Jerusalén. Benjamin Netanyahu y su esposa Sara fueron interrogados este viernes por la Policía en relación con uno de los casos de presunta corrupción que amenazan el largo reinado del primer ministro israelí.
Tres días antes de la visita del primer ministro a la Casa Blanca, los Netanyahu respondieron por separado a las preguntas de los policías en la que podría ser una de las investigaciones más peligrosas para el jefe de gobierno israelí, figura ineludible en su país y en la escena internacional.
Era la primera vez que Netanyahu era interrogado por este caso, aunque la Policía ya le había tomado declaración en otras ocho ocasiones por otros casos distintos.
Un vocero de la Policía se limitó a confirmar que los Netanyahu habían sido interrogados durante varias horas –cinco, según los medios– sin precisar porqué.
Según todos los medios de comunicación, los policías les tomaron declaración sobre sus relaciones con el empresario Shaul Elovitch, principal accionista de Bezeq, el grupo de telecomunicaciones más importante de Israel.
Los investigadores se presentaron por la mañana, en dos vehículos, delante de la residencia del primer ministro, en el elegante barrio de Rehavia, en Jerusalén, constató un periodista de la AFP. Una decena de camarógrafos y de fotógrafos esperaban su llegada, anunciada desde hace días por la prensa.
Al mismo tiempo, Sara Netanyahu era interrogada en Lod (centro) en las oficinas de la Lahav 443, el Buró Federal de Investigación (FBI) israelí.
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La Policía trata de averiguar si los Netanyahu intentaron asegurarse una cobertura favorable por parte de Walla, un portal de informaciones propiedad de Elovitch, a cambio de favores gubernamentales que podrían haberle reportado millones de dólares a Bezeq, según la prensa.
Aunque el primer ministro –que ha ocupado este cargo durante casi 12 años– no está oficialmente inculpado en ninguno de los al menos seis casos que lo involucran directa o indirectamente, el ambiente se va enrareciendo en su entorno y la acumulación de reveses contra él va derivando hacia una atmósfera cada vez más preelectoral.
Elovitch es uno de los principales sospechosos en el caso Bezeq (o “caso 4000”), una investigación abierta en el 2017, pero que estalló el 18 de febrero con la detención del propio Elovitch y de otras seis personas, entre ellos dos cercanos colaboradores del primer ministro.
Una de las personas detenidas, el exdirector general del ministerio de Comunicaciones, conocido como uno de los pocos hombres de confianza de Netanyahu, Shlomo Filber, negoció con los investigadores un acuerdo de cooperación a cambio de un estatuto de testigo protegido, con garantías de no ir a prisión, según informes de la prensa confirmados por la Policía.
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Según los medios, la policía sospecha que Filber actuó, cuando ocupaba este cargo, como intermediario entre los Netanyahu y Elovitch, director de Bezeq y de la influyente página web de información Walla.
La Policía busca saber si los Netanyahu quisieron asegurarse una cobertura favorable por parte de Walla a cambio de favores gubernamentales, que podrían haber reportado cientos de millones de dólares a Bezeq, afirma la prensa.
Los policías están en posesión de elementos muy comprometedores, como grabaciones de conversaciones entre Elovitch y el jefe de Walla, o mensajes enviados por Sara Netanyahu a la esposa de Elovitch, según la misma fuente.
“Fake news (noticias falsas). Nunca se ha producido nada semejante”, respondieron los servicios del primer ministro el jueves en las redes sociales.
Sin embargo, Netanyahu está confrontado a la perspectiva del testimonio potencialmente devastador de cualquiera de las personas detenidas el pasado 18 de febrero.
Los policías también esperan interrogar a Netanyahu sobre otro caso, en el que hay sospechas de corrupción en torno a la venta por Alemania a Israel de tres submarinos de guerra fabricados por el gigante industrial ThyssenKrupp, según la prensa.
En otros dos casos en los que estaría implicado el primer ministro, se sospecha que Netanyahu y miembros de su familia recibieron regalos de lujo por un valor de un millón de sequeles ($285.000) de parte de riquísimas personalidades a cambio de favores financieros o personales.
Netanyahu proclama su inocencia en todos los casos, denuncia una “caza de brujas” de parte de la prensa y la oposición, y afirma estar determinado a permanecer en el poder.
Hasta ahora, los jefes de los partidos de su coalición, sobre los que reposa el gobierno de Netanyahu, siguen siendo solidarios con el primer ministro mientras no sea encausado.