Sofía. Los mandatarios de la Unión Europea (UE) acordaron este miércoles en Sofía una “posición unitaria” para responder a la “caprichosa” actitud del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre el programa nuclear iraní y el comercio internacional.
“Cuando vemos las últimas decisiones del presidente Trump, podemos decir que con estos amigos no necesitamos enemigos”, dijo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a su llegada a la capital búlgara para una cena de trabajo de los 28 mandatarios europeos.
Casi cuatro horas necesitaron los jefes de Estado y de gobierno para alcanzar una posición común en los frentes abiertos con su par estadounidense, cuya “actitud caprichosa” criticó Tusk, quien se encarga de coordinar los trabajos de los líderes del bloque.
Las relaciones con Washington protagonizaron así la cena de trabajo, la víspera de una cumbre entre los europeos y sus pares de los Balcanes Occidentales (Albania, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro, Macedonia y Kósovo) para reafirmar sus vínculos con esta región, ante la influencia rusa.
Y, especialmente, su retirada del acuerdo nuclear con Irán, que los europeos se mostraron decididos a respetar siempre que respete sus compromisos de suspender su programa nuclear hasta 2025. Teherán consiguió a cambio en 2015 un levantamiento de las sanciones internacionales.
La UE reconoce, en cambio, algunos de los temores que llevaron a Trump a retirarse de este histórico pacto, por lo que acordaron abordar el papel de Irán en Oriente Medio, su “programa de misiles balísticos” y el escenario a partir de 2025, indicó una fuente europea a la AFP.
Intereses en juego
Ese acuerdo “es de una importancia primordial para la paz”, había advertido poco antes el jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Los europeos buscan, además, proteger sus intereses económicos vinculados a la reanudación de los intercambios comerciales con Teherán.
En ese sentido, los líderes acordaron el inicio de “los trabajos para proteger a las empresas europeas afectadas negativamente por la decisión de Estados Unidos” de salir del pacto y reimponer sanciones, según la misma fuente.
El gigante francés Total ya advirtió que pondrá fin a su gran proyecto gasístico en Irán, lanzado en julio de 2017, si no obtiene una exención de Washington con el apoyo de las autoridades francesas y europeas.
La cuestión de las sanciones iraníes no es la única que pende como una espada de Damocles sobre las empresas europeas. Bruselas sigue conversando con Washington para lograr antes del 31 de mayo una exención permanente a los pesados aranceles de Estados Unidos a sus importaciones siderúrgicas.
“Mi objetivo es simple: mantenernos firmes. Esto significa una exención permanente”, advirtió Tusk, en referencia a los derechos de aduanas estadounidenses a los productos siderúrgicos. “Hay que introducir de nuevo la realidad en esta discusión”, agregó.
La UE está exenta hasta finales de mes de los aranceles del 25% para sus exportaciones a Estados Unidos de acero y del 10% para las de aluminio. Para eximirlos definitivamente, Washington reclama una mayor apertura del mercado europeo.
En caso de una exención permanente, los líderes, que apoyaron a Bruselas en su negociación, se dijeron dispuestos a profundizar las relaciones energéticas con Estados Unidos y a mejorar el acceso recíproco al mercado de los productos industriales, entre ellos los automóviles.
Días atrás, la Comisión abrió incluso la puerta a una discusión sobre un acuerdo comercial “limitado” de derechos de aduana sobre productos industriales y agrícolas, una apertura vista con buenos ojos por Berlín pero con más reticencias de París.
“Las relaciones transatlánticas son y seguirán siendo de una importancia capital, pese a todas las dificultades”, defendió este miércoles ante el parlamento alemán, la canciller germana Angela Merkel, cuyo país es el principal blanco de las críticas de Trump en Europa.
La cena informal de trabajo sirvió de preludio para la primera cumbre el jueves entre la UE y los mandatarios de los Balcanes Occidentales en 15 años, a la que no asistirá el presidente del gobierno español, cuyo país no reconoce la independencia unilateral de Kósovo en 2008.
Mariano Rajoy, quien sí estuvo presente en la reunión de este miércoles, defendió la víspera que la decisión de ausentarse “es la más coherente con la posición” tradicional de Madrid, que a su vez enfrenta una crisis política en Cataluña tras su fallida declaración de independencia en octubre.