Caracas. Edmundo González Urrutia en el exilio, María Corina Machado en la clandestinidad, dirigentes detenidos y la calle paralizada por el miedo: la oposición de Venezuela se queda sin aire en su cruzada contra la reelección de Nicolás Maduro, atrincherado y sin señales de ceder.
La salida del país de González Urrutia, rival de Maduro en las elecciones del 28 de julio, ocurrió este domingo, luego de que la justicia emitiera una orden de arresto en su contra el 2 de setiembre.
La reelección de Maduro es cuestionada no solo por la oposición, que asegura tener pruebas de un fraude, y rivales históricos como Estados Unidos, sino también por aliados como Brasil y Colombia, que chocaron contra una pared en sus esfuerzos por una solución pacífica a la crisis poselectoral.
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Es el tema en cualquier conversación en Venezuela, aunque siempre en susurros: nadie quiere engrosar la lista de más de 2.400 detenidos desde el 29 de julio, incluidos menores de edad, acusados de “terrorismo”.
La juramentación para el nuevo mandato 2025-2031 es el 10 de enero, una fecha límite para expertos. Son cuatro meses en los que cualquier cosa puede pasar, pero por lo pronto el chavismo cierra filas, la oposición se repliega para reorganizarse y el mundo evalúa la estrategia de presión.
Nicolás Maduro busca ‘llevarse todo por delante’
“El gobierno no está buscando ceder, al contrario, busca atrincherarse en el poder”, explica Antulio Rosales, politólogo y profesor de la Universidad de York, en Canadá.
El Consejo Nacional Electoral (CNE), de línea oficialista, proclamó a Maduro para un tercer mandato consecutivo de seis años, con el 52 % de los votos.
La oposición publicó en un sitio web copias de más del 80 % de las actas de votación, que aseguran prueban el fraude y el triunfo arrollador de González Urrutia, candidato accidental tras la inhabilitación de Machado.
El portal, desestimado por el chavismo, es el centro de una investigación contra el diplomático de 75 años por “desobediencia de leyes”, “conspiración”, “usurpación de funciones” y “sabotaje”.
Maduro, por su parte, defiende su victoria sin espacio, al menos públicamente, para una negociación.
“Es una estrategia de avasallamiento, de llevarse todo por delante”, coincide Giulio Celini, director de la consultora política Log. “Mantener a Maduro al costo que sea porque es más alto el costo de salir del poder”.
Edmundo González prometió continuar su lucha
González Urrutia dijo la semana pasada que no tenía planteado el exilio, aunque para muchos no llegó como sorpresa ante la presión desde distintos flancos: no solo por la situación jurídica, sino también por la lluvia de insultos que Maduro le propinaba todos los días, desde “Inmundo” y “cobarde” hasta “nazi”.
La decisión era esperada por el gobierno, pues “el próximo paso era apresarlo y eso significaba un riesgo”, indica Celini. “Pudiera pasarle algo en prisión y eso tendría un alto costo político”.
Al igual que González Urrutia, desde el 30 de julio también está en la clandestinidad Machado, jefa de la oposición.
El adversario de Maduro aseveró tras llegar a Madrid que continuaría en la “lucha” por la “libertad” de Venezuela, pero su salida “fue un golpe grande para el movimiento democrático porque puede desmoralizar”, señala la politóloga Ana Milagros Parra.
“Implica un poco de desolación en el ánimo social”, concuerda Celini. “Si la población ve que la dirigencia está en esa situación, hay menos ánimos de participar”.
Tras el cuestionado resultado, estallaron manifestaciones que fueron reprimidas por las fuerzas del orden: 27 personas murieron y casi 200 resultaron heridas, además de los detenidos que fueron enviados a cárceles de máxima seguridad, entre ellos cerca de un centenar de dirigentes y activistas opositores.
¿Juego trancado?
Para Washington, González Urrutia “sigue siendo la mejor esperanza para la democracia” en Venezuela, según el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken.
Pese al apoyo, expertos coinciden en que Estados Unidos no aplicará una política de máxima presión como hizo Donald Trump en 2019, cuando desconoció la primera reelección de Maduro.
La más reciente acción fue decomisar un avión que usaba Maduro y se esperan sanciones a miembros del gobierno.
“Dentro de su proyección a mediano y corto plazo está gobernar aislado”, sostiene Pablo Quintero, consultor y directivo de Log. “Han hecho un entrenamiento de este tipo de situaciones y están dispuestos a afrontarlas con tal de mantenerse en el poder”.
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Hay confianza en las gestiones de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia) para llegar a un acuerdo político, que en principio no incluye dejar el poder.
“La oposición tiene un margen de maniobra bastante limitado”, señala Quintero, quien destaca el riesgo del “desgaste”. No ve, sin embargo, el juego trancado, en parte por el trabajo de Lula y Petro.
“Viene una reconfiguración del tablero”, dice Parra. “Los procesos transicionales no son lineales, tienen picos, bajas, e incluso momentos en los que hay que retroceder (...) Es un camino que todavía falta por recorrer”.