Berlín. La derecha conservadora de la canciller Angela Merkel, impopular y criticada por los ecologistas hasta hace pocas semanas, retoma fuerzas en plena pandemia del coronavirus gracias a la buena gestión de la crisis, saludada por los alemanes.
Hace aún pocas semanas, los conservadores alemanes se enfrentan a una crisis interna sin precedentes provocada por disensiones sobre la posición a adoptar ante la extrema derecha.
Ahora, los conservadores dominan las intenciones de voto con un 35%, según las encuestas.
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El partido demócrata-cristiano (CDU) de la canciller ha subido 7 puntos en el barómetro político de la cadena ZDF publicado esta semana, una progresión inédita en la historia de esta encuesta.
Pese a la propagación de la pandemia, con unos 4.000 nuevos casos oficialmente declarados cada día, Alemania parece menos golpeada que algunos de sus vecinos europeos, con un número de fallecimientos bastante menor.
Discreción ante la crisis
La canciller, en el poder desde hace 14 años, aparece en primera línea. Merkel, poco dada a los lirismos y que opta por la discreción en los momentos de crisis, hasta el punto de ser acusada de inercia, multiplica esta vez las conferencias de prensa, explica detalladamente las medidas de confinamiento, como el anuncio del cierre de salones de masajes y prostíbulos.
Y llegó a dirigirse a toda la nación, en un discurso inédito seguido por millones de telespectadores.
No ha dudado en exhibir dotes de comunicación, como cuando apareció en un supermercado berlinés mientras empujaba su carrito con botellas de vino y un paquete de papel higiénico.
La canciller logró asimismo la simpatía de sus conciudadanos al anunciar que se ponía en cuarentena tras haber estado en contacto con un médico que dio positivo al nuevo coronavirus.
Desde entonces, a sus 65 años, sigue gestionando el país por videoconferencia. Recientemente, admitió en una grabación que le costaba asumir el confinamiento así como la falta de contacto con sus ministros y consejeros.
"Desgraciadamente, la cifra diaria de nuevas infecciones no nos permite bajar la guardia y renunciar a respetar las reglas", advirtió este sábado, en su podcast semanal.
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Esta crisis también podría cambiar la situación de la carrera para suceder a Merkel en 2021.
Inicialmente prevista para el 25 de abril, la elección de un nuevo dirigente conservador y futuro candidato a la cancillería ha sido postergada sine die.
El gran rival de la canciller centrista, Friedrich Merz, partidario de una derechización, está en horas bajas: su posición muy liberal en economía no se adecua con la demanda de los alemanes de un apoyo del Estado.
Su adversario, el moderado Armin Laschet, dirigente regional cercano a Merkel y apoyado por el popular ministro de Salud, Jens Spahn, tiene un perfil más unificador.
Cae la extrema derecha
Sin embargo, es el dirigente bávaro Markus Söder quien se erige en figura emergente en esta crisis.
Söder, que dirige una región golpeada de lleno por la covid-19, se ha convertido en la personalidad mas popular después de Merkel. Los alemanes celebran la rapidez con la que Baviera adoptó medidas de confinamiento.
Los Verdes, en la oposición, son víctimas de la crisis y pasan por debajo del 20% de intención de voto. Pero es la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) la que más se ve afectada por la situación.
AfD, escenario de una guerra interna con su ala más radical, ha caído por debajo del 10% en intención de voto.
Como consecuencia de la pandemia de la covid-19, “hay una vuelta a virtudes más bien ajenas a AfD: solidaridad, fiabilidad, prudencia, confianza en el poder y en el espíritu de las luces”, analiza el sábado un editorial el Spiegel, que teme no obstante el fin de semejante subida en caso de crisis económica y social.