Londres. Endurecida por un rico bagaje político, la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, se perfila como la clara favorita en la carrera por Downing Street frente a Rishi Sunak, atrapado en su imagen de rico banquero tecnócrata.
Pese a haber adoptado tardíamente el conservadurismo y el Brexit, Truss, de 47 años, se ha ganado a las bases del partido gubernamental con su política tradicionalmente ultraliberal. Sunak había sido, en las primeras fases de la elección, el favorito de los diputados conservadores.
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Este exministro de Finanzas, de 42 años, tiene fama de ser mejor orador, pero no logró ganarse a los afiliados de la formación, unos 200.000, principalmente hombres blancos, que tienen la última palabra en la elección de su nuevo líder. Por el contrario, su rival ha transmitido un mensaje claro de rebajas fiscales masivas y recortes públicos, sin pestañear ante los ataques.
“Ella es mejor haciendo política”, consideró John Curtice, politólogo de la Universidad de Strathclyde, para quien la jefa de la diplomacia “logra transmitir fácilmente los mensajes conservadores tradicionales”. “Si me preguntan cuál fue el mensaje de campaña de Liz Truss, puedo decirles inmediatamente: recortes de impuestos, no ayudas”, agregó.
“Para Sunak, no hay nada”, aseguró Curtice. En su opinión, Sunak también aparece “un poco tenso, da la impresión de estar incómodo bajo presión”. “Se nota que ella lleva más tiempo en el ruedo”, concluyó el politólogo.
Comparada con Thatcher
Truss tiene, sin embargo, una carrera política a veces complicada. Nacida el 26 de julio de 1975 en el seno de una familia muy izquierdista, militó inicialmente en el centrista Partido Liberal Demócrata antes de unirse a los conservadores, con quienes se convirtió en diputada en el 2010.
Desde el 2012, ha ocupado una serie de cargos ministeriales (Educación, Medio Ambiente, Justicia y Secretaría General del Tesoro). Votó contra el Brexit en el referéndum del 2016. Pero en lugar de dejarse pasar factura, le dio la vuelta después a la situación convirtiéndose en una de sus más fervientes defensoras, negociando y pregonando nuevos acuerdos de libre comercio.
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Nombrada en el 2021 como jefa de la diplomacia, fue intransigente con la Unión Europea respecto a Irlanda del Norte y junto a Boris Johnson se mostró firme contra Rusia tras la invasión de Ucrania. Alimentó las comparaciones con la ex primera ministra ultraliberal Margaret Thatcher, de la que es gran admiradora, posando sobre una torreta de tanque o vistiendo una distintiva blusa de flores.
A veces se la considera rígida, pero en las últimas semanas ha aparecido más relajada. Sus aliados afirman que le gusta el queso y el karaoke.
Elitista nieto de inmigrantes indios
Aunque a Sunak le gusta recordar que es nieto de inmigrantes indios y destacar su infancia como hijo de un médico y una farmacéutica en Southampton, en el sur de Inglaterra, se lo asimila con las élites por haberse convertido en un rico banquero y casado con una multimillonaria heredera india.
Estudió en un prestigioso internado privado para chicos y luego en la universidad de Oxford. Completó sus estudios en la Universidad de Stanford, en California, donde conoció a su esposa Akshata Murty, hija de un multimillonario indio, y pasó a trabajar en el banco Goldman Sachs y en fondos de inversión.
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De religión hinduista, este padre de dos hijas fue elegido diputado en 2015 e inmediatamente se le consideró como posible primer ministro. Apenas cinco años más tarde, obtuvo el codiciado puesto de ministro de Finanzas con 39 años, justo antes del comienzo de la pandemia.
Durante la crisis sanitaria adquirió popularidad por distribuir enormes paquetes de ayuda para preservar los empleos y las empresas. Pero se vio envuelto en un escándalo hace unos meses debido al privilegiado estatuto fiscal de su esposa, que evitaba pagar impuestos en el Reino Unido por sus multimillonarios ingresos en el extranjero.
Y en un contexto de inflación disparada, su estilo de vida, con sus caros trajes y propiedades, le hace parecer ajeno a una población que se enfrenta a una grave crisis por la carestía de la vida.