Caracas. El presidente Nicolás Maduro se convirtió el lunes en el primer comprador de un certificado equivalente al valor de 1,5 gramos de oro que forma parte de un plan para promover el ahorro en un país donde la altísima inflación anula las opciones para invertir.
“Yo voy a tener mis ahorros seguros”, dijo Maduro en declaración difundida por la televisión estatal. “Si hubiese tenido un poquito más de ahorros en bolívares hubiese invertido más”, agregó el gobernante, quien destacó que la primera dama, Cilia Flores, adquirió un certificado de 2,5 gramos de oro, puesto que ella tenía “un poquito más” de dinero.
Según afirmó, el valor de los certificados se sostendría en el tiempo por estar asociado al precio internacional del metal.
De acuerdo con el Banco Central, los 2,5 gramos de otro tendrán un costo inicial de 592,60 bolívares soberanos, unos $9,70 a la tasa oficial del mecanismo de subasta, conocido como DICOM y que ahora es la única tasa de cambio oficial. En tanto, la pieza de 1,5 gramos se vende en 355,56 bolívares soberanos (unos $5,82) .
El entusiasmo que despertó en principio el anuncio de la medida de ahorro en oro se diluyó rápidamente al conocerse que ese metal precioso permanecerá en las bóvedas del Banco y no llegará a manos de los propietarios de los certificados. El ahorro en este país suramericano es virtualmente inexistente.
Este plan está principalmente dirigido a los trabajadores y pensionados mediante la venta de certificados de hasta 2,5 gramos de oro con un año de validez y que pueden ser canjeados para que les devuelvan su dinero ante el Banco Central o mediante la solicitud de créditos ante la banca pública y privada luego de un plazo mínimo de tres meses.
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Horas después de la venta de los dos primeros certificados, la oficina comercial del Banco Central lucía desolada en contraste con el caos reinante a las puertas de los principales bancos del país, donde miles de jubilados hacían fila bajo el sol para retirar la porción autorizada de su pensión, apenas 25%, en medio de la grave escasez de papel moneda que agobia a los venezolanos. El resto estará disponible fraccionadamente el 7 y 14 de setiembre.
Desconfianza
Muchos temen que el gobierno cambie abruptamente las reglas del juego como lo ha hecho antes incluso en acuerdos con empresas nacionales y extranjeras.
“Eso es un engaño, cómo voy a comprar oro si la pensión ni me alcanza. Si como, no puedo comprar las medicinas y así vivimos”, expesó Juan Vera, un jubilado de 71 años, quien se limpiaba el sudor luego de una espera de casi cuatro horas a las puertas de un banco en el centro de Caracas.
La pensión mensual en Venezuela fue elevada en setiembre a 1.800 bolívares soberanos (unos $29,46).
Varios analistas coinciden en que el ahorro en oro no parece ser la mejor alternativa por existir opciones más seguras y que se pueden transformar fácilmente en dinero efectivo.
Henkel García, director de la firma consultora Econométrica, comentó que no parece haber garantías de que los poseedores de esos certificados conserven el valor de sus ahorros, algo que sí tendrían de invertir en una “moneda dura” como el dólar. Según explicó, se trata de un certificado que “supuestamente está respaldado en oro”, lo cual “no tienes manera de corroborarlo” y solo queda tener “la confianza” de que eso está en el Banco Central.
Además, los precios del oro son muy volátiles, por lo que el riesgo es importante.
Hay estadísticas suficientes que demuestran que el oro en el largo plazo “entrega mucho menos rendimiento que una cartera diversificada de acciones”, pese a que su inestabilidad sea similar, agregó el analista.
La iniciativa de ahorro en oro forma parte de un nuevo plan económico destinado a enfrentar la galopante inflación, la merma de los ingresos del gobierno y la debacle económica que ha derivado en una migración masiva de venezolanos en busca de un futuro mejor, entre otras penurias. La inflación podría cerrar el año en un millón por ciento, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Como parte del plan, el 20 de agosto entró en vigencia una reforma monetaria que contempló la eliminación de cinco ceros al bolívar.
En Venezuela rige un férreo control de cambios y precios desde 2003, pero la tasa de cambio en el mercado negro -donde la divisa estadounidense se negociaba casi diez veces al valor de la tasa del DICOM- se ha convertido en el referente de los precios de numerosos productos, generando presiones adicionales sobre la inflación y ha erosionado el ahorro en Venezuela.