Washington. En tanto Dinamarca jugó al apaciguamiento este miércoles, Donald Trump, visiblemente molesto, justificó la cancelación de su visita al país escandinavo por el "desagradable" tono de las declaraciones de la primera ministra danesa y la negativa de Copenhague a venderle Groenlandia a Estados Unidos.
“Creo que el comunicado de la primera ministra es desagradable”, dijo el mandatario. “Ella podría haber dicho: ‘no, preferimos no hacerlo’”, señaló. “No fue una forma elegante de hacerlo”, añadió.
"Ella no se dirige a mí, está hablando a Estados Unidos de América. No se habla de esa manera a Estados Unidos", advirtió el exmagnate inmobiliario.
La primera ministra calificó como "absurda" la propuesta de compra y aseguró que Copenhague carece de poder para vender Groenlandia, que cuenta con un alto grado de autonomía.
“Evidentemente, estoy contrariada y sorprendida por la cancelación de la visita”, pero “Dinamarca y Estados Unidos no están en crisis”, declaró Fredriksen.
Antes, el líder republicano anunció en una serie de tuits la cancelación de su reunión con la primera ministra danesa y de su visita al país, visiblemente molesto por la falta de interés de Mette Frederiksen por discutir el tema.
"En base a los comentarios de la primera ministra Mette Frederiksen sobre que no tendría ningún interés en discutir la compra de Groenlandia, postergaré para otro momento nuestra reunión prevista para dentro de dos semanas", destacó Trump en uno de sus tuits.
Denmark is a very special country with incredible people, but based on Prime Minister Mette Frederiksen’s comments, that she would have no interest in discussing the purchase of Greenland, I will be postponing our meeting scheduled in two weeks for another time....
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 20, 2019
Este anuncio tiene lugar en medio de una nutrida agenda diplomática para el mandatarioestadounidense, quien pronto volará hacia Francia, donde asistirá a la cumbre del G7 en Biarritz (suroeste), del 24 al 26 de agosto.
Junto a otros líderes de las grandes potencias occidentales podría encarnar el papel de aguafiestas, en tanto los elementos de discordia se multiplican entre Estados Unidos y sus aliados tradicionales.
Sorpresa en Dinamarca
En Copenhague, la reina Margarita II, cuya casa real había cursado la invitación a Trump, expresó su “sorpresa” en un mensaje escrito difundido por la televisión pública danesa DR.
Los políticos daneses en su conjunto expresaron su estupefacción por la decisión del presidente estadounidense.
"La realidad trasciende la ficción", este "hombre es imprevisible", declaró en un tuit Martin Østergaard, dirigente de la izquierda radical que forma parte de la mayoría parlamentaria.
Días atrás, la prensa de su país reveló que Trump había comentado su interés en que Estados Unidos comprara Groenlandia, una región de Dinamarca, cuya mayor parte está cubierta de hielo, con 56.000 habitantes y con un gobierno autónomo.
Trump confirmó su interés, pero afirmó que esta operación, que calificó de “gran negocio inmobiliario”, no era una de las prioridades de su administración.
Pero la cancelación de su visita a Dinamarca el 2 y 3 de setiembre muestra, una vez más, la capacidad del 45.º presidente estadounidense para romper los códigos de la diplomacia tradicional.
Para el politólogo Marc Jacobsen, especialista en Groenlandia en la Universidad de Copenhague, Donald Trump se comporta como un “patrón colonialista ignorante”.
"La idea de Donald Trump de comprar Groenlandia es absurda, y la cancelación de su visita de Estado a Dinamarca es tan absurda como ello", señaló a la AFP.
El fin de semana pasado, Trump había calificado esa potencial compra como una “gran transacción inmobiliaria”, que además sería “estratégicamente interesante”.
Groenlandia es una gigantesca isla ártica rica en recursos naturales (petróleo, gas, oro, diamantes, uranio, cinc y plomo), y el calentamiento global, que abre nuevas rutas marítimas entre el Pacífico y el Atlántico, así como entre Europa y Asia, alimenta la codicia, particularmente de Estados Unidos, China y Rusia.
En este contexto, “el objetivo último de Trump no es comprar Groenlandia, sino al menos nuevos territorios o parcelas de territorio” en el Ártico, declaró Mikaa Mered, profesor de geopolítica de los polos en el Instituto Libre de Relaciones Internacionales (ILERI) de París.
Ante las ambiciones de Pekín en la región, Washington podría, por ejemplo, “poner la mira” en la base naval de Grønnedal, en el sur de Groenlandia, que los daneses habían renunciado a vender a fines del 2017 porque los únicos compradores decididos eran, precisamente, los chinos, según el investigador.