Londres. Theresa May se resignó el jueves a posponer la cuarta votación parlamentaria sobre su controvertido acuerdo de brexit, tras las duras críticas emitidas por unos conservadores euroescépticos cada vez más determinados a empujar a la primera ministra a una rápida dimisión.
Crecientemente debilitada, la jefa de Gobierno que llegó al poder en el 2016 a raíz de la renuncia de su predecesor, David Cameron, tras la victoria del referendo sobre el brexit, quiere a toda costa llevar a cabo la misión de sacar a su país de la Unión Europea (UE) antes de dejar un cargo en el que tiene los días contados.
Un nutrido grupo de diputados de su propio Partido Conservador, descontentos con su gestión, la obligaron la semana pasada a aceptar que anunciaría un calendario para la elección de un nuevo líder en cuanto se celebrase este cuarto voto e independientemente de su resultado.
Pero, dada la situación, la decisión podría adelantarse al viernes, cuando la primera ministra tiene prevista una reunión con el líder del grupo parlamentario conservador, Graham Brady, que podría sellar su suerte.
Rechazado estrepitosamente tres veces por la Cámara de los Comunes, el acuerdo de divorcio que May negoció durante dos años con Bruselas debía volver ante los legisladores la primera semana de junio, esta vez bajo la forma de un proyecto de Ley sobre el Tratado de Retirada.
Pero, el jueves, cuando el gobierno anunció el programa legislativo para la vuelta de un corto receso parlamentario que finaliza el 4 de junio, no había ni rastro de dicha votación.
“Informaremos a la cámara sobre la publicación y la introducción del proyecto de Ley sobre el Tratado de Retirada tras el receso”, afirmó el representante del ejecutivo, Mark Spencer.
Este “nuevo acuerdo” de May, que el martes anunció como “una última oportunidad” de acabar con meses de bloqueo político antes de detallar su contenido ante el Parlamento un día después, incluye la posibilidad de permitir a los diputados que voten sobre la posibilidad de organizar un segundo referendo tras el del 2016 en que 52% de británicos votó por abandonar la Unión Europea.
La nueva oferta de May incluye asimismo un voto de los legisladores sobre una eventual unión aduanera temporal con la UE y garantías sobre el derecho de los trabajadores y la protección del medio ambiente.
Son todas ellas reivindicaciones presentadas por el opositor Partido Laborista durante las seis semanas de negociaciones que terminaron en fracaso el pasado viernes. Pero no bastaron para convencer a su líder, Jeremy Corbyn, que las consideró integradas de forma deficiente y sin garantías.
Es "poco más que una versión aderezada de su acuerdo rechazado tres veces", afirmó el miércoles. "Puede que la retórica haya cambiado, pero el acuerdo no lo ha hecho", añadió.
Gobernante en problemas
Además de decepcionar a los izquierdistas, la propuesta desató la ira entre los euroescépticos del Partido Conservador. Como consecuencia, su ministra de Relaciones con el Parlamento, Andrea Leadsom, una de las más fieles colaboradoras de la primera ministra, dimitió el miércoles por la noche.
"Ha habido compromisos desagradables a lo largo de todo el camino, pero siempre ha tenido mi decidido apoyo y mi lealtad", escribió Leadsom a la jefa del gobierno. Sin embargo, tras la presentación del último plan "dejé de creer que nuestra estrategia cumpla con los resultados del referéndum", afirmó.
Es un duro revés para May que el jueves tenía que ver como, ante su incapacidad para llevar a cabo el brexit en la fecha prevista, el 29 de marzo, los británicos debían participar en las elecciones al Parlamento Europeo.
“¿Cuánto más puede aguantar?”, se preguntaba en portada el diario Daily Express junto a una fotografía de Theresa May dentro de su coche oficial y aparentemente con lágrimas que también aparecía en la primera página del Daily Mail.
“Theresa May tiene que dimitir ahora”, escribió en Twitter el diputado conservador David Evennett, sobre una líder reconocida por su tesón a la que en los últimos tres años se dio por políticamente muerta en incontables ocasiones y hasta ahora siempre resistió.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, afirmó que May seguiría en el cargo para la visita de Estado del presidente estadounidense Donald Trump, prevista el 3 al 5 de junio.