El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, abogó este martes por un islam “moderado y tolerante”, y se comprometió a “destruir al extremismo muy pronto”.“
Volvemos a lo que éramos antes, un país con un islam moderado, tolerante, abierto al mundo y a todas las otras religiones”, declaró el príncipe durante una conferencia económica en Riad.
“Queremos tener una vida normal. Una vida en la que nuestra religión significa tolerancia y bondad”, añadió.El príncipe Mohamed, hijo del octogenario rey Salmán, consideró que la monarquía saudí abandonado la moderación en 1979 con el crecimiento de corrientes religiosas extremistas.
“El 70% de la población saudí tiene menos de 30 años y, francamente, no vamos a pasar 30 años más de nuestra vida aceptando ideas extremistas, y vamos a destruirlas ahora”, aseguró.“Vamos a destruir el extremismo muy pronto”, insistió el príncipe, cuyas palabras provocaron aplausos de los asistentes a la conferencia de Riad.
Alianza entre familias
En los años 1970, Arabia Saudí conoció importantes reformas, a pesar de la resistencia de los círculos religiosos conservadores, como la apertura de la enseñanza a las chicas y la llegada de la televisión.
El asesinato del rey Faisal en 1975 frenó este movimiento en un país construido sobre una alianza entre el ala religiosa, representada por la familia Al Sheij, que rige el espacio social, y el poder político representado por la familia Al Saud, que fundó el reino actual en 1932.
Las palabras de Mohamed bin Salmán han sido el ataque más directo de un alto responsable saudí contra los medios religiosos conservadores del reino.
Desde su nombramiento, el 21 de junio, como príncipe heredero, ha procurado aflojar la presión de los círculos religiosos sobre la sociedad saudí.
Se le considera como el principal responsable de la decisión, en setiembre, de levantar la prohibición de conducir para las mujeres saudíes.
Aunque al mismo tiempo hizo detener a más de 20 personas, entre ellas dos predicadores religiosos influyentes, suscitando críticas de expertos y ONG contra su “autoritarismo”.
Pese a todo, su llegada supuso un balón de oxígeno para los jóvenes saudíes.
El reino ha empezado a abrirse a las artes, y las mujeres pudieron participar por primera vez en septiembre en unas celebraciones de la fiesta nacional en un estadio de Riad.
Los saudíes esperan ahora la apertura de salas de cine y mayores ofertas de ocio, prohibidas desde hace tiempo por los medios conservadores.