Washington. Fue una declaración sorprendente sobre uno de los pilares de la democracia estadounidense, más aún dada su fuente.
El presidente Donald Trump dijo la semana pasada públicamente y sin evidencia que la elección presidencial del 2020 será “la más corrupta en la historia de nuestro país”.
“No podemos permitir que esto suceda”, expresó Trump a una audiencia de jóvenes partidarios en una megaiglesia de Phoenix. “Lo desean demasiado”.
A cuatro meses de las elecciones, el mandatario está intensificando sus esfuerzos para poner en duda la integridad del proceso electoral.
Es una táctica muy usada por Trump, quien en el 2016 hizo lo mismo. Primero atacó las primarias republicanas (“manipuladas y controladas por el jefe”) y luego las elecciones generales, cuando acusó a los medios de comunicación y la campaña de su rival demócrata Hillary Clinton de conspirar contra él para socavar una elección libre y justa.
“El proceso está manipulado. Toda esta elección está siendo manipulada”, manifestó en octubre de ese año, cuando las encuestas le mostraron que iba dos dígitos abajo de Clinton y además enfrentaba varias acusaciones de conducta sexual inapropiada.
Sin fundamento
Entonces, como ahora, los expertos en elecciones han desacreditado repetidamente sus afirmaciones sobre un fraude generalizado en el proceso de votación.
En un país con una historia de transición política pacífica, los esfuerzos de un candidato de un partido importante para deslegitimar una elección equivaldrían a una sorprendente ruptura de la fe en la democracia estadounidense. Pero hacerlo siendo presidente no tiene precedentes, de acuerdo con los historiadores.
“Nunca”, declaró el historiador presidencial Douglas Brinkley cuando se le preguntó si algún exmandatario de Estados Unidos había usado alguna vez ese lenguaje. “Lo que estamos viendo es alguien que es un autócrata o un dictador en acción”.
Este año, Trump ha aprovechado para atacar los esfuerzos en todo el país para ampliar el voto por correo postal debido al coronavirus, que ha infectado a más de 2,4 millones de personas en Estados Unidos y ha matado a más de 125.000.
El virus es muy contagioso y especialmente peligroso para las personas mayores, que generalmente votan en mayor número y las autoridades de salud federales les han aconsejado limitar sus interacciones con los demás.
No hay evidencia de fraude electoral generalizado a través de la votación por correo, incluso en estados donde ya se vota así. Trump y muchos miembros de su administración han votado repetidamente por correo.
Pero eso no ha impedido que Trump acuse a los demócratas de intentar “manipular las elecciones enviando decenas de millones de boletas por correo, utilizando el virus de China como excusa para que las personas no vayan a las urnas”.
“La gente acudió a las urnas y votó durante la Primera Guerra Mundial. Fueron a las urnas y votaron durante la Segunda Guerra Mundial. Podemos ir con seguridad a las urnas y votar durante la covid-19”, señaló en su discurso de Phoenix.