Madrid. El arribo a España del disidente cubano Yunior García sorprendió el miércoles a todos, tras meses de convocar a una manifestación que finalmente no se produjo. Su salida imprevista fue un duro golpe para la disidencia dentro de la isla.
“Quiero imaginarme, por lo que lo conozco, que a él le hubiera gustado realmente marchar y que no se lo permitieron, quiero imaginarme que no tuvo la menor salida a la situación que se le creó, sé que había presiones familiares fuertes, se sabe que se presiona a la familia alrededor, pero de todas maneras, es una decisión muy controversial”, comentó Juan Pin Vilar, un cineasta que fundó con García el grupo Archipiélago.
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Este espacio de debate político, creado en Facebook tras las históricas manifestaciones del 11 de julio, cuenta con 38.000 miembros dentro y fuera de Cuba. Desde ese sitio salió la convocatoria para la marcha el 15 de noviembre por la liberación de presos políticos, frustrada sobre todo por la fuerte presencia policial ese día en las calles.
Con aire juvenil y gruesas gafas sobre la nariz, García, un dramaturgo de 39 años que hace uno aún estaba alejado de la política, se convirtió en los últimos meses en el rostro de una nueva disidencia cubana, más joven y conectada. Sin embargo, el domingo 14, cuando tenía previsto manifestarse en solitario en La Habana, pese a la amenaza previa de ser arrestado, se vio rodeado en su domicilio por agentes vestidos de civil que le impidieron salir durante toda la jornada.
Lo último que se vio de él fue la mano con una rosa bajo la gigantesca bandera desplegada por agentes para cubrir su ventana. Después estuvo incomunicado e ilocalizable en su departamento, hasta su sorpresiva reaparición el miércoles en el aeropuerto de Madrid.
“La única manera que yo podía evitar que me silenciaran era escapando”, afirmó el miércoles García, en una entrevista en el canal de YouTube “Derecho de Réplica” de Ian Padrón, un opositor cubano que vive en Estados Unidos.
Este jueves, en su primera rueda de prensa en Madrid, el dramaturgo admitió que su abrupta salida del país asestó un porrazo a la disidencia cubana: “Lo sé, lo entiendo, ha sido un golpe doloroso (...) pero estoy convencido de que, como tengo yo mismo que sanar mi dolor, ese dolor de otros y esa decepción de otros también va a sanar”.
‘Un paso adelante’
“Él optó por no ser detenido, entonces obviamente no salió a la calle” a manifestarse, estimó el exdiplomático Carlos Alzugaray. Aunque, “obviamente, hay mucha gente que se la jugó y que ahora está presa; eso no es muy bonito”.
La plataforma disidente Cuba Decide denunció un centenar de arrestos. Liety Bretones, estudiante de 21 años, se vistió de blanco ese día, como era la instrucción de Yunior. “Yo me vestí de blanco y sinceramente esperé ver una reacción, ver algo, pero... el día pasó y no pasó nada”.
Al final, se “vuelve la desilusión”, suspiró la joven, citando los movimientos disidentes que han ido y venido en los últimos años, “que han tenido buen empuje, han llegado a un nivel”, pero “los que dirigen esto son ellos, esto prácticamente es una mafia”.
Se dijo “contenta” por García. Que “por lo menos tenga un paso adelante, porque aquí lo que iba a hacer era fastidiarse la vida, porque aquí hay demasiada represión”. En paseo del Prado en La Habana, Glebys Beracierto, periodista de 47 años, no esta sorprendida.
“Todo es una gama de gente inculta, baja y sucia, que son gente que no valen nada”, afirmó sobre la disidencia. Si de algo está contenta es “que no haya pasado nada” el lunes, dice reflejando las divisiones entre la sociedad cubana.
Enemigo público número uno
El rostro de García ha aparecido desde hace semanas en el noticiero de la televisión donde se convirtió en el enemigo número uno, acusado de ser un agente entrenado y pagado por Estados Unidos para desestabilizar su propio país.
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Frente a los periodistas, se mostraba cada vez más nervioso, fumando, y confesaba que casi no podía dormir. En “los últimos años, no creo que haya un activista que haya recibido una presión tan intensa en tan corto tiempo, un intento de asesinato moral en los medios de comunicación”, deploró el disidente moderado Manuel Cuesta, de 58 años.
Cuesta fue arrestado unas horas el lunes, cuando iba a manifestarse. “Debo ser honesto también, no es la mejor noticia para el movimiento político, el movimiento disidente”, admitió, sobre todo porque Yunior asumía “un liderazgo joven”.
Para las autoridades, “hay una victoria a corto plazo (...), pero creo que a mediano plazo la sociedad cubana está haciendo un nivel de demanda, a unos niveles tan profundos que creo que se impone, en algún momento, la necesidad de una transformación profunda”, estimó el opositor. Y “las demandas de los cubanos, al contrario de lo que se pensaba, no van solo por el estómago, ya van también hacia las libertades”, indicó.