Sochi, Rusia. Poco involucrado en el continente africano hasta el momento, Vladimir Putin presidirá miércoles y jueves la primera “Cumbre Rusia-África”, símbolo de la creciente ambición de Moscú en una región en la que China y Occidente le llevan varios cuerpos de ventaja.
Con una treintena de líderes y varios miles de participantes, el objetivo es mostrar que Rusia “tiene mucho que ofrecer a los Estados africanos”, explicó el Kremlin.
"Estamos preparando y concretando proyectos de inversiones con participaciones rusas por miles de millones de dólares", subrayó Putin, en una entrevista difundida este lunes por la agencia estatal Tass.
En Sochi, una turística localidad donde al gobierno ruso le gusta organizar sus grandes encuentros, Putin encabezará con su homólogo egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, esta cumbre que copia el modelo de los “Foros sobre la cooperación sino-africana” que, desde el 2000, ha permitido a China convertirse en el primer socio del continente.
Para Putin, se trata de demostrar que se interesa por África, cuya región subsahariana visitó apenas tres veces en 20 años, siempre con destino a Sudáfrica.
En una entrevista difundida este lunes, el presidente ruso citó como prueba del compromiso de Moscú la “cooperación militar y de seguridad”, la ayuda contra la epidemia de Ébola y la formación de “cuadros africanos” en las universidades rusas. Además, aseguró que todos los proyectos propuestos por Rusia se hacen “sin injerencia política”.
Como parte de esta operación de seducción, su vocero recordó que África es un “continente importante” con el que Moscú tiene “relaciones tradicionales, históricas, íntimas”, una referencia a la época de la URSS.
Pero esos tiempos de influencia soviética en el continente africano están lejanos ya. En aquel entonces Moscú se había hecho un lugar por su apoyo a la lucha por la descolonización, y excolonias francesas como Mali o Guinea, se habían volcado al socialismo en los años 1960.
Luego, Mozambique, Angola y Etiopía se convirtieron en "países hermanos" de la URSS, y muchos dirigentes africanos se formaron en la Unión Soviética. Hoy en día, solo el angoleño João Lourenço cumple con esa tradición.
Venta de armas
En el 2018, los intercambios entre Rusia y el continente africano alcanzaron los $20.000 millones, diez veces menos que con China. Y la mayoría del comercio concernía a las ventas de armas, único sector en el que Rusia tiene el liderazgo en África.
En ese sentido, Rusia representó entre el 2014 y el 2018 el 49% del total de las importaciones de armas en el norte de África y el 28% en África subsahariana, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri).
Hoy en día, Moscú quiere “concentrar sus esfuerzos en áreas en las que tiene una ventaja competitiva”, afirmó el exembajador ruso Evgueni Korendiasov, miembro del Instituto ruso de Estudios Africanos.
Además de las armas, esos sectores son el nuclear, los hidrocarburos y la industria minera.
Más aún que tras cinco años de sanciones económicas occidentales, Moscú necesita socios y destinos para impulsar su apático crecimiento.
Músculo de potencia
En un contexto de tensiones exacerbadas con los países occidentales, la cumbre de Sochi será también la oportunidad para que Rusia, tras su gran regreso a Oriente Medio gracias a sus éxitos en Siria, muestre que es una potencia con influencia mundial.
A inicios del 2018, la llegada de armas y decenas de “consejeros militares” en el centro de África, considerado históricamente bajo control francés, permitió a Rusia concretar un espectacular regreso en el escenario africano.
Desde ese momento, el Kremlin firmó varios acuerdos de cooperación militar y los hombres del grupo Wagner, una empresa acusada de proveer mercenarios y que se dice es financiada por Evgueni Prigojin, cercano a Putin, habrían sido vistos en Libia, Mozambique, Sudán e incluso Madagascar.