Moscú. El presidente Vladimir Putin designó este martes en la noche al nuevo gobierno ruso, en el que Sergéi Lavrov y su tocayo Shoigu conservan sus respectivas carteras de Relaciones Exteriores y Defensa.
“Les deseo sinceramente éxito (...) todo el país tiene interés”, declaró Putin en una reunión con todos los miembros del gabinete, al lado del primer ministro, Mijail Mishustin, difundida por televisión.
Además de Lavrov y Shoigu, los ministros del Interior, Vladimir Kolokoltsev y el de Energía, Alexandre Novak, mantendrán sus cargos estratégicos.
Putin sorprendió a todos el 15 de enero durante su discurso anual ante el Parlamento, al anunciar una serie de revisiones constitucionales a acometer próximamente. Tras el aviso, se registró la renuncia del primer ministro, Dmitri Medvedev, y su gabinete.
En este contexto, designó al responsable del fisco, Mijail Mishustin, como nuevo jefe del Gobierno, tras lo que publicó, nuevamente provocando sorpresa, los detalles de todas las enmiendas constitucionales que se examinarán el jueves en primera lectura en la Duma.
Según la oposición, estas propuestas tienen por objetivo garantizar a Putin el dominio del sistema político ruso después del 2024, cuando finaliza su mandato actual, tras el cual no puede presentarse a su propia sucesión, de acuerdo con la actual legislación.
Haciéndose eco de las palabras del presidente, Mishustin prometió a los rusos “cambios reales”, la semana pasada ante el Parlamento, entre los que destaca un aumento del nivel de vida, precisamente cuando la popularidad de su antecesor, muy cercano al presidente, se desmoronó a causa de los problemas económicos que sufre la población.
El principal cometido del gobierno de Mishustin, un tecnócrata muy eficaz, que ha convertido a una burocracia fiscal pesada y corrupta en una administración moderna y eficiente, será poner en marcha los principales proyectos definidos en el 2018 por Putin.
Destinados a modernizar a una Rusia con una economía anémica, estos “proyectos nacionales” que representan inversiones por unos 375.000 millones de euros al cambio actual deben, de aquí al 2024, alcanzar a casi todos los sectores de la economía y sociedad: digitalización, ecología, educación, red carretera, cultura, demografía, salud...
Este cambio de gobierno y las revisiones constitucionales concomitantes “a la carrera”, han reavivado las conjeturas sobre el futuro político de Vladimir Putin, de 67 años.
Las enmiendas a la Ley Fundamental prevén, entre otras, un mayor peso del Parlamento en la designación del primer ministro, y refuerzan el papel del Consejo de Estado, un organismo que actualmente solo es consultivo.
Para muchos analistas, de esta manera Putin crea su impronta política para después del 2024, dejando el mayor número posible de puertas abiertas para mantener su influencia en el país que pilota desde hace 20 años.