí mismo en el mundo de la construcción, y que no pacta con políticos por más que le expresen su respaldo.
La derecha opuesta a Petro cerró filas en torno al independiente, una mezcla de Donald Trump, Nayib Bukele y Andrés Manuel López Obrador. De este último ya anunció que copiará sus ruedas de prensa diarias y prometió llevar a la picota pública a los congresistas que rechacen sus proyectos.
Con tres "consignas primarias: no robar, no mentir, no traicionar", Hernández quiere resolver la "falta de dinero, la falta de trabajo y la falta de seguridad", según su estratega.
Ante sus múltiples salidas en falso y comentarios machistas y xenófobos, el independiente quiere irradiar la imagen de un hombre del común que, por decir la verdad, puede cometer exabruptos. Su candidata a vice, Marelen Castillo, irrumpió en la contienda para suavizar la imagen de Hernández frente a las mujeres.
“Es una versión mucho más light de ambos candidatos (...) para tratar de llegarle ese público insatisfecho con las dos candidaturas, a ese 5% de indecisos, con una estrategia de emociones más que de propuestas”, sostiene Felipe Botero, experto de la Universidad de Los Andes.