Washington
El presidente Donald Trump fustigó el martes a los congresistas por no aprobar la ley para reemplazar a la reforma de salud lograda por su predecesor, aunque advirtió de que persistirá en ese objetivo, prometido desde hace siete años por su partido y pilar emblemático de su campaña electoral.
En sus tuits temprano en la mañana, el mandatario desató una lluvia de críticas contra los demócratas "y unos cuantos republicanos" que se negaron a apoyar la medida, la prioridad legislativa para los republicanos desde hace años.
"La mayoría de los republicanos fueron leales, estupendos y trabajaron muy duro" , tuiteó Trump el martes, pero añadió: "Quedamos decepcionados por todos los demócratas y unos cuantos republicanos".
Agregó: "Como siempre he dicho, dejemos que ObamaCare fracase y entonces nos reuniremos y crearemos un magnífico plan de salud. ¡Manténganse atentos!".
El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, propuso que en lugar de aprobar una nueva legislación simplemente se haga una votación para anular la reforma, sin reemplazarla, pero la resistencia de algunos legisladores de su propio partido parecía asegurar la defunción de esa iniciativa también.
La reforma de salud, aprobada durante la presidencia de Barack Obama, buscaba darle cobertura médica a millones de personas que carecían de ese beneficio y eliminar prácticas como la que permitía a las aseguradoras negarle cobertura a la gente por tener una condición previa.
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Los críticos dicen que la reforma republicana le quita cobertura médica a gente de menos recursos a fin de otorgar exenciones de impuestos a las personas más acaudaladas.
Fracaso republicano. La iniciativa republicana quedó en el fracaso luego que dos senadores de ese partido -Mike Lee, de Utah, y Jerry Moran, de Kansas- indicaron que no la apoyarían en la votación inicial, que tendría lugar la semana entrante. También, las republicanas Susan Collins (Maine), Shelley Moore Capito (Virginia Occidental) y Lisa Murkowski (Alaska) se declararon en contra de la nueva iniciativa.
Capito dijo que se opone a eliminar la ley de Obama "sin un plan que la reemplace y que atienda las inquietudes y las necesidades del pueblo de Virginia Occidental". Ella particularmente ha criticado los fuertes recortes que el plan estipula para Medicaid, el programa federal de ayuda para personas de bajos ingresos.
Susan Collins también se declaró en contra de la propuesta del McConnell. Afirmó que anular la ley de Obama sin tener algo que la reemplace causará "gran ansiedad entre los individuos" que se benefician del Obamacare y "causará turbulencia en el mercado de las compañías de seguro".
Ello significó que por lo menos cinco de los 52 senadores republicanos estaban en contra, dos más de los que contaba el líder de la mayoría de la Cámara Alta, Mitch McConnell, para superar la oposición unánime de los demócratas.
Este revés constituye una derrota humillante para los republicanos, que además de estar en la Casa Blanca controlan ambas cámaras del Congreso.
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A causa de las divisiones entre ultraconservadores y moderados, los republicanos ya habían postergado varias veces el tratamiento de la reforma, vilipendiada por la derecha estadounidense.
"Lamentablemente, es ahora evidente que el esfuerzo para revocar y reemplazar inmediatamente el fracasado Obamacare no tendrá éxito", expresó McConnell en un comunicado el lunes en la noche, que en efecto equivalía a una admisión de derrota.
Fue el segundo revés sufrido por McConnell en ese tema en semanas recientes, y con ello queda maltrecha su reputación de astuto negociador legislativo pues no ha podido manejar su propia bancada, donde ha quedado atrapado entre las corrientes encontradas de moderados y derechistas. A fines de junio, tuvo que abandonar una iniciativa inicial cuando se dio cuenta de que no contaba con los votos de sus propios partidistas.
El episodio marca también una derrota para Trump, que ha tratado de presionar a los legisladores, pero ha emitido opiniones contradictorias sobre el tema, lo que demuestra que tiene limitada influencia sobre los senadores. Ello ocurre a pesar de frenéticos intentos de Trump, McConnell y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, de demostrar que los republicanos pueden hacer las cosas de manera más eficiente.