Londres. La primera ministra británica, Theresa May, se reunió el miércoles con el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, en busca de un consenso que evite a Reino Unido salir de forma brutal de la Unión Europea (UE), la próxima semana.
“Creo que ambos queremos conseguir salir de la UE con un acuerdo, creo que queremos proteger los puestos de trabajo, creo que ambos queremos asegurarnos de poner fin a la libre circulación” de trabajadores europeos, afirmó May antes del encuentro.
“Lo que queremos hacer ahora es encontrar una forma de avanzar que pueda obtener el apoyo de la Cámara” de los Comunes, agregó.
Hasta ahora, el Parlamento de Westminster no ha aprobado ninguna de las opciones relativas al brexit: tumbó tres veces el Tratado de Retirada firmado por May con los otros 27 líderes europeos y rechazó todas las alternativas presentadas por los diputados.
Reino Unido debería haber salido del bloque la semana pasada, pero ante el bloqueo la UE le concedió hasta el 12 de abril alcanzar una solución.
Horas más tarde, el miércoles, la Cámara de los Comunes aprobó una propuesta con el objetivo de garantizar que el país no deje la Unión Europea sin un acuerdo de retiro.
Los legisladores aprobaron en una votación 313-312 un proyecto que requiere que la primera ministra solicite a la UE una extensión en el plazo para el brexit en caso de que el Reino Unido esté a punto de llegar a la fecha límite sin un acuerdo.
La medida aún requiere la aprobación de la Cámara de los Lores, que es probable que obtenga.
La primera ministra anunció el martes que pretende pedir otra prórroga en la cumbre europea del 10 de abril, pero si quiere que sea aceptada tiene que decir muy claramente para qué.
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Sin argumentos para convencer a los más recalcitrantes euroescépticos dentro de su Partido Conservador, May optó finalmente por tender la mano a su enemigo jurado, una decisión que fue muy mal recibida por una parte de su agrupación.
El diputado conservador Jacob Rees-Mogg, líder el principal grupo euroescéptico en Parlamento, lamentó que se deje el futuro del brexit en manos de Corbyn, “un marxista notorio”.
Dos secretarios de Estado dimitieron el miércoles. Chris Heaton-Harris, quien estaba al cargo de los preparativos para una eventual salida sin acuerdo en el ministerio del Brexit, afirmó no poder “simplemente apoyar una nueva extensión”. Anteriormente, Nigel Adams, secretario de Estado para Gales dijo en su carta de dimisión que May está cometiendo “un grave error”.
Se desconocía de momento el resultado del encuentro entre May y Corbyn o si será necesario mantener más conversaciones.
No es seguro, siquiera, que lleguen a un acuerdo, por lo que un grupo de diputados encabezados por la laborista Yvette Cooper y el conservador Oliver Letwin siguieron adelante con sus planes y el miércoles por la noche se disponían a un votar una propuesta de ley por la cual el gobierno estaría obligado a pedir a la UE una prórroga para evitar una salida sin acuerdo, sea en nueve días o en cualquier otro momento.
Riesgo de descalabro
El propio gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, advirtió de que el riesgo de un brexit sin acuerdo es “alarmantemente alto”.
Pese a la persistente incertidumbre, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, afirmó en Bruselas que la UE trabajará “hasta el último momento para evitar una falta de acuerdo” que, advirtió, reforzaría a “populistas y nacionalistas” y alegraría a quienes “quieren debilitar a su vez a la UE y (...) a Reino Unido”.
También la canciller alemana, Ángela Merkel, prometió luchar “hasta el último minuto del día para llegar a una salida ordenada”, antes de viajar a Irlanda, país vecino de Reino Unido que sufriría con fuerza las consecuencias de un brexit brutal.
El Partido Laborista de Corbyn ha defendido repetidas veces la necesidad de que, tras el brexit, Reino Unido permanezca en una unión aduanera con la UE y respete buena parte de las reglas del mercado común europeo para proteger el comercio y los derechos de los trabajadores.
Una gran parte de conservadores -la primera ministra incluida- se oponen a estas dos opciones porque la primera imposibilitaría firmar acuerdos de libre comercio con terceros países y la segunda podría dificultar poner límites a la llegada indiscriminada al país de ciudadanos europeos.
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Si el intento de alcanzar un consenso con los laboristas fracasa, May ya anunció que prevé someter a votación del Parlamento “un cierto número de opciones para determinar el camino a seguir”.
El ejercicio, no obstante, ya lo realizaron los diputados en los últimos días por su propia iniciativa y el resultado quedó lejos de solucionar la caótica situación: en dos ocasiones rechazaron todas las alternativas propuestas y la opción que estuvo más cerca de ser aprobada -con tres votos de diferencia- fue la propuesta laborista de una unión aduanera.