Las grandes potencias mundiales se culpan unas a otras por el supuesto “sabotaje” de los gasoductos Nord Stream, que presentan importantes fugas desde el lunes 26 de setiembre. Las dos enormes tuberías, que conectan Rusia con Alemania, se encuentran fuera de servicio por la guerra en Ucrania, pero fueron afectadas por unas “inexplicables” fugas de gas en el mar Báltico, provocando gigantescos burbujeos.
A todo esto ocurre a pocos días de que ingrese el invierno y en medio de debates sobre el cómo enfrantarán esta estación cuando Rusia es el principal proveedor de gas para toda Europa.
La alerta de fuga fue lanzada inicialmente por las autoridades suecas y danesas. Estas detectaron burbujeos en el gasoducto Nord Stream 2, y poco tiempo después, ambos países nórdicos detectaron dos “raras” fugas en el Nord Stream 1.
Horas más tarde, Rusia se pronunció “extremadamente preocupada” por las fugas detectadas y añadió que no descartaba “ninguna hipótesis”, incluido un sabotaje, en palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
En medio de este ambiente de “búsqueda de culpables”, Ucrania dijo ayer martes que las filtraciones fueron probablemente causadas por un “ataque terrorista” planificado por Moscú, no obstante, no aportaron ningún tipo de prueba para sostener su afirmación.
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“Las ‘filtraciones de gas’ a gran escala Nord Stream 1 no son otra cosa que un ataque terrorista planificado por Rusia y un acto de agresión contra la Unión Europea”, afirmó en Twitter el consejero presidencial ucraniano Mijailo Podoliak.
Entonces, ¿las filtraciones fueron premeditadas?
En este momento, las potencias mundiales implicadas se desmarcan de cualquier intento de ser inculpadas. Al contrario, cada una señala a su respectivo rival geopolítico. Las dudas, lejos de ser aplacadas, recibieron un espaldarazo luego de que el Instituto Sismológico Sueco informara que dos explosiones submarinas fueron registradas antes del descubrimiento de las fugas.
La Red Nacional Sísmica de Suecia registró “dos liberaciones masivas de energía” poco antes y cerca del lugar de las filtraciones de gas en las costas de la isla danesa de Bornholm, indicó a la AFP Peter Schmidt, un sismólogo de la red nacional.
“Nosotros lo interpretamos como proveniente, con una probabilidad muy grande, de algún tipo de detonación”, indicó Schmidt, que explicó que esas liberaciones de energía fueron “muy repentinas”.
Por su parte, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, aseguró que lo ocurrido en el mar Báltico se debe a “actos deliberados” y no “a un accidente”. El gobierno danés estima que las fugas en los ductos podrían durar “al menos una semana”, hasta que se agote el metano que está escapando de los conductos submarinos.
A Frederiksen se sumó Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, quien dijo este miércoles que la Unión Europea considera que las fugas de los dos gasoductos no son una “coincidencia” y que hay indicios de que fueron un “acto deliberado”.
Según lo previsto, Estados Unidos también se pronunció respecto a las misteriosas explosiones detectadas minutos antes de que se dieran las fugas. La Casa Blanca dijo este miércoles que era “ridículo” que Rusia supuestamente insinuara que los norteamericanos estuvieran detrás de estos acontecimientos.
“Todos sabemos que Rusia tiene un largo historial de difundir desinformación y lo está haciendo nuevamente aquí”, dijo Adrienne Watson, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, después de que Moscú pidiera que el presidente Joe Biden dijera si Estados Unidos estaba involucrado.
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Desde luego, como parte de esta dinámica de sacudirse las responsabilidades, el Kremlin no tardó en calificar de “estúpidas y absurdas” las acusaciones de que ellos estén detrás del incidente. “Era bastante predecible” que algunos culparan a Rusia, dijo Dmitri Peskov a la prensa.
Consecuencias
Los gasoductos Nord Stream 1 y 2 son centro de la tensión geopolítica de los últimos meses en Europa, desde que Rusia cortó su suministro a Europa en respuesta a las sanciones occidentales contra Moscú por la invasión de Ucrania.
Los dos gasoductos, gestionados por un consorcio participado mayoritariamente por el grupo energético ruso estatal Gazprom, no están operando actualmente. Sin embargo, ambos contienen aún gas, que se filtra a la superficie del mar Báltico desde el lunes.
En unas fotos tomadas por el ejército danés este martes podían verse unas grandes burbujas en la superficie del agua, emanando de tres fugas localizadas en las aguas de Suecia y Dinamarca, con diámetros de entre 200 y 1.000 metros.
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Como primera consecuencia palpable, ya los precios del petróleo comenzaron a subir, algo que preocupa especialmente, dado que se avecina el gélido invierno europeo. Tras las noticias de las fugas, autoridades temen que la crisis energética entre en una nueva fase.
El precio del barril de Brent del mar del Norte para entrega en noviembre ganó 2,62% a 86,27 dólares en Londres. En tanto en Nueva York el barril de West Texas Intermediate (WTI) para igual entrega ganó 2,33% a 78,50 dólares. El lunes el WTI terminó a su nivel de cierre más bajo desde la primera sesión del año, el 3 de enero.
“Esto preocupa mucho al mercado” pese a que los ductos no estaban funcionando, dijo Stephen Schork, analista autor del Schork Report.
El TTF holandés, referencia del mercado europeo de gas natural, subió más de 19% a 208 euros el megawatt hora (MWh).
El petróleo también se vio sostenido por informaciones de la agencia Reuters que señalan que Rusia podría proponer a la alianza Opep+ un recorte de su producción global de un millón de barriles diarios. La OPEP y sus aliados en la Opep+ se reunirán el 5 de octubre para determinar el nivel de producción del cartel y sus socios en noviembre.
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