Washington. Donald Trump no fuma, no bebe, está obsesionado con los gérmenes y siempre ha reivindicado su salud de hierro.
Ha construido su imagen política sobre la base de su vitalidad, burlándose de la falta de energía de sus oponentes tanto en la presente campaña como en la del 2016.
Pero Trump se contagió del coronavirus, un enemigo difícil e impredecible.
Durante la carrera por las elecciones primarias republicanas, una de sus críticas favoritas a Jeb Bush era que su rival tenía “poca energía”, “batería baja”. La entonces candidata demócrata, Hillary Clinton, tenía aún menos energía, dijo luego.
“Ella no tiene resistencia física ni mental” para ser gobernante, afirmó. Y luego tuiteó: “¿Dónde está Hillary? ¡Está durmiendo!”.
En la presente carrera electoral, endilgó a su rival demócrata, Joe Biden, el mote de “Joe el Dormilón”. También lo acusa de hacer campaña desde el sótano de su casa y de llevar “el cubrebocas más grande que he visto”.
"¡Ni siquiera sabe que está vivo!", se burló una vez.
Lucir vigoroso es tan importante para Trump, que en diciembre del 2015 dictó una carta a su médico, asegurando al público que “inequívocamente” sería la “persona más saludable jamás elegida a la presidencia”.
Trump, quien cumplió 74 años en junio, está obsesionado por los gérmenes: odia dar la mano, se lava con frecuencia y no tolera que la gente tosa o estornude a su alrededor.
Pero paradójicamente esperó hasta el 11 de julio para usar por primera vez mascarilla en público debido a la pandemia.
No se le conoce ningún problema de salud mayor: los médicos de la Casa Blanca, en boletines más o menos vagos, siempre han certificado que se encuentra en buen estado de salud, física y mental.
Y juega al golf regularmente, la última vez el domingo.
Pero técnicamente es obeso, con un peso oficial de 110 kilos para una altura de 1,90 metros. Tiene un poco de presión arterial y debilidad por la comida chatarra y las hamburguesas.
Mientras, sigue sin develarse el misterio sobre una visita improvisada, un fin de semana de noviembre del 2019, al hospital militar Walter Reed cerca de Washington, y que desató rumores sobre que había sufrido un ataque cardíaco o un pequeño accidente cardiovascular.
La Casa Blanca luego sacó un comunicado: "Anticipándose a un 2020 muy ocupado, el presidente está aprovechando un fin de semana (...) para comenzar parte de su examen físico anual de rutina".
Chance de sobrevivir
Trump tiene todas las posibilidades de superar el covid-19: alrededor del 5% de los mayores de 70 años mueren por este virus, según una estimación de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC).
La Casa Blanca indicó que tiene síntomas “leves”. Pero el riesgo de desarrollar una forma grave no es menor, debido al sobrepeso de Trump.
Quizás una probabilidad de una en cinco, dijo Daniel Griffin, jefe de enfermedades infecciosas del grupo médico ProHEALTH de Nueva York.
"El estado general de salud de una persona influye en el curso de la enfermedad", agregó. Pero tampoco "es raro que las personas de edad avanzada y con factores de riesgo" se recuperen.
Las etapas de la infección por coronavirus son bien conocidas: la primera semana es la fase viral, con síntomas como fiebre, tos y dolores musculares. La segunda semana es crítica, cuando puede producirse una descompensación e inflamación que hunde a los pacientes y que a menudo requiere oxigenación.
No se sabe en qué momento se contagió Trump, pero será necesario aguardar dos semanas para estar seguros de que está fuera de peligro, señaló Griffin.
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En última instancia, es “un juego de probabilidades”, manifestó Gregory Poland, profesor de Medicina en la Clínica Mayo, quien recuerda que el virus ha atacado, aunque muy raramente, a niños sanos y a atletas de alto nivel.
Trump sabe muy bien que las personas de su edad son las más vulnerables. El 21 de setiembre, en un mitin, expresó a sus seguidores: “Afecta a los ancianos, a los que tienen problemas cardíacos y a otros”.