Washington. El Senado de Estados Unidos confirmó el martes el nombramiento de Antony Blinken como jefe de la diplomacia estadounidense, seis días después de la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca.
El nuevo secretario de Estado obtuvo 78 votos a favor y 22 en contra, una mayoría mucho más cómoda que sus antecesores republicanos Rex Tillerson y Mike Pompeo (confirmados con 56 y 57 votos favorables respectivamente).
Con el Senado dividido 50-50 entre republicanos y demócratas, Blinken cosechó así el respaldo de muchos senadores de la oposición.
El líder de los republicanos en el Comité de Asuntos Exteriores, Jim Risch, subrayó antes de la votación su desacuerdo sobre el regreso de Estados Unidos al acuerdo nuclear iraní, que Biden y Blinken buscan.
Pero más allá de este espinoso asunto, “en los muchos temas que discutimos, hubo pocas diferencias, si acaso, entre nosotros en varios de ellos”, reconoció Risch, quien votó a favor de “Tony” Blinken.
“Necesitamos un secretario de Estado. Es la persona adecuada”, dijo.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, también expresó que Blinken es “la persona adecuada para reforzar las prerrogativas de Estados Unidos en el escenario mundial”.
“Durante cuatro años, Donald Trump ha debilitado nuestras alianzas, envalentonado a nuestros adversarios y empañado la reputación de Estados Unidos en el exterior. Debemos reafirmar nuestro apego a la OTAN y a otras alianzas en todo el mundo”, declaró.
Retomar alianzas
En su audiencia de confirmación ante los senadores, la semana pasada, Blinken prometió “revitalizar” las alianzas de las que -según afirmó- abusó el expresidente republicano, y llevar a Estados Unidos “al frente” tras el unilateralismo y la desconexión de la diplomacia trumpista.
Blinken también obtuvo la aprobación de muchos republicanos cuando admitió que Trump había “tenido razón al adoptar una postura más fuerte contra China”.
Consultado durante la audiencia sobre la situación en Venezuela, Blinken llamó “brutal dictador” al mandatario Nicolás Maduro, y manifestó que apoyaba seguir reconociendo al líder opositor Juan Guaidó como autoridad legítima del país sudamericano.
Entre los aspectos “a considerar” de la política hacia Caracas, señaló “una cooperación de coordinación más fuerte con países afines” y un enfoque “más efectivo” hacia las sanciones “para que los facilitadores del régimen realmente sientan el dolor” de las medidas punitivas estadounidenses.
A diferencia de sus predecesores recientes más ilustres, Blinken no es un peso pesado político.
Pocas veces un secretario de Estado ha estado tan cerca del presidente de la primera potencia mundial: asesoró a Biden en el Senado y luego cuando fue vicepresidente de Barack Obama, antes de convertirse él mismo en subsecretario de Estado del 2015 al 2017.
Pero no siempre los dos han estado en sintonía.
Biden, después de haber votado a favor de la guerra de Irak en 2003, dio un giro menos intervencionista, en línea con la idea de un Estados Unidos cansado de “guerras eternas”.
EE. UU. y el mundo
Blinken, marcado por la impotencia de Estados Unidos durante el genocidio de 1994 en Ruanda, continuó hablando a favor de las intervenciones militares en nombre de los derechos humanos bajo la administración Obama.
A veces con éxito, como cuando abogó por enviar refuerzos a Afganistán a pesar de la oposición de Biden.
A veces no, como en Siria, donde Obama había optado por una participación limitada. “No hemos podido evitar una horrible tragedia humana”, se lamentó en mayo en CBS. “Es algo que nunca olvidaré”.
Su apego a los derechos humanos se debe en gran parte a su padrastro, Samuel Pisar, uno de los supervivientes más jóvenes del Holocausto, quien logró escapar de los campos de concentración.
Durante su audiencia en el Senado, Blinken contó cómo, frente a un tanque estadounidense que se acercaba a su escondite, el niño, de rodillas, había “pronunciado las únicas palabras en inglés que su madre le había enseñado: “God bless America” (Dios bendiga a Estados Unidos).
Pisar, un abogado estadounidense nacido en Polonia, vivió en París, donde Blinken asistió a la prestigiosa escuela Jeannine Manuel.
Su padre biológico es un importante banquero de inversiones y su madre, Judith Pisar, dirigió mucho tiempo el American Center en París, una institución cultural y artística.
Durante sus años parisinos, Blinken vio el surgimiento de su fibra musical. Su pasión por el rock lo siguió hasta Washington donde, luego de estudiar en la Universidad de Harvard, era guitarrista en un grupo que tocaba clásicos de los Beatles, y más recientemente aprovechó el confinamiento de la pandemia para componer sus propias canciones.
Antes de su nominación, unas 50 personas en promedio escuchaban mensualmente en la plataforma Spotify las dos canciones de “ABlinken” -su nombre artístico-, baladas de rock marcadas por su voz de tenor. En los últimos dos meses, ese número se multiplicó por 50.