Washington. A medida que avanza la campaña de las primarias republicanas para las elecciones presidenciales del 2024, las amenazas de los precandidatos de lanzar ataques militares contra los cárteles de la droga en México encendieron alarmas en ambos lados de la frontera.
Durante el debate electoral del partido la semana pasada, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien se encuentra en segundo lugar en las encuestas, a gran distancia del expresidente Donald Trump, afirmó que, en caso de llegar a la Casa Blanca, enviará al ejército estadounidense para desmantelar los laboratorios de droga mexicanos “el primer día”.
“Los cárteles de la droga están matando a decenas de miles de nuestros ciudadanos, por lo que tenemos todo el derecho a hacerlo”, se justificó posteriormente.
Aunque Trump no participó en el debate, es uno de los candidatos que más respaldó estos ataques. La revista Rolling Stone informó recientemente que solicitó a sus asesores “planes de batalla” militares contra México en caso de ganar un segundo mandato el próximo año.
Otros tres candidatos, Vivek Ramaswamy, Nikki Haley y Tim Scott, también respaldaron esta idea.
Haley, exembajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), afirmó que Washington debe enfrentar a los traficantes mexicanos de la misma manera en que se enfrenta al grupo yihadista Estado Islámico.
“Podemos lograrlo desplegando operaciones especiales allí... de la misma manera en que tratamos al El. Debemos hacer lo mismo con los cárteles”, dijo.
Los expertos en política exterior advierten que estas declaraciones deben tomarse en serio, ya que representan una amenaza peligrosa para la siempre tensa relación entre Washington y México.
“Es una locura”, dijo Arturo Sarukhán, ex embajador de México en Estados Unidos y ahora en el centro de estudios Brookings en Washington.
Aumento del fentanilo
Estos ataques no son una idea nueva. Durante su presidencia (2017-2021), Trump ya expresó su apoyo a atacar a los cárteles fuera del territorio estadounidense.
Sin embargo, al parecer, sus asesores lo convencieron de que no lo hiciera, y nunca se consideró como una opción real.
Lo que cambió desde entonces es el aumento del fentanilo, una potente droga que ingresa desde México y que provocó una epidemia de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
Sarukhán sostiene que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, redujo la cooperación con las autoridades estadounidenses en materia de narcotráfico e inmigración ilegal.
Como resultado, los republicanos están pidiendo ataques con drones e incursiones nocturnas similares a las llevadas a cabo por las fuerzas estadounidenses contra grupos yihadistas en Irak, Siria y Somalia, con pocas consecuencias diplomáticas.
El año pasado, un grupo de expertos alineados con Trump, The Center for Renewing America, publicó un libro blanco de política que afirmaba que si Ciudad de México no detiene el comercio de fentanilo, el presidente debe movilizar directamente al ejército estadounidense: “El objetivo es aplastar las redes de los cárteles con toda la fuerza militar”.
En enero, los republicanos en el Congreso propusieron otorgar al presidente poderes de guerra formales para ordenar a las tropas estadounidenses que actúen contra los grupos de narcotraficantes mexicanos.
Y en marzo, los republicanos presentaron una ley para designar a nueve grupos de cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras”, una distinción que aumenta la capacidad del presidente para usar al ejército contra ellos.
Fanfarronadas
Brian Finucane, del International Crisis Group, advierte que estas declaraciones no deben descartarse como simples fanfarronadas electorales.
“La postura conlleva riesgos reales”, escribió Finucane en julio, y entre estos riesgos se encuentra una ruptura radical en la cooperación entre México y Washington que podría amenazar aún más la seguridad estadounidense.
“Tales maniobras en el Congreso y la beligerancia en la campaña electoral aumentan la probabilidad de que un futuro presidente pueda considerar tal ataque como una opción real”.
Cuando las conversaciones sobre una acción militar surgieron entre los republicanos a principios de este año, López Obrador calificó estas declaraciones como “irresponsables” y “una falta de respeto” a la soberanía de México.
“No vamos a permitir la intervención de ningún gobierno extranjero, mucho menos de las fuerzas armadas de un gobierno extranjero”, afirmó.
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Sarukhán sostiene que esta postura de los republicanos es el resultado de una “tormenta perfecta”, que combina un aumento del sentimiento patriótico en la carrera electoral del próximo año y el debilitamiento de la colaboración transfronteriza por parte de López Obrador.
La retórica en el debate fue, obviamente, “carnaza” para los votantes, afirmó Sarukhán.
Sin embargo, agregó que “creo que en el fondo, (los candidatos) sí creen en lo que dicen”. Un ataque contra México no sería visto de la misma manera que un ataque antiterrorista contra el EI en el extranjero”, afirmó.
En ese caso, México haría aún menos para detener el flujo de migrantes y drogas hacia Estados Unidos.
También es probable que Ciudad de México reduzca el intercambio de información de inteligencia y ponga en riesgo cuestiones bilaterales fundamentales, como los acuerdos para compartir el agua.
“Se trata de un acto de guerra y una violación del derecho internacional”, explicó Sarukhán.