McAllen, Estados Unidos. Donald Trump defendió este jueves en la localidad de McAllen, en la frontera con México, su proyecto de erigir un muro, en un momento en que el cierre parcial del gobierno federal se acerca a ser el más largo de la historia de Estados Unidos.
Trump viajó hasta el borde del río Bravo en Texas para defender que es necesario destinar $5.700 millones para construir un muro, un tema de discordia con los demócratas que ha provocado una parálisis presupuestaria que se prolonga desde el 22 de diciembre.
"Es un tema de sentido común. Ellos necesitan una barrera. Necesitan un muro, si no lo tienen, lo que va a haber es mucho trabajo y problemas extenuantes. Y por cierto, muerte. Y muerte, mucha muerte", dijo Trump tras reunirse con agente de frontera.
Vestido con una chaqueta deportiva y una gorra blanca con su consigna de campaña Make America Great Again (Que Estados Unidos sea grande otra vez) Trump defendió que con una barrera se salvarían vidas y se combatiría el tráfico irregular.
"Todos queremos un muro o una barrera porque esto va a hacer que su trabajo sea mucho más fácil y van a ser aún más efectivos de lo que ya son", afirmó el presidente.
Para los demócratas, que ahora controlan la Cámara de Representantes, el muro es innecesario y no resuelve los problemas.
El mandatario ha presionado al Congreso al negarse a firmar el presupuesto del gobierno, lo que derivó en una parálisis parcial que afecta a cerca de 800.000 funcionarios, incluidos controladores aéreos y miembros de la Guardia Costera, que no han cobrado su salario en tres semanas.
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Trump ha martilleado la amenaza de que, si los demócratas no ceden, declarará una emergencia nacional, una figura legal que le permite eludir voto del Congreso y que ha sido utilizada en casos como epidemias o ataques.
"Si tengo que hacerlo, lo haré. No tengo dudas", afirmó.
No obstante, analistas advierten que esta decisión de Trump sería impugnada en los tribunales por extralimitación de sus funciones, por lo que el proyecto del muro podría quedar bloqueado.
Sin embargo, le daría al presidente credibilidad ante sus bases, ya que demostraría que hizo lo que pudo para construir el muro. En ese momento, Trump podría poner fin al cierre parcial del gobierno.
Un cierre prolongado del gobierno federal tendría "un efecto considerable" sobre la economía mundial, advirtió el jueves Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounidense.
Antes de aterrizar en Texas, el mandatario aumentó la presión sobre los demócratas al anunciar a través de Twitter que debido a su "intransigencia" cancelaba su viaje al Foro Económico de Davos, que se celebra del 21 al 25 de enero, insinuando una prolongación del cierre del gobierno hasta entonces.
Trump, quien se regodea sobre sus habilidades para negociar debido a su pasado como magnate inmobiliario en Nueva York, no ha logrado que la oposición claudique.
El miércoles en la Casa Blanca, Trump abandonó una reunión con los demócratas. "Una total pérdida de tiempo", dijo en Twitter poco después.
Chuck Schumer, el líder la minoría demócrata en el Senado, dijo a periodistas que Trump “golpeó la mesa” y después “se levantó y se fue”.
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"Una vez vez más vimos un berrinche porque no pudo salirse con la suya", agregó.
El presidente se defendió y dijo: "Yo no tengo berrinches, todas esas historias son mentira".
Pocos discuten sobre que la frontera plantea un desafío importante, sobre todo debido a las pandillas que desde México buscan llevar droga al enorme mercado estadounidense.
Autoridades mexicanas informaron el jueves que habían encontrado 21 cadáveres tras el tiroteo de una pandilla en Miguel Alemán, una ciudad a unas 170 millas (270 kilómetros) al otro lado de la frontera de McAllen.
Sin embargo, los opositores a Trump dicen que está exagerando el peligro que esto representa a los estadounidenses –y la utilidad de más barreras– para atizar la xenofobia, en beneficio propio.
"La verdad es que un gran número (...) de personas que ingresan a nuestro país, que solicitan ingresar al país, no son delincuentes: son familias, niños, madres, que realmente piden protección", dijo la hermana Norma Pimentel, jefa de un centro católico de caridad en McAllen.
Yanira de Hernández, una migrante salvadoreña de 52 años que espera en México a poder cruzar a Estados Unidos, dijo que simplemente sueña con una vida mejor.
“Todos tienen derecho a emigrar, a buscar un nuevo futuro. No vamos a cometer ningún delito. Esperamos que él (Trump) entienda eso y que Dios lo ayude a cambiar, porque sus ancestros también eran inmigrantes”, afirmó.